Por qué la menopausia no siempre significa el fin de las migrañas

Cualquiera que experimente ataques de migraña —caracterizados por intenso dolor de cabeza, mareos, sensibilidad a la luz y a los olores, vómitos e irritabilidad— sabe cuánto pueden comprometer la vida social, familiar y profesional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica esta afección como la segunda más incapacitante del mundo , solo superada por el dolor de espalda.
Las mujeres se ven más afectadas, principalmente debido a la influencia hormonal. «Se estima que la enfermedad afecta a un tercio de los hombres y a dos tercios de las mujeres», destaca el neurólogo Tiago de Paula, miembro de la Sociedad Internacional de Cefaleas (IHS) y de la Sociedad Brasileña de Cefaleas (SBC), especializado en cefaleas. «Aunque es una afección genética, hormonas como el estrógeno influyen en la sensibilidad y la prevalencia de los síntomas». Por lo tanto, es común creer que los ataques disminuyen con la llegada de la menopausia, un período en el que los niveles hormonales femeninos descienden drásticamente.
De hecho, para aproximadamente dos tercios de las mujeres, esta fase puede representar una reducción significativa en la frecuencia e intensidad de los episodios. Sin embargo, el alivio no es la norma. «Durante la transición a la menopausia, las mujeres suelen sufrir más la enfermedad debido a las fluctuaciones hormonales típicas de esta fase. Con el tiempo, estas sustancias se estabilizan en niveles más bajos durante un tiempo y los ataques tienden a mejorar», explica la ginecóloga Helena Hachul, profesora de Salud Femenina en la Facultad de Medicina Israelita del Hospital Einstein.
Aun así, es fundamental que las mujeres que padecen esta afección sigan buscando tratamiento. «La migraña es una enfermedad compleja que puede manifestarse en forma de mareos, alteraciones del sueño, dolor muscular, cambios de humor e incluso sofocos de origen neurológico; factores que no deben ignorarse», advierte Tiago de Paula.
De ahí la importancia de buscar ayuda en todas las etapas de la vida, evitando que la afección se cronifique. "Es importante analizar el contexto de la menopausia: si la mujer dejó de menstruar por completo o atravesó una transición con fluctuaciones hormonales significativas, por ejemplo. El médico también evaluará los síntomas, si hay un cambio en el patrón de los ataques, su duración, si el dolor es pulsátil, entre otros factores. Todo esto ayuda a orientar y recomendar el mejor tratamiento", afirma la ginecóloga de Einstein.
Durante estas citas, los médicos también identifican factores que pueden estar empeorando la afección, como el uso excesivo de medicamentos para el dolor de cabeza. A menudo, estos medicamentos no resuelven el problema e incluso pueden causar un efecto rebote, intensificando las molestias.
Esta evaluación personalizada también puede prevenir que la situación empeore. «Un punto crucial es la terapia de reemplazo hormonal: a muchas mujeres menopáusicas se les recomienda reemplazar el estrógeno para aliviar los síntomas hormonales, pero en pacientes con migraña con aura, esta sustitución puede suponer un mayor riesgo de eventos cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares», advierte el neurólogo.
Mantener hábitos saludables, como una hidratación adecuada, un sueño reparador, una dieta equilibrada y actividad física regular, es fundamental para reducir el riesgo de brotes. «También es importante evitar factores como el estrés y el consumo de alcohol en esta etapa de la vida», aconseja Hachul.
Fuente: Agencia Einstein
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