Las sumas y restas de la Catalunya de Illa

El 8 de agosto del 2024 marcó el inicio de un nuevo ciclo político en Catalunya. El Palau de la Generalitat volvía a estar encabezado por un president socialista y se cerraba una etapa de 14 años de gobiernos de signo independentista. Más allá del cambio del color del Executiu, este nuevo tiempo implicaba la ruptura de los bloques que habían predominado en la última década. La llave de la gobernabilidad ya no reposa sobre socios soberanistas, sino sobre aliados del espectro izquierdo.
Salvador Illa –al igual que su predecesor del mismo partido, José Montilla– alcanzó la jefatura del Govern con el apoyo de Esquerra Republicana y Comuns –espacio heredero, en parte, de ICV–. De este modo, la época que se inauguró permitía intuir que el debate parlamentario viraría hacia otro eje: del independentismo versus españolismo al estrictamente ideológico, izquierda-derecha. Como tres lustros atrás.
Las tres fuerzas convinieron en no formar un ejecutivo de coalición, sino que a través de sendos pactos con los socialistas vehiculaban una alianza sujeta a los avances de lo pactado para el resto del mandato.
Para ver en qué medida esto tiene traslación en el apoyo parlamentario y cuál es el grado de operatividad y solidez de estas nuevas mayorías, La Vanguardia ha recopilado las más de 1.800 votaciones que ha albergado la Cámara catalana desde que empezó la decimoquinta legislatura. Estas recogen decretos ley, proyectos y proposiciones de ley, mociones o propuestas de resolución.
La distribución de escaños en el hemiciclo, que se sustanció en el primer pleno, hizo presagiar esta metamorfosis en la geometría parlamentaria. El PSC volvía a la bancada izquierda del salón de sesiones y Junts se desplazaba al derecho, algo que no ocurría desde 2015. Con este cambio, en ambos flancos se situaban los partidos según su inclinación ideológica.
Al margen de esta anécdota y aterrizando en los datos, se constata una mayor sintonía en las votaciones del bloque integrado por el PSC, ERC y Comuns (58,4%) que el que suman Junts, los republicanos y la CUP (53,8%). Esta diferencia se amplía más cuando se suma a la ecuación independentista a Aliança Catalana que, junto a las otras tres formaciones soberanistas, han coincidido en el sentido del voto en una de cada tres votaciones. Si por el contrario al eje de la investidura se añade a la CUP, la coincidencia roza el 50%.
El grupo con el que los socialistas han votado más en el mismo sentido es Esquerra Republicana (65,8%)En paralelo, Esquerra es el partido con el que el PSC comulga más en las votaciones: lo ha hecho en un 65,8% de las ocasiones. Incluso este dato supera al de socialistas y Comuns (64%). Aunque el porcentaje de coincidencia de JxCat y republicanos está ligeramente por encima (67,3%) de la suma ERC-PSC, el grupo que encabeza Josep Maria Jové en el Parlament está mucho más alineado a la izquierda, con Comuns (81,5%) y la CUP (76,3%). De hecho, estas tres formaciones juntas han votado lo mismo en siete de cada diez votaciones. A lo largo del año, ha habido varias iniciativas sobre la crisis climática, la política energética, el modelo educativo, la estrategia con el turismo o la vivienda, temáticas en las que tienen posturas similares.
Sobre el hecho de que posconvergentes y republicanos voten lo mismo en dos de cada tres ocasiones, cabe destacar que Junts suele introducir alusiones a traspasos competenciales o reclamaciones independentistas, aspectos en los que hay más cercanía entre ambos y es entonces cuando Esquerra aprieta un botón distinto al de los socialistas. En cambio, para leyes o decretos ley como los suplementos de crédito, la afinidad de ERC con el PSC es superior.
Por otro lado, aunque JxCat encabeza la oposición al Govern, tiene una coincidencia con el PSC que prácticamente alcanza el 60%. Dicha cifra baja diez puntos porcentuales cuando se compara con la suma de posconvergentes y el PP (49,1%). Las propuestas económicas, de fiscalidad o de industria son el punto de encuentro entre estas dos formaciones.
En cuanto a la derecha del Parlament, el PP y Vox se han inclinado en el mismo sentido en un 64,1%. En ámbitos como el debate migratorio o la seguridad, hay proximidad –también con Aliança Catalana–. Coincide más el PP (52,2%) con el grupo de Sílvia Orriols que Vox (43,1%). Esta diferencia radica en el hecho de que la extrema derecha catalana nunca vota a favor de las iniciativas de los de Ignacio Garriga porque las registran en castellano. Mayoritariamente se abstienen. Habría más coincidencias, dicen desde AC, si las presentaran en catalán.
Las similitudes en vivienda, modelo energético o el apoyo a decretos, claves en la sintonía del ala izquierdaEste cambio de rasante en el debate parlamentario no es óbice para que siga habiendo propuestas de resolución y mociones de la cuestión nacional. Cuando esto sucede, puede ocurrir que el sentido del voto del PSC, PP y Vox sea el mismo. Por ello, Junts sostiene que lo que los socialistas no logran con el tripartito de izquierdas, lo consiguen con el tripartito “españolista”. No obstante, el porcentaje de coincidencia de los tres es del 24,2%. Aún baja más si a la lista se incorporara a Comuns (11,1%).
Por último, prueba de la complejidad de un arco parlamentario tan plural, con pocas mayorías viables, es el irrisorio valor que constituyen las votaciones en las que ha habido unanimidad. Todos los partidos se han puesto hacia el mismo lado en un minúsculo 4,8% de las votaciones.
lavanguardia