Un cuento político donde el cazador va y es cazado.

En esa escena donde el sacerdote defiende matar animales como un “derecho divino”, el grito de nuestro héroe: “¿Cómo pueden escuchar estas cosas?” no es sólo el punto de quiebre de la película; es un grito colectivo dirigido al sistema sordo de esta época.
Imagine una novela de misterio que busca justicia animal. Las víctimas son humanos, los perpetradores son la naturaleza. Ambientada en la soledad nevada y envuelta en niebla de la frontera polaca, esta película explora la caza, la masculinidad y el poder. Basada en la novela de Joanna Bator, Spoor, filmada por Agnieszka Holland, una de las figuras más influyentes del cine europeo, no es solo una historia de detectives. Es también una elegía de la naturaleza. Las voces de los animales y la expresión de la ira femenina. La película construye un discurso político impactante al exponer la sed de sangre de la caza disfrazada de "afición", la hipocresía del sistema machista y la dominación que la religión ejerce sobre la naturaleza. Su retórica es tan dura y directa como su estética. Los cazados son cazados. En el centro de la película está Janina Duszejko, una astróloga, feminista y anarquista que vive en armonía con la naturaleza. La historia se narra a través de sus ojos, y a través de ella, presenciamos una impactante transformación de la soledad individual a la rebelión colectiva. Tras la pérdida de su perro, los cazadores del pueblo comienzan a morir uno a uno. Estas muertes, inicialmente aparentemente misteriosas, van mucho más allá de la pregunta "¿quién es el asesino?" de las novelas policíacas clásicas. Porque aquí, el crimen no se limita a un cuerpo que cae al suelo. Estos asesinatos demuestran que la paciencia de la naturaleza se está agotando, y una conciencia que busca justicia para los animales en nombre de los humanos ya no guardará silencio.
ECOFEMINISMO EN LA NUEVA OLADirectora Agnieszka Holland es una de las maestras vivas del cine político. Comenzó su carrera como asistente de Andrzej Wajda y ganó profundidad tanto estética como ética a través de sus colaboraciones con Kieslowski. Spoor en realidad marca una nueva expansión en la filmografía del director Holland; dentro de una mitología de la naturaleza entrelazada con elementos góticos, muestra que la justicia puede ser reimaginada no solo a través de la ley o la moral antropocéntrica, sino también en contextos ecológicos y políticos. En mi opinión, esta película es una representación impactante y política del cine por los derechos de los animales . En un aspecto, la película retrata la ira de la justicia natural y el ecofeminismo como una poderosa rebelión contra la violencia antropocéntrica. Holland transmite sorprendentemente el mensaje a la audiencia de que "proteger a los animales y la naturaleza no es solo una elección individual, sino un imperativo político y ético". En la escena donde el sacerdote defiende matar animales como un "derecho divino" en el sermón cristiano, el grito de nuestro héroe: "¿Cómo puedes escuchar esta mierda?" no es solo el punto de ruptura de la película; Un grito colectivo dirigido al sistema sordo de nuestra época. La actuación de Agnieszka Mandat en el papel principal es la encarnación cinematográfica de la rabia reprimida. La frialdad de los planos, que reflejan la soledad del personaje, y la belleza de la naturaleza contrastan marcadamente con la podredumbre del sistema. Me encanta Trace no tanto por su historia, sino por su peso político y estético. La película es un poco como un cuento de hadas interminable. Pero este cuento huele a pólvora, no a polvo de hadas.
ASESINATO OFICIAL INDUSTRIALIZADO: CAZALas marchas por los derechos ya no están solas. Las demandas de liberación femenina, justicia ambiental, antiglobalización e igualdad entre especies marchan juntas. Las marchas, a las que asisten decenas de miles de personas, son un faro de cómo se moldearán las calles del futuro. Y la caza, en particular… la versión industrializada del "asesinato oficial". Es tan arcaica, tan bárbara, que se siente como el remanente de un pasado vergonzoso al que ya no pertenecemos. El turismo cinegético, que genera ingresos anuales que oscilan entre los 3 y los 25 millones de dólares, está construyendo una economía no regulada, incuestionable, pero en crecimiento en Turquía. Las cifras en Europa son aún más alarmantes. España ingresa 6.000 millones de dólares anuales, Francia 90.000 millones y Alemania 150.000 millones. Los ingresos anuales del turismo cinegético en Sudáfrica superan los 500 millones de dólares. Estas cifras nos dicen algo: los animales se cazan no solo en la naturaleza, sino también en los mercados financieros. Y en Turquía, sigue siendo un sector promocionado bajo la apariencia de "deporte" y "turismo". Considere la siguiente definición en el sitio web oficial del gobierno: "Los cazadores tienen la oportunidad de aprender sobre diferentes culturas al poseer valiosas partes de animales salvajes como recuerdo, como cuernos, dientes y pieles". ¿No suena esta frase como el comienzo de una película de terror? Si es así, estás en contra de la caza.
BirGün