El mejor Real Madrid del año suda y vence al bravo Unicaja, mientras hay un ciclón taronja en Valencia
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Las semifinales de la ACB avanzan adecuadamente. A un ritmo de un partido diario, el que pestañea se lo pierde. Y el espectáculo es digno de prestarle atención. La nueva tanda de duelos ofreció uno desigual y otro de intensidad extrema: mientras la Naranja Mecánica funcionó a todo trapo, en la capital del Reino el engañoso resultado no empezó a dibujarse hasta los minutos finales.
Valencia supo imponer la energía de su plantilla coral. Comenzó sorprendiendo Vidorreta, que dejó fuera a Kramer, con Morin al poste y Shermadini en el banquillo. Con una estrategia de defensas cambiantes y el acierto de Scrubb, comenzaron controlando y por delante (0-5) a pesar de algunos errores. Tardó 3:30 en anotar, con el primer tiple de Montero, que siguió luego con dos libres. Y se cerró el aro para los tinerfeños, otros tres minutos para el 11-5 y la tortura posterior del gota a gota dejó el primer cuarto en 23-10, que pudo ser peor.
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La continuación comenzó como un festival de triples que tuvo el pistoletazo de salida con Sestina y Fitipaldo, aunque luego se unieron a la fiesta Costa, Ojeleye o Larrea… La Laguna no podía soportar la intensidad taronja y terminaron por claudicar: 55-35 al descanso y ya se percibía en el horizonte el color naranja en la victoria final.
Porque el segundo tiempo fue más de lo mismo. Y ganó el tercer parcial el equipo canario, pero regresó el martillo pilón en el cuarto final, donde llegaron a 30 puntos de anotación. Y eso que Sastre lanzó un triple que hubiera puesto a La Laguna 13 abajo, con ocho minutos por jugar. Pero la respuesta a su fallo fue un chaparrón de triples de Pradilla y Jones que dejó +23 con siete minutos por delante y los aurinegros claudicando.
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No es ya que Montero luce brillante al frente del equipo, sino que la enérgica rotación que propone Pedro Martínez es un martirio para sus rivales porque la intensidad defensiva, el dominio en los tableros (46 rebotes es una barbaridad), las escasas pérdidas y la contundencia en el lanzamiento exterior fueron un muro inatacable para los de Txus Vidorreta. Por cierto, parece ser que el dominicano permanecerá un tiempo en Valencia, que es una gran noticia para ellos y para la competición.
El sábado se desplaza la eliminatoria al Santiago Martín en La Laguna. Visto lo visto, hay un favorito claro, pero puede que como local, el buen equipo de Vidorreta pueda rascar algo. Pero su plantilla, brillante todo el año, también es veterana y este ritmo de partidos puede ir en su detrimento.
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Y qué trenes. Llega el Madrid en su mejor momento del año, defensa de bandera, veloces y finos en el tiro exterior. Unicaja parece mantener su eficiencia de toda la temporada, con catorce unidades intercambiables y con la estela de haber dejado fuera al Barcelona, remontando una derrota inicial.
El segundo duelo se terminó decantando a falta de apenas tres minutos. En ese momento, Tyson Pérez anotaba un triple para colocar un 77-71 y todo por resolver. Entonces apareció el Facu Campazzo, que hizo un partido soberbio, pero con un final de epifanía, para anotar nueve puntos con dos triples, uno de ellos extraordinario, y tuvo Unicaja que firmar el armisticio, 90-75 en un abrir y cerrar de ojos.
Pero antes, el partido ofreció un duelo a la altura de lo esperado. No se pareció en nada al primer encuentro de la serie, donde la energía madridista puso tierra de por medio desde el principio ante un aparentemente fatigado Unicaja.
