Cómo arreglar nuestra Constitución rota

La historiadora Jill Lepore explica cómo el poder de cambiar la ley a través de enmiendas constitucionales siempre tuvo como objetivo evitar que los estadounidenses se mataran entre sí.
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La vida política estadounidense se encuentra actualmente estancada, convirtiéndose en una espiral aparentemente inexorable de polarización, victimización y acaparamiento de poder. La Constitución se usa como espada y escudo, y también como si fuera la palabra de Dios. Al parecer, los estadounidenses han perdido la capacidad de pensar creativa y expansivamente sobre la Constitución y nuestra capacidad para enmendarla. En el Amicus de esta semana, Dahlia Lithwick conversa con Jill Lepore, cuyo nuevo libro "Nosotros, el pueblo: Una historia de la Constitución de EE. UU." es una exploración exhaustiva y audaz de una parte central, pero completamente descuidada, del esquema constitucional estadounidense: el proceso de enmiendas. En su libro y en esta entrevista, Lepore reta a los estadounidenses a reavivar su imaginación constitucional y a reflexionar seriamente sobre lo que el acto de reparar o enmendar ha significado a lo largo de la historia de la nación y lo que podría significar para un país al borde del abismo.
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