Descubre el encanto oculto del valle de Tena

El valle de Tena es un recorrido por un lugar encantado cuajado de pueblos ocultos y creencias ancestrales. Es un paseo entre crestas, lagos, glaciares y bosques que asombran, donde Hoz de Jaca, Piedrafita de Jaca, Tramacastilla de Tena, El Pueyo, Panticosa, Lanuza, Sallent de Gállego y Formigal son algunos de sus hechiceros enclaves.
El valle de Tena, que discurre entre Sabiñánigo y El Portalet, es uno de los más extensos del Pirineo aragonés, con una superficie de más de 400 kilómetros cuadrados y una altitud superior a los 3.000 metros. En este valle glaciar se entremezclan la inigualable belleza de sus paisajes cuajados de bosques, lagos, sus míticos embalses de Lanuza y Búbal, sus impresionantes picos y sus pueblos de arquitectura de alta montaña. Está trufado de increíbles rincones, iglesias y ermitas.
El valle de Tena es un recorrido por un lugar encantado cuajado de pueblos ocultos y creencias ancestralesPosee aguas termales que ya usaban los romanos, aquí está la tirolina doble más larga y alta de Europa, tiene grandes zonas de alta montaña para escaladores y una mesa para los gourmets más exigentes. Además, tiene mucha historia porque este valle sirvió como refugio a los rebeldes y fue paso fronterizo para el estraperlo.
Las leyes de los quiñones
Embalse de Búbal en Panticosa
Getty ImagesEntre los siglos XVI y XVIII, algunos valles del Pirineo se dividían en quiñones, un tipo de demarcación geográfica que estuvo vigente hasta principios del XIX. Los quiñones compartían leyes y privilegios, y eran administrados por las Juntas Generales del Valle. El valle de Tena estaba formado por tres quiñones y de aquel tiempo ha quedado el ancestral Arca de los Privilegios, donde se guardaban documentos y privilegios del valle. El arca tiene una singular triple cerradura, de la que cada quiñón guardaba una de las tres llaves, así que sólo se podía abrir mancomunadamente.
En el valle también han quedado casas de pastores desperdigadas por sus angosturas, donde el vaquero se resguardaba en verano y otoño. Y pueblos que se vieron abocados a su desaparición bajo las aguas de los pantanos: cuando las presas comenzaron a inundar las villas, sus habitantes tuvieron que abandonarlas. Pero tanta belleza no podía desaparecer y, fruto de cálculos exagerados de los ingenieros o de la providencia, una vez que los embalses estuvieron hasta su límite de agua, se observó que algunas poblaciones quedaban por encima, por lo que no perecieron bajo las aguas y, además, ganaron en belleza.
La majestuosa entrada al valle y la tirolina de Hoz de Jaca
Tirolina en Hoz de Jaca, Aragon
Joseba-KoldoLa entrada al valle de Tena presenta solo una muestra del encanto y la majestuosidad que guarda. El estrecho de Santa Elena, con sus impresionantes restos de una antigua morrena glaciar, su ermita, el fortín y un espectacular dolmen, no pueden ser mejor tarjeta de visita.
El acceso a Hoz de Jaca, a través de la presa de Búbal, tiene un bonito recorrido con su interesante iglesia barroca de los Santos Reyes del XVII y el impresionante mirador del Muro, un balcón colgado sobre el pantano de Búbal desde el que se divisa una hermosa vista del valle. Además, es el punto de partida ideal para numerosas rutas de senderismo y excursiones de alta montaña, porque desde el pueblo se puede acceder al Ibón de Sabocos, un lago de origen glaciar a más de 1.900 metros de altitud, rodeado por los picos Verde y Peña Sabocos. En Hoz de Jaca es imprescindible su tirolina, la más larga de Europa, con un kilómetro de longitud que sobrevuela el lago de Búbal a más de 120 metros de altura.
