El perfil de los seguidores de Chega no X y lo que esto revela sobre la sociedad y la política digital en Portugal

El análisis detallado de los seguidores de Chega en la red X (anteriormente Twitter), realizado recientemente por el Movimiento de Democracia Participativa, me permitió reflexionar sobre el impacto de las redes sociales en la política portuguesa, la naturaleza del electorado de extrema derecha y, sobre todo, la transformación de los modos de participación ciudadana en el siglo XXI. Más que una simple lista de profesiones o hashtags , el retrato de esta comunidad digital plantea profundas preguntas sobre la identidad, la pertenencia, la radicalización y el futuro de la democracia.
Uno de los aspectos más llamativos de este análisis es la diversidad socioprofesional de los seguidores de Chega. Ingenieros, abogados, técnicos informáticos, productores audiovisuales, empresarios, estudiantes universitarios e incluso académicos brasileños conviven en esta comunidad digital. Este hecho sorprende a quienes aún asocian la extrema derecha con segmentos menos cualificados o grupos tradicionalmente marginados del proceso político. De hecho, la presencia de profesionales y estudiantes altamente cualificados de instituciones de educación superior demuestra que el discurso de Chega tiene la capacidad de captar públicos muy diversos. Este fenómeno no es exclusivo de Portugal: en varios países europeos, la nueva extrema derecha ha atraído a jóvenes urbanitas, profesionales e incluso emprendedores gracias a una comunicación agresiva y disruptiva, muy adaptada al universo digital.
Por otro lado, la presencia de estudiantes y exalumnos de instituciones brasileñas indica que el partido populista portugués se beneficia de una red transnacional de simpatizantes, impulsada en parte por la internacionalización de las ideas de la derecha radical, el intercambio de influencers digitales y el intercambio de estrategias políticas entre Portugal y Brasil, en particular entre los bolsonaristas. Este aspecto es especialmente relevante para comprender el éxito del partido entre las comunidades portuguesas de la diáspora y explicar su creciente presencia internacional.
A pesar de esta diversidad profesional, lo que más me impactó, aunque no me sorprendió, fue la homogeneidad ideológica de los seguidores de Chega. Las biografías de sus seguidores analizadas en este estudio se caracterizan por un tono informal, provocador y, en ocasiones, abiertamente agresivo. El uso del humor negro, expresiones como «sin quejas», «bolsonarista radical» o «conservador», y lemas como «Make Europe Great Again» (una adaptación del «MAGA» de Trump) revelan una clara identificación con la derecha radical, tanto portuguesa como internacional.
La referencia constante a valores como “Dios, Patria y Familia”, así como el uso de símbolos religiosos (como la cruz) y banderas nacionales (🇧🇷, 🇵🇹, 🇮🇱), refuerza una identidad colectiva que va más allá de la política: es una comunidad que se ve a sí misma como la guardiana de ciertos valores fundamentales, en oposición a lo que percibe como decadencia moral, corrupción política o la amenaza “globalista” que los seguidores de Chega asocian principalmente con la izquierda.
Esta autoidentificación ideológica es, en mi opinión, uno de los factores que más contribuye a la cohesión y movilización de los seguidores de Chega. Compartir símbolos, lemas y hashtags funciona como un «código» de pertenencia, permitiendo a los miembros reconocerse y apoyarse mutuamente, creando una verdadera «tribu digital» con límites bien definidos.
Otra característica distintiva de esta comunidad es el sofisticado uso de las herramientas de comunicación digital. El humor negro, la ironía y la provocación no son solo formas de expresión, sino estrategias intencionadas para captar la atención, generar controversia en redes sociales y, en consecuencia, aumentar el alcance de los mensajes. Mediante memes, chistes y provocaciones políticas, los seguidores de Chega a menudo logran transformar debates serios en batallas de interacción, donde el objetivo principal es generar impacto y viralidad, en lugar de promover el diálogo o el entendimiento mutuo.
Esta lógica comunicativa agresiva y polarizadora es típica de la nueva derecha digital, que entiende mejor que nadie el funcionamiento de las redes sociales: a mayor controversia, más compartidos, mayor visibilidad y, potencialmente, mayor apoyo. En este sentido, Chega y sus seguidores son a la vez producto y motor de la transformación del espacio público portugués, donde la política se desarrolla cada vez más al ritmo de los " temas de actualidad " y los " me gusta ".
El análisis también revela la presencia de periodistas, comentaristas políticos e incluso figuras de otros partidos entre los seguidores de Chega. Este fenómeno es ambivalente: por un lado, demuestra un interés en monitorear la actividad del partido, ya sea por motivos profesionales o por curiosidad política; por otro, contribuye a legitimar y ampliar el alcance de los mensajes de Chega, incluso cuando la intención es meramente informativa o crítica.
Aún más importante es el papel de los influencers digitales, activistas y figuras públicas que se identifican abiertamente con el partido o sus ideas. Estos perfiles actúan como multiplicadores de contenido, ayudando a crear "burbujas" de opinión y a consolidar la narrativa de Chega entre audiencias cada vez más amplias. La capacidad de movilización de estos influencers es uno de los secretos del éxito del partido en redes sociales y explica en parte su crecimiento electoral.
La representación de los simpatizantes de Chega en la red X plantea importantes interrogantes sobre el futuro de la política en Portugal. Por un lado, demuestra que la extrema derecha ya no es un fenómeno marginal o residual, sino una fuerza organizada y movilizada, altamente adaptada al universo digital. Por otro lado, revela los peligros de una política cada vez más polarizada, donde el debate de ideas se ve sustituido por la provocación, la caricatura y la radicalización.
La capacidad de Chega para construir una identidad colectiva sólida, basada en símbolos, eslóganes y estrategias de comunicación agresivas, es una lección para todos los demás partidos y para la propia sociedad civil: ignorar o subestimar este fenómeno es un error. Es fundamental comprender las profundas razones que llevan a tantos ciudadanos, de diferentes orígenes y profesiones, a identificarse con este discurso y a buscar pertenencia en una comunidad digital que les ofrece reconocimiento, apoyo y un sentido de misión.
En resumen, el análisis de los seguidores de Chega en la red X revela una comunidad digital sofisticada, diversa en su composición socioprofesional, pero profundamente homogénea en términos ideológicos. La fortaleza de esta comunidad reside en su capacidad para crear identidad, movilizar apoyo e influir en el debate público mediante estrategias de comunicación innovadoras y, en ocasiones, agresivas.
El reto para la democracia portuguesa es encontrar respuestas a este nuevo tipo de participación política, que ya no se limita a las urnas o a la calle, sino también, y cada vez más, al espacio virtual. Solo comprendiendo plenamente este fenómeno podremos construir una sociedad más plural y tolerante, capaz de resistir la tentación de la radicalización y el populismo digital.
Chega y sus seguidores son, nos guste o no, parte integral de esta nueva realidad. Nos corresponde a todos —ciudadanos, partidos, periodistas y académicos— reflexionar sobre lo que esto significa para el futuro de la democracia en Portugal.
Rui Martins es el fundador del Movimiento para la Democracia Participativa
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