Suburbios: ni ángeles ni demonios

El documental de Mohamed Bouhafsi , "La banlieue, c'est le paradis", fue un gran éxito en France 2 (18 de febrero). Actualmente se exhibe en el Palais de la Porte-Dorée de París la exposición “Suburbios amados”. La película de culto de los años 90 La Haine renace como musical y se presentará en la Fête de l'Humanité.
La prensa también se hizo eco ampliamente del libro Grands ensemble , de los sociólogos Fabien Truong y Gérôme Truc, que dedicaron diez años de investigación a Grigny (Essonne) y diseccionaron la vida cotidiana de los habitantes de mi ciudad. Los suburbios están pues en el punto de mira. Pero, al parecer, no es así para quienes toman las decisiones públicas. ¿Volverá a suceder lo mismo con la próxima Comisión interministerial sobre la ciudad, la gran masa de la política urbana bajo la égida del Primer Ministro, aplazada muchas veces y ahora fijada para el 6 de junio?
La sed necesaria de verdad en el asunto Bétharram ha dominado claramente a François Bayrou. Pero sobre todo, los suburbios ya hace tiempo que no son una prioridad en la agenda del gobierno. Y quizá, más aún, desde que Jean-Louis Borloo lanzó, hace veinte años, una renovación urbana de nuestros barrios, injustamente criticada, tanto como la política urbana, para la que se acaban de congelar 15 millones de euros.
Estos 15 millones de euros son una gota en el océano para el presupuesto estatal, pero un golpe más para nuestros barrios, que son cada vez menos prioritarios. Tanto más cuanto que la política urbana, que representa el 1% del presupuesto del Estado, no puede sustituir a las políticas nacionales en materia de empleo, de formación, de lucha contra la discriminación, de integración, de educación, de seguridad o de sanidad.
Parte del problema de Francia con sus suburbios es quizás sobre todo el modo en que los miramos, como si fueran una carga, pero esto también surge de un pesado legado colonial que no ha sido resuelto por la imaginación nacional. Nuestro mensaje es simple: nuestros barrios son una solución para el país, no un problema. Y lejos de la narrativa mediática que busca enfrentar la Francia rural y los pabellones con la Francia urbana, sus habitantes no son ni ángeles ni demonios. Algunos hacen brillar los suburbios en la pantalla grande. Y otros, durante los Juegos Olímpicos, hacen resonar la Marsellesa en los podios deportivos y son el orgullo de la Francia azul-blanca-roja.
Estas personalidades son estandartes de la reconciliación nacional con los suburbios. Pero, sobre todo, es urgente desmitificar nuestros suburbios. Como todos, en nuestros barrios, queremos formarnos, aprender, tener un salario justo, vivir en sociedad y en paz en una Francia libre, igual y fraterna.
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L'Humanité