Gasto público: por qué Francia es (casi) un modelo para Europa

Si hay una crítica a la economía francesa, escribe este columnista estadounidense para The Guardian, es que persiste en mantener un mercado laboral excesivamente rígido. Pero más allá de este aspecto, añade, toda Europa haría bien en inspirarse en el gobierno francés y sus generosos subsidios.
Como alguien que siempre se ha opuesto a la austeridad, Francia me está dando problemas, con una deuda nacional y un déficit presupuestario equivalentes al 114% y al 5,8% del PIB, respectivamente. Si bien el "ultraneoliberalismo" de Macron ha sido criticado durante varios años por sus oponentes de izquierda y extrema derecha, es difícil encontrar pruebas tangibles, al menos a nivel macroeconómico: el gasto público francés (57,3% del PIB) y los ingresos (51,4%) se encuentran entre los más altos del mundo, especialmente en lo que respecta al gasto en prestaciones sociales, que es superior al de todos sus vecinos europeos.
Y, sin embargo, durante la última década, ha sido imposible vivir en Francia y permanecer insensible a la observación general de la que los franceses acusan al gobierno: los servicios públicos están en declive. El personal sanitario denuncia la falta de personal en los hospitales públicos; los habitantes rurales, el cierre de las líneas ferroviarias; los estudiantes y profesores, la falta de recursos que afecta tanto a las universidades —muchas de las cuales están en ruinas— como a la investigación.
El dinero no lo soluciona todo. Casi todos los países se enfrentan a una escasez de personal sanitario, agravada en Francia por el numerus clausus en medicina, que finalmente se levantó en 2020. Además, Francia tiene
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