El Gobierno nacional refuerza la estrategia económica ante el riesgo de un freno en la desinflación

El dato de inflación de julio dejó una lectura doble: mientras el índice general subió al 1,9%, el núcleo —que excluye precios regulados y estacionales— se mantuvo en un moderado 1,5%. El impacto del salto cambiario de 14% durante el mes prácticamente no se trasladó a los precios, algo que el Gobierno considera un avance en su política de estabilización.
Sin embargo, el último registro marcó el segundo incremento consecutivo del IPC mensual, tras el piso de 1,5% alcanzado en mayo. En junio había sumado apenas 0,1 punto porcentual y ahora otros 0,3. El equipo económico apunta a evitar que se frene el proceso de desinflación iniciado a mediados del año pasado y consolidado en los primeros meses de 2025.
Las proyecciones para agosto anticipan un nuevo repunte, impulsado por la suba de combustibles asociada al tipo de cambio y por remarcaciones en artículos de consumo masivo. Aunque el mes recién cruza su ecuador, las consultoras estiman que el piso se ubicaría en el 2%. Un dato así encendería alertas, ya que firmas reconocidas advierten que en septiembre e incluso octubre la inflación difícilmente regrese por debajo de ese nivel, lo que podría erosionar las expectativas positivas de inversores y empresas y provocar más ajustes preventivos de precios.
Para amortiguar el efecto de la suba del dólar —que cerró julio en $1.380—, el Gobierno implementó una agresiva política monetaria: contracción de liquidez, suba de tasas y una baja del tipo de cambio oficial a $1.325 al cierre de ayer, en su novena jornada consecutiva en descenso. El objetivo es acotar al máximo el impacto en precios y mantener la estabilidad cambiaria hasta las elecciones legislativas.
En ese marco, el Tesoro convalidó ayer tasas cercanas al 70% anual para renovar Lecap de corto plazo. Y anunció una nueva licitación para absorber excedentes monetarios. El ministro de Economía, Luis Caputo, justificó la estrategia por la necesidad de enfrentar el llamado “riesgo kuka”. La desconfianza de los mercados ante la posibilidad de un regreso del kirchnerismo, que en el pasado dejó un fuerte deterioro macroeconómico.
La apuesta oficial es que “la codicia venza al miedo”, como dijo en 2002 el entonces titular del Banco Central, Mario Blejer. Cuando se incentivó inversiones en pesos con altos rendimientos para desalentar la presión sobre el dólar. No obstante, si estas tasas extraordinarias se prolongan, podrían golpear la actividad. Por ejemplo, encarecer el crédito, elevar la morosidad y aumentar los costos empresariales, trasladándose a precios.
Finalmente, implicarían un crecimiento acelerado de la deuda en moneda local si los rendimientos reales continúan superando en más de 40 puntos porcentuales.
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