Altos Alpes: descubriendo el Guil, un río salvaje en el corazón del parque natural de Queyras

El domingo 10 de agosto, el informativo de las 13 h te propone una escapada deportiva y refrescante a los Altos Alpes por el Guil, un río salvaje en el corazón del Parque Natural de Queyras, famoso por sus vertiginosas gargantas y sus pueblos colgados.
Este texto es un fragmento de la transcripción del informe anterior. Haga clic en el vídeo para verlo completo.
Sus aguas cristalinas serpentean por las montañas de los Altos Alpes . El Guil es un río salvaje cuyas vertiginosas gargantas atraen a los amantes de las emociones fuertes. Reunidos en el mismo barco, para una familia marsellesa, descender el Guil es una pequeña epopeya. Thibaut Mansuy vela por su seguridad, al timón. Lleva navegando por los torrentes en kayaks y balsas desde los 14 años.
El Guil es uno de los ríos más desafiantes de Francia. No todos los instructores de rafting pueden navegar por sus aguas agitadas. "Hay que obtener un diploma especial para navegar en el Guil. Es un entorno de aguas altas, clasificado en grados 3, 4 y 5. No se puede llevar a nadie sin el diploma correspondiente. Hay mucho que saber sobre seguridad", explica el instructor de rafting. Cada tramo complicado tiene un nombre. Para su primer rápido, es el Saignante. La coordinación es esencial. Al decir "Banzai", hay que levantar los remos y acurrucarse en el centro de la embarcación. La corriente se calma. Es una oportunidad para admirar el paisaje modelado por la erosión. Antes de ser un torrente, el Guil fue un glaciar que excavó la roca durante miles de años.
Los acantilados de piedra caliza son un paraíso fabuloso para los amantes de la escalada. Tres estudiantes vinieron con amigos para escalar la pared. Una vía ferrata les permite seguir el curso del Guil desde arriba y con seguridad. "Es bastante vertiginoso, pero muy agradable", dice la estudiante Sarah Fargere. Flotando sobre el agua, su progreso es lento, contemplativo, arrullado por el rugido del río. "El sonido del agua detrás de ellos es agradable", confirma el estudiante Elie Dumont. Algunos equipos de rafting también tienen que atravesar el acantilado.
Pero el Guil también puede ser mortal. En 1957, el río se cobró dos vidas y causó gran destrucción. Algunas de las cicatrices persisten hoy. "Antes había 14 puentes sobre el Guil. Doce de los 14 fueron destruidos durante el incidente", informa Thibaut Mansuy.
También hay algunos puentes colgantes para el disfrute y la emoción de los escaladores. Y el vértigo aún no ha terminado. La salida de su vía ferrata es desde arriba, a varias decenas de metros sobre el vacío. Tras dos horas de escalada, llegarán al Fuerte Queyras. Sus murallas, rediseñadas por Vauban, se alzan sobre las gargantas. Todos se llevan recuerdos profundamente conmovedores.
Francetvinfo