Endika Montiel, nutricionista: "Ese plátano que comes antes de entrenar es el mayor error que puedes cometer"
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La idea de comer un plátano antes de entrenar es, para muchos, sinónimo de energía rápida, vitalidad y menos calambres. Esta fruta rica en carbohidratos se convierte con rapidez en glucosa, lo que favorece el rendimiento físico en actividades moderadas o de corta duración. Además, su aporte en potasio ayuda a mantener el equilibrio de electrolitos, lo que puede ser útil para evitar calambres musculares durante el ejercicio. Al ser un alimento de fácil digestión y con antioxidantes naturales, no son pocos los que lo consideran un tentempié ideal antes de acudir al gimnasio o salir a correr.
Muchos nutricionistas incluso recomiendan su ingesta unos 30 a 60 minutos antes de la actividad física para aprovechar su efecto energético sin causar molestias digestivas. La cantidad suele ajustarse a la duración y la intensidad del entrenamiento, y suele bastar con una pieza si el ejercicio es corto. En algunos casos, se sugiere combinarlo con otros alimentos como miel, frutos rojos o batidos para potenciar su efecto y asegurar una mayor recuperación tras el esfuerzo físico.
Sin embargo, no todos los expertos comparten esta visión. El coach de alimentación consciente Endika Montiel ha sido tajante al respecto: “Ese plátano posiblemente sea el mayor error que puedas cometer previo a un entrenamiento”. Según explica, ingerir este tipo de hidratos antes de entrenar “no tiene ningún tipo de sentido”, ya que el organismo no dispone del tiempo necesario para metabolizarlo y transformarlo en energía útil para los músculos. Montiel sostiene que el cuerpo destina hasta un 80% de la sangre al aparato digestivo para digerir los alimentos, justo cuando esa sangre debería estar en los músculos para aportar oxígeno y nutrientes.
Montiel va más allá y advierte de que este hábito puede tener efectos contraproducentes: “Ese plátano que te has comido una hora antes, posiblemente lo que haga es sabotearte el entrenamiento porque hace una interferencia en tu sistema digestivo con la periferia muscular”. Según el experto, este “estado de interferencia” no solo disminuye el rendimiento, sino que podría derivar en lesiones. Su recomendación es clara: optimizar los depósitos energéticos con antelación, idealmente “la noche anterior o, como mínimo, cuatro horas antes del entrenamiento”. Y si no, mejor entrenar en ayunas.
El Confidencial