Cómo Donald Trump convirtió la Casa Blanca en un palacio dorado de mal gusto lleno de baratijas en 100 días

La Casa Blanca de Donald Trump se está convirtiendo poco a poco en la Casa Dorada, a medida que el presidente estadounidense redecora gradualmente su oficina poco a poco.

El regreso del presidente de Estados Unidos a la Oficina Oval trajo consigo un cambio drástico en la decoración: convirtió el Ala Oeste de un lugar serio de trabajo importante en un llamativo palacio lleno de trofeos, que cada día se parece más al palacio de un dictador (o a un rascacielos de Donald Trump ).

Así es como el cargo más famoso del mundo cambió tan dramáticamente en los primeros 100 días de Trump nuevamente en el poder.

No sólo los trajes de Barack Obama eran de color beige: su Oficina Oval también era bastante beige.

Había sofás beige, una mesa beige, una alfombra beige, papel pintado a rayas beige. Era como si vieran un menú de nuggets de pollo y patatas fritas y pensaran: «Diseñemos una habitación así».

Podrías pensar que este beige es, de hecho, dorado. Pero te aseguramos que aún no has visto nada.

Los tonos gris y azul real de la Oficina Oval de Joe Biden eran bastante clásicos, recordando los diseños similares utilizados por Nixon y Clinton.

Había una austeridad sencilla que reflejaba la imagen de Biden. No es una sala del trono, es un lugar de servicio público.

Ponte las gafas de sol.

El regreso de Trump a la Casa Blanca ha traído consigo una vulgaridad poco común en el cargo de jefe de Estado. Y no una que se haya conseguido ganando unas elecciones, al menos.

Es una combinación de su gusto natural por la decoración (es famoso por su amor por el oro. Las cosas doradas. Las paredes doradas. Los tonos de piel dorados) y su ojo de dictador para las baratijas y los trofeos. Analicémoslo un poco.

Mire a la izquierda y a la derecha de la chimenea y verá dos mesas doradas que sostienen bustos de Winston Churchill y Martin Luther King Jr. Esas mesas antes eran de madera oscura y no tenían águilas.

Al girarse hacia la repisa de la chimenea, notará una colección de siete jarrones cada vez más llamativos que, si entrecierra los ojos un poco, le dan a la habitación un aire de vitrina de trofeos de escuela secundaria.

En las paredes más a la izquierda y a la derecha, en realidad colocados sobre dos puertas ocultas en la habitación curva, hay dos espejos dorados a juego.

Ahora nos centramos en la chimenea en sí...

Así lucía la chimenea durante la presidencia de Joe Biden . Como era de esperar, es sencilla y gris.

Ahora veamos qué diablos ha hecho Donald Trump con esto.

Encima de la chimenea, con suerte, habrá pegado (y posiblemente perforado) un par de apliques dorados genéricos, que o bien han sido pintados con aerosol dorado o cubiertos con pan de oro.

Aleja un poco la vista y podrás ver dos apliques iguales colocados aleatoriamente en la pared a ambos lados de la chimenea, justo antes de llegar a la pared de la galería de expresidentes. Porque no puede haber espacio muerto en una pared, ¿verdad?

Y cuando decimos que son apliques genéricos, lo decimos en serio. Por ejemplo, si te apetece comprar un juego tú mismo, puedes conseguirlos —sin oro— en Alibaba por menos de diez libras.

También notarás que las sillas que antes eran de color beige liso han sido retapizadas con un patrón dorado brillante.

¿Ves esa pequeña caja dorada en la mesa en el medio del Óvalo?

Esa es una caja dorada con posavasos dorados, cada uno de los cuales tiene el sello del presidente y alrededor del borde de la caja dice "TRUMP" y "47th".

El enorme avión que está sobre la mesa es el próximo Air Force One rediseñado de Trump, algo que ha estado obsesionado con conseguir desde la última vez que estuvo en el cargo.

Y detrás del Resolute Desk, hay aún más cosas.

Hay una réplica a tamaño real del Trofeo Mundial Jules Rimet, sin que se haya explicado bien el motivo. En ocasiones, la FIFA también ha exhibido en el Oval el nuevo y brillante trofeo de la Copa Mundial de Clubes, con su "plato que se transforma en globo terráqueo". Porque, pensándolo bien, la publicidad cruzada entre organizaciones presuntamente corruptas parece algo obvio.

Justo afuera de la Oficina Oval, en el lugar donde la gente espera a que la hagan pasar a una audiencia con el presidente, hay una portada enmarcada del New York Post con la imagen de Trump.

Y no cualquier imagen. Es su foto policial, tomada en el condado de Fulton cuando fue arrestado por conspiración para anular los resultados electorales de 2020. Lo cual parece justo lo que un líder de una democracia debería mostrar con orgullo.