Jumilla, de fiesta y en paz

Si una fiesta preocupaba y ocupaba estos días a los regidores del Ayuntamiento de Jumilla, no era otra que la de la vendimia. Son miles y miles los visitantes que acuden cada año durante las fiestas patronales dedicadas a la Virgen de la Asunción a la ciudad del vino, lo que llega a triplicar su población en la masiva cabalgata que desde 1972 clausura una semana larga de jolgorio. Para vigilar ese evento en el que jumillanos y visitantes se empapan de tinto y sangría lanzados desde botellas, pistolas de agua o bidones, se hace necesario organizar un gran dispositivo de seguridad.
En eso estaba la alcaldesa del PP, Seve González, cuando la polémica aprobación de su enmienda a la belicosa ofensiva contra la religión islámica que propuso el único concejal de Vox saltó primero a las redes sociales y luego a los medios de comunicación de media Europa. Y a eso se aferraba ayer ante los micrófonos, que llevan varios días persiguiéndola, para eludir un tema que creyó inofensivo y que ha colocado a su partido en una incómoda posición.
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Todos quieren que la fiesta transcurra en paz. Incluso los que apenas participan de ella, como los musulmanes que acudían el viernes al humilde oratorio habilitado como mezquita en el barrio alto de la ciudad. Boukari solo deja de barrer la entrada para charlar con algunos de los que acuden. En estas calles polvorientas de casas bajas es necesario pegarse a la pared para escapar de un sol que castiga duro en estas fechas. Llegó a España en el 89, ha trabajado sobre todo en el campo, también en la construcción. Acaba de jubilarse: “tengo 30 años cotizados”.
Aún le falta a Hassan, que hoy hace una pausa en su labor cotidiana, que en esta época consiste en reunirse a las 3.30 de la mañana en la plazoleta donde nos encontramos para emprender con varios compañeros un trayecto de hora y media hasta Lorca, donde trabajan por unos ocho euros la hora recolectando cilantro y acelgas. “En el campo no hay más sombra que la de nuestra furgoneta, donde nos ponemos a comer; nosotros mismos llevamos la comida y el agua”. A las seis emprenden la vuelta.
La bandera arco iris no se colgó el Día del Orgullo, por primera vez en diez años, en el AyuntamientoNo entienden muy bien el lío que nos ha traído a los periodistas hasta este barrio donde los niños corren sin miedo a los escasos vehículos que circulan, pero nos remiten al responsable de la mezquita, que llegará dos horas después sin tiempo de atender a nadie. Menos aún al ‘freelance’ inglés atraído por una historia que los diarios británicos han recogido con profusión y que no habla una palabra de castellano.
Abrumada por semejante repercusión, la alcaldesa ha contactado con la comunidad islámica para prometer que habrá un lugar para que celebren esas dos fiestas anuales que exigen una amplitud de espacio de la que carecen. Un empresario también ha ofrecido un recinto alternativo.
Un joven marroquí de 28 años, El Mamoun Aoussat, llega justo a la hora del rezo. No ha alcanzado nunca la fama que hoy abruma a la regidora, pero llegó a jugar en el Jumilla, el equipo de fútbol local. Vive en Francia hace tres años, pero ha vuelto de vacaciones y no comprende lo ocurrido “cuando aquí todo el mundo se ha llevado siempre bien, yo salgo en pandilla con los amigos y nunca ha habido problemas”.
Son miles y miles los visitantes que acuden cada año a Jumilla durante las fiestas patronalesEn nuestro recorrido por las calles más céntricas, los viandantes a los que preguntamos ni siquiera sabían que el campo de fútbol acogiera esas fiestas. Hay quien expresa su preocupación porque “las barbaridades que la gente dice en redes sociales” tengan su traslado a la calle, en una semana festiva en la que el alcohol está obviamente presente. En los corrillos de barra de bar, la cuestión deriva hacia si hay más magrebíes que antes, se menciona lo sucedido en Torre Pacheco para puntualizar que aquí no se ha producido ningún suceso digno de semejante atención. Se habla de si los musulmanes se integran. Uno afirma que los latinos, por ejemplo, sí participan de la fiesta. Otro bromea diciendo que tal vez participan con demasiado entusiasmo...
A estas alturas, parece claro que el fin del Ramadán y la fiesta del Cordero se celebrarán en 2026 en Jumilla. En un lugar u otro. Ni el propio Juan Agustín Carrillo, el edil de Vox que pretendía prohibirlo, lo duda. Este exportavoz del PP local apenas había puesto en dificultades a su ex jefa y actual alcaldesa en sus dos primeros años de mandato. Pero Abascal ha virado el rumbo. Hace un mes, la bandera arco iris no se colgó del balcón del Ayuntamiento por primera vez en diez años con motivo del día del Orgullo, cuando en 2024 se hizo sin problema. Hubo polémica, con protesta incluida del colectivo LGTBI durante un pleno municipal. Pero no cruzó la frontera de la prensa local. Aunque la ofensiva ideológica tuviera la misma procedencia y, con toda probabilidad, idéntico objetivo: hacerse ver.
El PSOE lamenta el racismo del PPEl PSOE volvió a elevar ayer el tono tras la reciente moción aprobada por PP y Vox en Jumilla para impedir a los musulmanes celebrar dos fiestas religiosas en instalaciones municipales. Según advirtió Montse Mínguez, los socialistas van a “luchar con todas las herramientas democráticas” contra el discurso de odio al que está llevando al país “el tándem” de las dos derechas.La diputada catalana descarta que el de Jumilla sea un hecho aislado. Y tras recordar la “muy tibia condena” que el Partido Popular realizó tras la “caza al migrante” registrada en Torre Pacheco, lamentó que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, esté institucionalizando “el racismo, la xenofobia y la islamofobia” para “seducir al votante de Vox” y llegar al poder.
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