Cuando la paz es un ansia

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Cuando la paz es un ansia

Cuando la paz es un ansia

La hiperactividad del presidente Donald Trump para intervenir como árbitro en diferentes guerras (la última, entre Armenia y Azerbaiyán) ha recibido una respuesta mediática que, en general, tiende a la caricatura. Trump se lo ha ganado a pulso con una estrategia de omnipresencia asfixiante, más propia de un concursante de reality show que de un presidente. En los realitys , la fanfarronada, la grosería, la irresponsabilidad y la frivolidad siempre son premiadas por la audiencia, al margen del purismo de los críticos o de la opinión publicada.

Ahora cuentan que Trump está obsesionado por ganar el Nobel de la Paz y que todo lo que hace para intervenir entre el gobierno de Netanyahu y Hamas o de contener el imperialismo de Vladimir Putin responde al ansia de recibirlo, sobre todo sabiendo que a Barack Obama –sin el cual Trump no existiría como político– se lo concedieron en 2009 con una justificación opinable: “haber contribuido a fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”.

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Al Drago / Bloomberg

Al margen de la caricatura, la actitud de Trump es coherente. Desde su punto de vista, el criterio del jurado del Nobel es lo bastante errático para creer que, con una buena campaña de autopromoción, se lo pueden conceder. Desde el punto de vista de Trump, repito. ¿Qué debió pensar cuándo, en 1989, lo ganó el Dalai Lama? Si revisamos los delirios de grandeza de la biografía del presidente, es fácil conjeturar que cada vez que una personalidad recibía el premio, pensaba que se lo merecía más él. Recordemos que Trump tenía dieciocho años cuando Martin Luther King lo ganó y veintisiete cuando se lo concedieron a Henry Kissinger. Que tenía cincuenta y seis cuando lo ganó Jimmy Carter, sesenta y uno cuando lo ganó Al Gore y, como culminación a lo que le debió parecer el colmo del delirio, sesenta y tres cuando lo ganó Obama.

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SANT JOAN DESPI (BARCELONA), 10/08/2025.- El guardameta alemán del FC Barcelona Marc-André Ter Stegen (i) y sus compañeros durante la presentación del equipo previa al encuentro correspondiente 60.ª edición del Trofeo Joan Gamper que juegan ante el Como 1907, este domingo en el estadio Johan Cruyff de la localidad barcelonesa de Sant Joan Despi. EFE/Quique García

Ahora, desde la Casa Blanca, tiene la oportunidad de conseguir lo que tanta ilusión le hace precisamente porque confía en el criterio de un jurado que en el pasado ha galardonado la barbarie y la impunidad, como si quisiera darle la razón al cómico francés Jean Yanne: “Conozco a unos cuantos que, para ganar el Nobel de la Paz, serían capaces de matar”.

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