La última bala del Cholo Simeone: los culpables no pueden ser siempre los demás

El Atleti ya ha perdido la Liga. No tardó ni seis días, los que transcurrieron entre el harakiri de Simeone ante el Espanyol y la exhibición de impotencia de todos contra el Elche. Es el nuevo récord mundial de tirar una temporada... y también es mentira. Es ridículo dar por muerto a un equipo tras dos jornadas, menos aún a uno que ha cambiado medio once titular y (quiero creer) su idea de juego, pero lo que sí ha fulminado es la renovada ilusión de una afición que cada vez tiene la mecha de la paciencia más corta. Con motivo.
Desde que ganó el título en 2021, el declive del Atleti ha sido imparable. Poco a poco, pero con un ritmo constante, como ese amigo que no te das cuenta de que se ha quedado calvo hasta que estás unos meses sin verle, el equipo cada vez está más lejos no ya de Barça y Madrid sino de lo que él mismo fue, aquella máquina de competir que inventó el mismo Cholo que ha comandado sin rebelarse su actual demolición.
El principal culpable ha sido el club, como tantas veces. Dejó envejecer y descomponerse la plantilla porque su única ambición era ser tercero y para eso, en esta Liga asfixiada de Tebas, te vale una plantilla geriátrica como la del curso pasado. Pero este verano ha visto las orejas al lobo (ese Athletic con Nico y Sancet, que serían dos de los tres mejores del Atleti; ese Villarreal que ya pesca en el mismo estanque que los rojiblancos) y ha invertido en talento y juventud (Baena, Cardoso y Almada son un salto de calidad real; Hancko, un profesional).
Ha fichado menos de lo necesario tras tantos años sin regar la planta (¿dónde están el sustituto de De Paul y la competencia para Giuliano Simeone?), pero lo suficiente para exigir una mejoría que no se atisba. Ahí toca mirar a Simeone.
El problema es que la figura del Cholo, ya más leyenda que humano haciendo un trabajo, imposibilita el análisis. Todo es víscera y grito. Para los cholistas, exigirle es faltarle al respeto y ser madridista, como si el jodido Atlético de Madrid no hubiera ganado antes o no se hubiera despedido a Luis Aragonés, el único dios verdadero. Para los antis, seguir confiando en quien te ha hecho feliz es mera nostalgia, venderse a Gil Marín, a Milei y al mismísimo diablo. Para el atlético sensato, tener que tomar partido entre tanta chorrada es un coñazo. E innecesario. Sólo hay que ser justo.
Simeone no se ha convertido de golpe en un mal entrenador, pero el fútbol no espera a nadie y ha evolucionado más rápido que él en los últimos tiempos. Esto les ha pasado a todos los grandes en algún momento. Guardiola se adaptó al llegar a Inglaterra, Mourinho nunca lo logró y anda por Turquía. El Cholo, tras estos años con equipos propios de otra era, merece tener la ocasión de demostrar si puede volver a ser élite y entrar al fin en la década actual con una plantilla moderna. No perfecta, pero moderna. Esta lo es. Tiene un año. Si no, ya no habrá excusas. Los culpables no pueden ser siempre los demás.
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