¡La capital más peligrosa del mundo!

Esta no es una ciudad en un rincón remoto del planeta, sino Moscú, la capital más peligrosa del mundo. Ahora le tocaba el turno al exministro de Transporte. Solo llevaba 24 horas en el cargo, fue despedido... y murió. De mediana edad. Se desvaneció.
Son generales, ministros, miembros de la Administración de la Federación, periodistas, activistas, oligarcas y otras figuras que desaparecen sin dejar rastro. O mejor dicho: dejan rastro, sí, de muerte.
Parece obvio que solo conocemos casos de personas expuestas públicamente, pero es cierto que los desconocidos, los ciudadanos comunes, aquellos que se atreven a hablar en contra de Putin, desaparecen en masa. Mueren o son enviados al frente en Ucrania. Lo cual, en esencia, es lo mismo.
Hay miedo en el Kremlin. ¡Con razón! Es el punto cero del exterminio. Donde todo empieza y termina. Lo fue una vez, pero dejó de serlo durante décadas, y ahora, con Putin, ha regresado a los siniestros tiempos de Stalin. En el Kremlin, la muerte es rutina. Es un hábito. Una costumbre. Una práctica. Allí, solo mueren los que siguen vivos. Es la práctica actual.
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