Los ‘idus’ electorales de junio (o quizás antes)

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Los ‘idus’ electorales de junio (o quizás antes)

Los ‘idus’ electorales de junio (o quizás antes)

Nadie sabe con total certeza, y aquel que diga lo contrario hace augurios sin suficiente base, si las elecciones autonómicas que se celebrarán en junio del próximo año en Andalucía coincidirán con un hipotético adelanto de las generales. Dependerá del curso que tome la política española durante los próximos diez meses.

Es probable que sean convulsos, como sucede en las vísperas de las pugnas electorales. El verano, vista la politización de la catástrofe de los incendios y el posterior conflicto provocado por el reparto de los menores inmigrantes de Ceuta y Canarias entre la Moncloa y los barones territoriales de Génova, no induce a pensar lo contrario.

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En términos políticos no dejan de sonar los tambores de guerra. Tampoco es concebible una entente institucional entre el Ejecutivo, sus socios políticos y la oposición. Todos los puentes están rotos. Hay quien cree que la decisión de Pedro Sánchez de presentar por primera vez en lo que llevamos de legislatura un proyecto de presupuestos –tras años sin intentarlo, debido a su debilidad parlamentaria– es una forma de cargarse de razones para, en su caso, justificar un adelanto al que el PSOE podría acudir acusando a la oposición–y a parte de sus socios– de un bloqueo institucional.

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Que se vote en clave autonómica o con lógica estatal en Andalucía tiene una incidencia notable sobre los electores y en los resultados. Las expectativas políticas, por tanto, son divergentes. Y esto influye, en consecuencia, en las estrategias de partida de los candidatos.

Al PSOE, que en Andalucía está en sus momentos más tenebrosos, y al que todas las encuestas y sondeos dan incluso peores resultados que antes de que se designase candidata a María Jesus Montero, le interesa mucho la coincidencia. Le permitiría plantear la disyuntiva (demagógica) electoral en términos de izquierda y derecha para, de esta manera, intentar movilizar al máximo a su electorado.

Imagen de María Jesús Montero en las instalaciones de la Feria de Muestras de Armilla (Granada), donde se celebró el XV Congreso Regional del PSOE-A.

Imagen de María Jesús Montero en las instalaciones de la Feria de Muestras de Armilla (Granada), donde se celebró el XV Congreso Regional del PSOE-A.

EFEMiguel Angel Molina

No es fácil. Además del efecto negativo que tengan los episodios de presunta corrupción política –Cerdán, Koldo, Ábalos– o la investigación judicial abierta a la esposa del presidente, Begoña Gómez, los sondeos detectan una huida de los votantes socialistas más críticos a la izquierda del PSOE, incluso a pesar de que las siniestras no han sido capaces de articular una candidatura única.

Podemos irá por su lado e IU intentará nutrirse con el voto satelital de las minorías, pero el trasvase no da garantías –ni a los socialistas ni a todas las izquierdas– de lograr un resultado electoral mejor. Moreno no tiene demasiados problemas por su flanco izquierdo. Su inquietud está a la diestra, donde Vox podría llegar a amenazar su mayoría absoluta mediante el cóctel (combinado) de la satanización de la inmigración, el recorte de las ayudas europeas destinadas a la producción agraria o el impacto de los aranceles de Trump.

Papeleta electorales de las elecciones de 2022 en Andalucía

Papeleta electorales de las elecciones de 2022 en Andalucía

EFE

Al PP le conviene la coincidencia electoral. Tanto es así que el presidente de la Junta, desdiciéndose otra vez a sí mismo en relación a la obligación de agotar la legislatura, ya ha admitido que adelantaría los comicios regionales los meses que sean necesarios para que caigan el mismo día que unas hipotéticas generales.

En San Telmo saben muy bien que, de ligarse ambas convocatorias, la participación será mayor y se votará –sobre todo– con una lógica estatal. De partida, esta fórmula evita que se examine la gestión de la Junta –que es esencialmente neutra: sin reformas y también sin mejoras sociales– y traslada la mecánica de los comicios andaluces a una especie de segundo plebiscito sobre el sanchismo.

Su objetivo es rentabilizar el rechazo que provoca la figura de Sánchez y la oposición social al concierto tributario de Catalunya. Incluso en el supuesto de que Núñez Feijóo volviese a naufragar en la orilla –como sucedió en junio de 2023– un buen resultado del PP en Andalucía ayudaría a Moreno Bonilla como trampolín para dar un posible salto a Génova como sucesor del político gallego, aunque probablemente en pugna directa con la presidenta de Madrid.

Moreno Bonilla l noche electoral que logró la mayoría absoluta a las puertas de la sede del PP andaluz

Moreno Bonilla l noche electoral que logró la mayoría absoluta a las puertas de la sede del PP andaluz

JOSÉ MANUEL VIDALEFE

También existen algunos inconvenientes: a mayor movilización electoral, más polarización y también más incertidumbre sobre el comportamiento de las bolsas de votantes socialistas, una parte notable de los cuales decidieron apoyar en 2022 a Moreno Bonilla (más que al PP) para que continuase cuatro años más en el Palacio de San Telmo en unos comicios estrictamente regionales.

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Sin embargo, hay elementos nuevos: los escándalos en el seno del PSOE, con una evidente repercusión en el voto femenino, y el efecto (demoledor) del cupo catalán en Andalucía, que perdería recursos estatales del orden de más de 5.000 millones de euros cada año para financiar sus servicios públicos, en el supuesto de que la polémica financiación singular saliese adelante. En 2022 ninguno de estos factores estaba sobre el tablero. En 2003 tampoco.

Moreno puede haber agotado hace tiempo su capacidad para atraer el voto sociológicamente ajeno al PP en Andalucía. La cuestión es que el PSOE, tras las cesiones ante los independentistas, también ha consumido parte importante de su crédito ante su parroquia. En los idus (electorales) de junio puede haber víctimas de ambas orillas.

lavanguardia

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