Grifols, un gigante industrial blindado

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Grifols, un gigante industrial blindado

Grifols, un gigante industrial blindado

El grupo fabrica en EEUU todo lo que comercializa en el país y descarta impactos por los aranceles.

En un entorno de crisis geopolítica global y guerra comercial, Grifols parte con ventaja. La farmacéutica ha optado históricamente por la integración vertical en sus principales mercados, particularmente en Estados Unidos -que aporta junto a Canadá el 60% de su facturación anual-, lo que le permite esquivar los aranceles fijados para el sector por el Gobierno de Donald Trump, del 15% en el caso de la Unión Europea.

Grifols, que es el tercer productor global de fármacos derivados del plasma sanguíneo, tiene presencia directa en 30 países y ofrece sus tratamientos y soluciones en más de 110 regiones de todo el mundo. La compañía opera en EEUU desde 1992, aunque se convirtió en un actor de calado en el país en 2011, cuando compró por 2.800 millones de euros Talecris, su principal rival en el mercado. La operación y otras inversiones acometidas a lo largo de los años han permitido a Grifols crear dos hubs industriales en ambas costas de EEUU, donde tiene blindada su cadena de valor.

La multinacional dispone de 298 centros de recolección de plasma repartidos por todo el territorio estadounidense, tiene plantas productivas en Clayton (Carolina del Norte), Los Ángeles y Emeryville (California) y otras instalaciones industriales en San Diego y Vista (California) y en Memphis (Tennessee). En estas factorías elabora todos los tratamientos que comercializa en EEUU, de modo que se libra de las tasas al comercio internacional.

Europa y China

En el caso de Grifols, los principales riesgos de la guerra arancelaria eran las posibles represalias de la Comisión Europea hacia los impuestos de Trump, que podrían suponer problemas de abastecimiento de productos hemoderivados. Si bien los aranceles de la UE a EEUU han quedado descartados, la farmacéutica estaría igualmente capacitada para sortear el golpe con su fuerza productiva en Europa, donde tiene un centenar de complejos de donación de plasma en el centro del continente y varias plantas industriales en España, Irlanda, Alemania y Suiza.

Grifols también opera en China, otro de los grandes focos de la guerra comercial, aunque su presencia en el gigante asiático se redujo drásticamente en 2024, cuando vendió un 20% de su filial local Shanghai Raas. La compañía mantiene un 6% del capital de la empresa asiática, también dedicada a la fabricación de hemoderivados, pero su exposición al mercado es limitada. La normativa China solo permite al sector importar productos basados en la proteína albúmina, que Grifols comercializa en China a través de su filial Grifols Worldwide Operations, con sede en Irlanda, de modo que no debería verse impactada por los aranceles del 10% fijados para la entrada en el mercado de productos de EEUU.

Aunque esquive el efecto de las tasas, Grifols no es inmune a la inestabilidad que ha supuesto la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente ha situado la industria farmacéutica en el punto de mira y exige importantes bajadas en los precios de los medicamentos. Por ahora, nada es oficial, pero Trump ha reclamado reducciones del 80% y ha llegado a enviar cartas a las 17 farmacéuticas más grandes de EEUU, dándoles hasta finales de septiembre para disminuir precios. La compañía controlada por la familia Grifols confía en que las particularidades de la industria de los hemoderivados, que elabora básicamente tratamientos de uso hospitalario, deje el valor de estos medicamentos fuera del debate general y se opte por una negociación específica más laxa, tal y como ha sucedido en otras ocasiones.

Fronteras y FDA

Más allá de los precios, Grifols permanece alerta a posibles cambios en las fronteras con México. El grupo que dirige Nacho Abia depende en gran medida de ciudadanos mexicanos que cruzan la frontera con EEUU para donar plasma mediante las visas B1 y B2. Durante el Covid-19, el cierre de las fronteras hundió estas donaciones, impactando en la recolección de su materia prima y en sus resultados financieros.

Pese a las políticas del presidente americano en materia de la inmigración, no se espera que su administración aplique cambios en estos visados, consciente de la importancia que tienen para el abastecimiento de medicinas.

Nacho Abia, consejero delegado de Grifols.
Nacho Abia, consejero delegado de Grifols.Jordi PlayEFE

El huracán Trump también ha hecho saltar las alarmas en lo que refiere al funcionamiento de la Food and Drugs Administration (FDA), encargada de la aprobación de nuevos productos farmacéuticos. El polémico secretario de salud, Robert F. Kennedy Jr, impulsó una serie de recortes que supusieron el despido de unos 3.000 empleados de la FDA, lo que podría provocar retrasos en las autorizaciones y en la salida al mercado de nuevos productos. Además, se han fijado como principales prioridades cambios en las políticas de vacunas y en la regulación de los alimentos y aditivos.

Grifols ya recibió en 2024 luz verde para comercializar Yimmugo, uno de sus próximos superventas para tratar inmunodeficiencias primarias, con el que prevé ingresar 1.000 millones de euros solo en EEUU en siete años. La farmacéutica necesita la autorización para sacar al mercado estadounidense dos tratamientos más claves en su actual plan de negocio: fibrinógeno y trimodulin. La empresa solicitó en enero la autorización de la FDA para iniciar la comercialización del primero, que espera lanzar al mercado en primer trimestre de 2026.

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