De Piedrafita de Jaca a Tramacastilla de Tena
Tramacastilla es perfecto para desconectar y disfrutar del silencio de la montaña
Irene GonzálezLos restos megalíticos hallados en Piedrafita demuestran que el hombre estuvo aquí hace siglos. La primera referencia histórica del pueblo data de 1203, pero no fue hasta 1488 cuando quedó constancia de un censo de 10 casas. Piedrafita de Jaca conecta con Tramacastilla de Tena por el idílico camino El Betato, que discurre entre una imponente arboleda y el barranco de Gorgol.
Tramacastilla de Tena es un primoroso pueblo de piedra ubicado a casi 1.300 metros de altitud y escondido entre pinares, robledales y prados. Su horizonte con las altivas y bravas Peña Telera y Peña Blanca al fondo es impresionante. Entre sus magníficas casonas solariegas, sus muros de piedra y sus floridos balcones, se alza su pequeña iglesia románica del XII, que muestra un excelente retablo renacentista del XVI dedicado a San Miguel.
El Pueyo de Jaca, su pantano y sus sopetas
El entorno natural de el Pueyo de Jaca lo convierte en un destino perfecto para turismo activo en la montaña
Irene GonzálezA más de 1.000 metros sobre el pantano de Búbal, se alza el delicioso Pueyo de Jaca, ideal para perderse entre su arboleda y sus rincones de arquitectura popular. En El Pueyo destaca el palacio construido por el Conde de la Viñaza, hoy convertido en albergue, y también su iglesia del siglo XVI dedicada a San Miguel. Pero, sobre todo, en El Pueyo no hay que perderse la Casa del Valle, de gran valor histórico porque fue sede de la Junta General del Valle desde principios del XVII y donde se custodiaba el Arca de Privilegios, símbolo del poder comunal de los quiñones de Panticosa, Hoz y el propio El Pueyo, hasta 1836.
En este pequeño pueblo hay que buscar sus impresionantes miradores, hacer senderismo entre bosques y praderas, practicar piragüismo y paddle surf, pero sobre todo aventurarse con el parapente en tándem sobre el embalse, planeando entre montañas, porque es una de las actividades más intensas del valle. Y, desde luego, El Pueyo es referencia a la hora de degustar sopetas, un postre de melocotón en almíbar y vino rancio, humilde pero memorable. La plaza de El Pueyo es un lujo para disfrutarlas en compañía de los vecinos.
De Panticosa y sus balcones florales al balneario rejuvenecedor
El casco antiguo de Panticosa conserva la arquitectura típica de montaña con casas de piedra y tejados de pizarra
Irene GonzálezCada rincón de este precioso pueblo alpino, en pleno curso del río Caldarés, invita a detenerse. Sus casonas con balcones de flores multicolores y fachadas de piedra se funden con las vigorosas montañas que lo rodean. Destaca la iglesia de la Asunción, del siglo XVII, y los antiguos lavaderos comunales, donde aún parece oírse el eco de las lavanderas en su frenético trajín. También sobresale su iglesia con base románica del XIII, con un original altar de tabla gótico-aragonesa de 1480.
Desde Panticosa es imprescindible ascender hasta casi 1.700 metros para llegar al balneario, que está a solo 8 kilómetros del núcleo urbano por una carretera de montaña que serpentea entre bosques y barrancos.
Con cinco manantiales diferentes, posee unas características exclusivas que lo hacen único en nuestro país. El Balneario de Panticosa tiene una historia que se remonta a la época romana, aunque su auge llegó en el siglo XIX, cuando la aristocracia española y europea lo convirtió en lugar de veraneo y sanación. Las aguas sulfurosas que brotan de sus fuentes, como la de Tiberio o la de la Belleza, eran famosas por sus propiedades curativas para enfermedades respiratorias, dermatológicas y reumatológicas.
