Millones de españoles sufren esta enfermedad, pero la mayoría no lo sabe (y parte de la culpa es de Concha Velasco)
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Se estima que alrededor de 60 millones de personas en Europa conviven con incontinencia urinaria (IU), una condición caracterizada por el mal funcionamiento de los músculos o los mecanismos que controlan la vejiga y la uretra, lo que favorece la pérdida involuntaria de orina. Si bien es una enfermedad que afecta a ambos sexos, la prevalencia se duplica en el caso de las mujeres: se estima que entre el 3%-23% de los hombres sufren dicha disfunción y en mujeres este porcentaje se incrementa hasta el 11%-52%.
Si aterrizamos los datos en nuestro país, se calcula que cerca de tres millones de personas en España conviven con esta patología, afectando especialmente a las mujeres mayores institucionalizadas, que presentan enfermedades crónicas, polimedicación o movilidad reducida, donde la prevalencia alcanza un 89,5%. Pero a pesar de estas cifras, los expertos consideran que la IU continúa siendo una condición altamente infradiagnosticada, infratratada y estigmatizada, lo que obstaculiza gravemente el acceso a una atención adecuada.
En este contexto nace la Alianza contra la Incontinencia Urinaria (ALiNUR), formada por nueve sociedades científicas y asociaciones de pacientes con el apoyo de la compañía de tecnología médica Becton Dickinson. El objetivo principal de esta es “impulsar un abordaje integral de la incontinencia urinaria, centrado en la prevención, la detección temprana y el acceso equitativo a tratamientos eficaces, incluidos los innovadores, y en el fortalecimiento de la coordinación en la atención primaria”, ha explicado en una presentación a los medios Àngels Roca, paciente y presidenta de la Asociación Incontinencia ASIA, una de las organizaciones que han creado ALiNUR.
Junto al surgimiento de la Alianza también ha nacido un documento de consenso elaborado por los todos miembros: Retos y propuestas para la mejora de la continencia urinaria femenina en España. En esta guía los expertos señalan la necesidad de desarrollar un abordaje específico que responda a las múltiples necesidades no cubiertas de esta patología. Entre ellas, destaca la importancia de implementar programas de formación específica dirigidos a profesionales sanitarios, así como acciones de educación en torno a la patología para pacientes y familiares, de modo que se les capacite para el diagnóstico ágil y el control de la enfermedad.
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“Reforzar la preparación de los médicos de familia e impulsar las figuras de la enfermera de enlace o la enfermera gestora de casos resulta fundamental para el manejo de la incontinencia urinaria. No solo en cuestión de diagnóstico y seguimiento de la enfermedad, sino para mejorar la coordinación entre niveles asistenciales, la continuidad asistencial y la atención de los y las pacientes”, destaca María Victoria García, tesorera de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) y miembro de la Alianza. “El impulso de unidades especializadas en el manejo de incontinencia urinaria facilitarían que cada paciente reciba la atención más adecuada según su situación clínica. Un hecho especialmente relevante para los casos más complejos”, concluye García.
Para alcanzar esta adecuación de la atención de las pacientes y garantizar el acceso rápido y óptimo a tratamiento, ALiNUR reclama que se garantice que las mujeres que padecen esta condición tengan acceso a todas las alternativas terapéuticas disponibles en el mercado nacional, incluyendo las soluciones terapéuticas innovadoras. Por ello, resulta también crucial incentivar la investigación en torno a esta patología en diversas poblaciones.
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“Contar con datos actualizados sobre la prevalencia en nuestro país a través de una muestra representativa, facilitaría una mejor comprensión de la magnitud e impacto de la incontinencia urinaria en la salud. La innovación en esta materia contribuiría notablemente al desarrollo de nuevos tratamientos y dispositivos sanitarios que podrían ofrecer soluciones efectivas, seguras y accesibles, especialmente para las pacientes donde el abordaje es paliativo”, subraya la Dra. Irene Díez Itza, presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
El abordaje de la IU femenina en nuestro país genera un impacto económico tanto en términos de costes directos como indirectos, en Europa se estima que la carga económica supera los 69.000 millones de euros anuales.
En España, solo el uso de productos absorbentes representaba el 59% del total de productos sanitarios prescritos en 2022, con su consiguiente repercusión a nivel ambiental, generando más de 172.000 toneladas de residuos anuales derivados de la eliminación de pañales de un solo uso, cuya degradación completa puede tardar hasta 500 años.
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También hay que resaltar los problemas asociados en términos de salud mental que a menudo acompañan a esta condición. A nivel psicosocial, estudios recientes muestran que hasta un 30% de las mujeres con IU presenta síntomas de depresión, consecuencia directa del estigma, la pérdida de autonomía y el deterioro de la calidad de vida.
“Un factor fundamental que contribuye a este impacto es el estigma asociado a la incontinencia urinaria. Muchas mujeres sentimos vergüenza y temor a ser juzgadas, por lo que no lo compartimos con los profesionales sanitarios. E incluso ni siquiera con nuestro propio entorno. Esta situación contribuye al aislamiento social, la disminución de la autoestima y problemas emocionales como la depresión”, explica la presidenta de la Asociación Incontinencia ASIA. “Poner en marcha acciones de sensibilización social contribuiría notablemente a reducir este estigma, así como a fomentar entornos más comprensivos y adaptados a las necesidades de las personas afectadas”, concluye Roca.
El reto en edad geriátricaLa IU afecta a entre el 20% y el 25% de la población geriátrica, con cifras que superan el 50% en residencias para personas mayores. Sin embargo, solo una minoría de pacientes consulta al médico, lo que refleja un importante infradiagnóstico y subregistro. A esta situación contribuyen factores como la falta de educación sanitaria, la escasa sensibilización de los profesionales y la percepción errónea de que la IU es una consecuencia inevitable del envejecimiento.
Un infradiagnóstico en el que también tiene mucho que ver el denominado “fenómeno Concha Velasco”, un término empleado por los sanitarios en la presentación de la ALiNUR para reprochar la normalización de las pérdidas de orina a raíz de una campaña publicitaria en la que participó la actriz. Esto hace que muchas pacientes no piensen que puedan tener un problema serio, por lo que no acuden a los médicos, según coinciden todos los expertos firmantes del nuevo documento de consenso.
Los expertos señalan que el manejo eficaz de la IU en este grupo requiere un enfoque multidisciplinar, que combine tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, sobre todo en aquellas pacientes donde el abordaje es paliativo. En entornos institucionalizados, además, la elevada prevalencia plantea retos añadidos en cuanto a recursos, formación del personal y protocolos de atención.
“La IU sigue siendo una gran invisibilizada en la atención a las personas mayores. Es fundamental promover intervenciones centradas en la dignidad y la calidad de vida de quienes la padecen”, concluye la miembro de la SEEGG.
El Confidencial