La consulta de Pedro Sánchez

En una nueva muestra de su sagacidad y osadía, Pedro Sánchez ha sorprendido a todos con la iniciativa de abrir un período de consulta pública para decidir acerca de la opa de BBVA sobre Banc Sabadell. Todo señala que se trata de legitimar una decisión contraria a la absorción planteada por los de Carlos Torres. Sin embargo, la consulta podría haberse evitado pues las razones para que el Gobierno frene la opa son ya más que suficientes.
Al analizar la cuestión, deberíamos incorporar tres consideraciones previas. De una parte, entender que nos referimos a la prestación de un servicio esencial para los ciudadanos y, aún más, para las empresas, muy dependientes del crédito bancario. De otra, recordar lo necesario de la intervención pública para reconducir disfunciones y excesos de los mercados, como bien muestra la historia reciente. Y, finalmente, atender las opiniones de los expertos que señalan cómo los dos bancos por separado son perfectamente viables en esta economía global.
La política debe priorizar el reequilibrio territorial en EspañaAsí, más allá de la legalidad, al Gobierno también le ampara la autoridad moral para decidir, dado que le corresponde velar por el interés general a largo plazo, especialmente tras el informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que se ha limitado a unos tecnicismos transitorios para un período de tres años, como si nada importara el mapa bancario resultante a partir de 2028.
A su vez, en el momento que vivimos, caracterizado por una avalancha histórica de beneficios y dividendos de los bancos, resulta inaceptable que se plantee la eliminación de miles de puestos de trabajo. Un expediente de regulación de empleo en dos entidades que pasan por su mejor momento resulta un genuino disparate, que no hace más que debilitar la confianza ciudadana en este capitalismo.
Finalmente, la política debe situarse siempre por encima de los tecnicismos, priorizando, también, el reequilibrio territorial en España. Con esa vocación, no se puede renunciar alegremente a uno de los poquísimos centros de poder periféricos para favorecer, aún más, la inaudita concentración en Madrid. Y por mucho que ahora se prometa el mantenimiento de capacidad de decisión en Catalunya, la historia reciente resulta inequívoca y, además, viene protagonizada por BBVA que, en momentos distintos, integró a Banca Catalana y Catalunya Caixa. En ambos casos, se aseveró que se mantendrían unidades relevantes del banco resultante en Barcelona. Pero la realidad resultó bien distinta: una delegación territorial como cualquier otra y todo el poder a Madrid.
Estaremos atentos a la iniciativa de Pedro Sánchez, pese a que la política debería asumir su papel central sin necesidad de consultas públicas. Por cierto, resulta curioso observar cómo buena parte de los financieros favorables a la actuación gubernamental habían sido, hasta la presentación de la opa, pertinaces críticos de cualquier asomo de intervención pública.
lavanguardia