Durante la belle époque fue escenario de lujo y modernidad, y entre sus visitantes siempre había escritores, nobles y políticos, que disfrutaban sobre todo de la fuente de la Belleza, una de las más emblemáticas, cuyas aguas eran célebres por sus supuestas propiedades rejuvenecedoras. Se decía que lavarse el rostro con esta agua dejaba la piel más tersa y luminosa, y tal fue su fama que algunos visitantes llenaban frascos para llevarla a casa como si fuera un elixir de juventud. Tras años de abandono, fue restaurado y modernizado, recuperando su esplendor sin perder su carácter histórico.
Lanuza reflejada en el pantano
La estampa de Lanuza reflejada sobre el pantano, es espectacular.
Irene GonzálezSin duda, Lanuza ofrece uno de los paisajes más impresionantes del valle y podría decirse que es uno de los pueblos más bonitos de Huesca. A casi 1.300 metros, su estampa reflejada sobre el pantano es espectacular. Lo que muchos visitantes no saben es que Lanuza estuvo condenado a desaparecer porque en los años setenta el proyecto del embalse obligó a desalojar a sus habitantes. Las aguas anegaron parte del pueblo, las casas fueron abandonadas, la iglesia quedó sola frente al pantano y Lanuza quedó deshabitado. Pero, como las aguas no lo cubrieron por completo, los antiguos vecinos no se resignaron a perder su pueblo y, tras años de lucha, recuperaron sus casas, sus calles y su historia. Así, a base de esfuerzo y resistencia, este pueblo con alma renació.
Hoy, cada año, se celebra el Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur, que con un escenario flotante en el centro del embalse y el graderío en la ladera de la montaña, es único en el mundo. Además, Lanuza es tentador para el baño, el piragüismo, la observación de aves, el senderismo y el ciclismo.
Sallent de Gállego y su río Aguas Limpias
La privilegiada ubicación de Sallent de Gállego le convierte en la puerta de entrada al parque natural de los Pirineos Occidentales
Irene GonzálezA más de 1.300 metros de altitud, es considerado la cabeza del valle de Tena. Y nada más llegar, lo primero que atrapa la mirada es el imponente perfil del pico de los Infiernos y el Foratata, dos gigantes que custodian desde las alturas este pueblo pirenaico del Alto Gállego. Pero más allá del paisaje espectacular y las postales de montaña, Sallent esconde historias que pocos conocen, rincones olvidados y tradiciones que aún laten con fuerza entre sus calles empedradas.
Sallent de Gállego es un pueblo de piedra, techos de pizarra y contraventanas de madera. A orillas del río Aguas Limpias, su puente medieval de origen románico, que sigue en pie tras siglos de riadas y pasos, es una de sus joyas más queridas. Dicen los lugareños que por ahí pasaban, a pie o a caballo, los contrabandistas que cruzaban la frontera hacia Francia burlando los controles.
Lee también Este el mejor destino de aventura de Europa (y está en España) Armando Cerra
Cerca del puente medieval está la iglesia de la Asunción, del siglo XVI, con un impresionante retablo renacentista y una torre campanario construida al margen del cuerpo de la iglesia, lo que ha dado pie a leyendas sobre ajustes apresurados tras un derrumbe. En Sallent de Gállego hay que perderse por sus calles más altas para descubrir callejones estrechos y miradores naturales poco conocidos. Desde la zona del callejón del Sastre, donde aún resuena la historia de un sastre del siglo XIX que cosía por encargo para contrabandistas, se accede a antiguos huertos familiares que hoy ofrecen vistas espectaculares del valle. También cuenta con un interesante Mentidero y un antiguo casino que preside la estatua del Gigante de Sallent, donde es una delicia picotear productos de la tierra.
