El SUS en el ojo del huracán trumpista

Brasil está bajo ataque de la administración Trump . El primer golpe, el aumento de aranceles, tuvo efectos contradictorios en el panorama político nacional, inclinando la tensa balanza política a favor del presidente Lula. El segundo, dirigido contra siete magistrados del Tribunal Supremo y, más gravemente, contra el juez Alexandre de Moraes , resultó ineficaz para retrasar la inminente condena del expresidente Bolsonaro por el golpe de Estado de la derecha de enero de 2023.
Al gobierno le ha resultado difícil lidiar con la humillación diaria de una embajada que, sin siquiera un embajador en funciones, ataca repetidamente a las autoridades del país, su sistema político y su poder judicial. Para la mayoría de los brasileños, resulta aún más impactante que casi el 40% de nuestros conciudadanos apoyen estos ataques, que cuentan con el apoyo de al menos dos figuras influyentes de la política nacional: el congresista Eduardo Bolsonaro y el bloguero Paulo Figueredo.
Es difícil comprender cómo el patriotismo que se proclama en el país es tan vacío, ni cómo una parte de la élite económica apoya medidas contrarias a sus intereses económicos. Este fervor ideológico, carente de consistencia y coherencia, resulta sorprendente. El reciente ataque a las autoridades sanitarias brasileñas parece formar parte de nuevas estrategias para exacerbar la polarización política del país, reviviendo un tema clave de la extrema derecha brasileña, relacionado con la presencia de médicos cubanos en el programa Mais Médicos (Más Médicos) de 2013 a 2017.
El 13 de agosto, la administración de Donald Trump anunció la revocación de las visas estadounidenses de Mozart Júlio Tabosa Sales, actual Secretario de Atención Médica Especializada del Ministerio de Salud, y de Alberto Kleiman, exempleado del mismo Ministerio y de la OPS. La justificación de la decisión, expresada en redes sociales por el Secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, es su participación activa en el desarrollo e implementación del programa Mais Médicos en Brasil.
Cuba cita el programa como un "fraude diplomático", que supuestamente implica la exportación de mano de obra forzada a otros países. El 15 de agosto, se invocó nuevamente el programa "Mas Médicos" para justificar la suspensión de visas de la esposa y la hija del ministro de Salud brasileño, Alexandre Padilha.
Aunque ni la salud del pueblo cubano ni las condiciones de trabajo de sus médicos en el exterior son la verdadera preocupación del gobierno de Estados Unidos en su última agresión contra Brasil, vale la pena señalar las debilidades de los argumentos que sustentan tales acciones.
Desde su inicio hace 60 años, el internacionalismo médico cubano ha operado en 165 países, con misiones que han movilizado a 605.000 médicos. Las tasas de deserción son bajas, y muchos profesionales se están reincorporando a nuevas misiones. Por lo tanto, ni el argumento de que la presencia internacional de médicos cubanos comprometió la salud de sus compatriotas ni la falta de interés de los médicos cubanos en estas misiones son válidos.
En 2014, cuando el programa Mais Médicos ya estaba consolidado en Brasil, Cuba, a pesar de ser un país pobre, presentaba mejores indicadores de salud que Estados Unidos. Un vistazo rápido a la base de datos del Banco Mundial revela que, ese año, Cuba tenía una tasa de mortalidad infantil de 4,8 por cada mil nacidos vivos, mientras que Estados Unidos tenía 5,8; el número de camas hospitalarias por cada mil habitantes era de 4,0 en Cuba, en comparación con 2,8 en Estados Unidos; y la esperanza de vida al nacer en Estados Unidos era ligeramente superior (76,5) a la de Cuba (75,7).
El mayor error del texto es no reconocer la contribución de Mais Médicos a la reducción de las desigualdades en salud en Brasil. Una extensa lista de estudios evaluativos indica que el programa redujo la escasez de médicos en zonas remotas y que los usuarios estaban satisfechos con la atención brindada. También observaron menos ingresos hospitalarios evitables en los municipios atendidos, lo que resultó en mejoras en los servicios prestados. Varios estudios también reportaron mejoras en la relación médico-paciente y una mayor continuidad del tratamiento. El programa se mantuvo bajo el gobierno de Bolsonaro y ahora se fortalece bajo el gobierno de Lula, aunque sin cooperación con Cuba.
El presidente Lula , el ministro Padilha y el secretario Mozart Sales respondieron a estos ataques. En general, sus reacciones coincidieron con la postura política de Brasil ante la terrible experiencia estadounidense: indignación —a veces con toques de humor—, afirmación de la soberanía del país, defensa de Mais Médicos y del Sistema Único de Salud (SUS), denuncia del bloqueo a Cuba y la insensatez de involucrar a familiares en acciones punitivas contra agentes estatales.
La salud ha sido objeto de manipulación política durante mucho tiempo. En temas como la inmunización, el aborto y los medicamentos, la apropiación de argumentos morales es recurrente para encubrir (y, paradójicamente, legitimar) algunas de las acciones políticas más perversas. Sin duda, el despliegue de médicos en zonas remotas se ha convertido en un eje central de la narrativa extremista desde el gobierno de Dilma Rousseff. Una conspiración diseñada para atacar a los gobiernos progresistas en América Latina explota tanto la acusación de corrupción —al alegar que Brasil promovió una supuesta "exportación coercitiva" de mano de obra cubana— como la retórica anticomunista. Por lo tanto, persiste el intento de deslegitimar las políticas democráticas e inclusivas.
En cualquier caso, el episodio de la cancelación de visas estadounidenses tiene poco que ver con el Programa en sí. Debe entenderse e incorporarse como una pieza más en la estrategia política que alimenta la crisis diplomática artificialmente creada por Trump. Como declaró Celso Amorim, asesor especial del presidente para asuntos internacionales, se trata de una "agresión" más contra el gobierno brasileño y un gesto de "profunda hostilidad" del trumpismo. En otras palabras, irracional a primera vista, la decisión conlleva un claro cálculo político, en el que se duplica constantemente la apuesta: Estados Unidos quiere agravar la crisis.
Es improbable que el SUS siga siendo el centro de la disputa político-comercial con EE. UU. Es improbable que el tema sirva de punto de encuentro para los extremistas, ya que el programa Más Médicos para Brasil tiene una baja tasa de participación de médicos cubanos (10%). Bolsonaro no logró erradicarlo durante su mandato porque no logró generar una alternativa más sólida. Es probable que otras agendas elaboradas por el Supremo Tribunal Federal (la etapa final del juicio al expresidente) y por las cámaras legislativas (el impeachment de Eduardo Bolsonaro) atraigan la atención de los bolsonaristas que asesoran a los agresores estadounidenses. Sin embargo, siempre habrá otras agendas sanitarias que los extremistas podrán explotar para mantener su influencia política sobre una parte significativa del electorado del país. Por lo tanto, la salud permanecerá en medio de la vorágine del conflictivo destino del sertón de Guimarães Rosa.
Este texto no representa necesariamente la opinión de CartaCapital.
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