La privilegiada ubicación de este auténtico pueblo de montaña lo convierte en la puerta de entrada al parque natural de los Pirineos Occidentales, con senderos que llevan al Ibón de Respomuso o al circo glaciar de Piedrafita. El bosque de Betato, a las afueras de Sallent de Gállego, es uno de los más mágicos porque, según la tradición local, allí se reunían las brujas en la edad media. Pero en Sallent también se recuerda al Gigante de Sallent, una figura mítica que ha alimentado la imaginación de generaciones enteras en el valle de Tena y que forma parte de su patrimonio oral.
Formigal y su iglesia que viajó piedra a piedra
Formigal era un pequeño núcleo ganadero dependiente de Sallent de Gállego donde se practicaba la trashumancia y la vida rural giraba en torno al pastoreo y la agricultura de montaña
Irene GonzálezAunque Formigal pertenece a Sallent de Gállego, tiene nombre propio porque este destino de esquiadores se convierte en una joya de la biodiversidad y el senderismo. También es un buen punto de partida para cruzar la frontera y adentrarse en el Pirineo francés. Pero lo que pocos conocen es que posee uno de los tesoros históricos más singulares de la comarca: la iglesia prerrománica de San Salvador de Basarán, que fue trasladada piedra a piedra desde Basarán.
El pueblo de Basarán, hoy sumergido bajo las aguas del embalse de Yesa, fue uno de los tantos núcleos afectados por la política hidráulica del siglo pasado. Pero antes de que el agua borrara su historia, un grupo de historiadores, vecinos y arquitectos luchó por salvar la iglesia románica del siglo XI, su joya más preciada.
Formigal no son solo pistas de esquí y nieve, porque durante el verano y el otoño el valle es un paraíso para el senderismo, el ciclismo y la observación de fauna. Desde aquí parten rutas al Ibón de Anayet, uno de los lagos glaciares más bellos del Pirineo, con vistas al majestuoso pico Anayet y al omnipresente Midi d’Ossau, en la vecina Francia.

La historia del Balneario de Panticosa se remonta a la época romana, de ahí el nombre de las Termas de Tiberio
Irene GonzálezLlevar prismáticos, porque en el valle de Tena se pueden observar especies únicas como el quebrantahuesos, la marmota pirenaica y, en ocasiones, incluso osos pardos. Las primeras horas del día son las mejores para verlos. Es imprescindible visitar el Balneario de Panticosa para una jornada de relax con aguas termales, y disfrutar de las zonas de baño natural en el río Caldarés y en el embalse de Lanuza.
Dónde dormir * Hotel La Casueña (Lanuza). Hotel boutique frente al embalse, con vistas de postal, decoración cuidada y una colección de libros y arte que lo convierten en un pequeño refugio cultural. Sus desayunos, magníficos. * Hotel Almud (Sallent de Gállego). Ubicado en una casa del siglo XVIII restaurada, combina piedra, madera y tejidos típicos con el confort de un hotel moderno. Tiene solo 11 habitaciones, cada una diferente. Es ideal para una escapada tranquila. Dónde comerTradición, fuego lento y sabor a montaña - El Valle de Tena tiene una materia prima extraordinaria: sus productos de kilómetro cero provienen de pequeños ganaderos, huertos familiares y productores artesanos que trabajan con mimo desde hace varias generaciones. Imprescindibles son su cordero y ternasco criados en pastos de altura, con textura firme y sabor intenso; su trucha del río Gállego, fresca y delicadamente ahumada; y sus setas de temporada, como níscalos, boletus o colmenillas, que aromatizan guisos y revueltos. * Mesón El Embalse (El Pueyo de Jaca). En el centro del pueblo, excelentes menús del día. Formidables sus platos de cuchara, carnes y sopetas. * La Era de Berdón (Tramacastilla de Tena). Destacan su solomillo de vaca pirenaica, las setas en temporada, las migas y las chuletas de ternasco. * Asador Borrullán (Panticosa). Especialistas en carnes a la brasa, reconocidas como uno de los secretos mejor guardados del Pirineo aragonés, con una gran carta de vinos del Somontano.lavanguardia