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De inicio, modificó una vez más su quinteto Ibon Navarro, con la novedad de Johnny Barreiro y Tyson Pérez de inicio. Chus Mateo continuó su línea de los últimos tiempos, con potencia interior (Abalde, Mario, Eli, Tavares). Durante dos minutos, toda la energía de la pista se disipaba en el aire: cero puntos entre ambos. Una vez descerrajado el aro, sendos triples de Perry y Taylor daban la primera delantera a los malagueños (1-6), que mantendrían ya un tiempo. Con las defensas voraces en ambos aros, el goteo de puntos presagiaba una igualdad extrema esa noche de viernes en la capital.
Dio Sergio Llull la primera ventaja al Madrid, con un minuto por jugar (18-17) y lo refrendó con un par de libres y una mandarina estratosférica, marca de la casa, debe ser ya una marca registrada, para colocar el 23-19 que sugería el siguiente pensamiento: a pesar de las defensas colosales y los errores, el ritmo de juego permitía llegar a cota 23 al final del primer cuarto. Era baloncesto grande.
En fin, el segundo parcial siguió la línea inicial. El buen comienzo de Unicaja le llevó a enjugar una pequeña desventaja inicial del Real e incluso recuperar una ligera iniciativa. Entonces, una antideportiva a Kalinoski y una pérdida posterior del americano con excelente triple de Abalde, otorgaba de nuevo +7 al Madrid en un plis plas. De nuevo suturó la herida Unicaja y la sucesión posterior de faltas, tiros libres nacidos del bonus y pérdidas varias, cerró el parcial 46-41, y a descansar.
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Para el segundo tiempo, regresó Mateo a su quinteto inicial, siguió moviendo su roster Navarro. Pero Unicaja no vio aro durante cuatro minutos, así que el Madrid puso tierra de por medio (55-41). Cuando ya por fin anotó Carter un triple, respondió Abalde con otro, catorce segundos después: el duelo parecía ya pendiente, solamente, de la firma notarial. Ganchito de Tavares, triple al estilo Hezonja, 63-44 con catorce minutos por delante. Mal asunto para Unicaja, porque la defensa blanca no cedía ni un milímetro.
Pero se puso a remar el equipo andaluz. Cada tiro libre, cada rebote, cada canasta se sudaba y un mate final de Yankuba Sima dejaba en el electrónico un 67-58, así que no era hora de ir al notario, todavía, mandando la pelea al último cuarto, con todo por decidir. Eso sí, el Madrid 9 puntos por arriba.
Y en efecto: tres pérdidas blancas, algunos errores en los lanzamientos y la entrada en el juego de Perry con cinco puntos en fila, colocó un 67-63 e incluso se acercó más el Unicaja, ya a tiro de un triple. Temor en el Palacio. Pero fue Usman Garuba quien lo embocó desde la frontal y luego otro de Mario, abriendo de nuevo el marcador hasta +9. Entonces llegó Campazzo, llevando el éxtasis a un hemisferio y el silencio al otro. No pensaban muchos que volverían a ver al de Córdoba en semejante nivel físico: se sale.
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Terminó expulsado Ibon Navarro por doble técnica. Su irritación, visualmente llamativa vino ya gestándose desde el cuarto inicial, por una serie de decisiones arbitrales, especialmente la técnica a Balcerowski por un gesto tras una clara falta de Tavares, no señalada. El arriba firmante lleva unos cuarenta años viendo baloncesto y sigue sin comprender muchas veces los criterios en que se basan los árbitros, aunque siempre quepa el error humano.
Es verdad que se ha mejorado mucho en el contexto de la expresión arbitral, antaño autoritaria, hogaño mucho más dialogante. Por eso no se entiende a veces qué lleva a decidir señalar una técnica por un simple gesto, qué fina línea separa un gesto normal de un gesto merecedor de técnica. Hay casos objetivos: no se puede tocar un balón después de anotar. Pero los gestos son tan subjetivos, como que este viernes fue igualmente castigada con técnica la frustración de un jugador, por dirigirse a su propio banquillo. No, definitivamente, no se entiende que las actitudes airadas desde los banquillos sean a veces toleradas y otras, castigadas sin aparente motivo.
Y se podría seguir con este asunto: acciones de tiro triple desde el centro de la pista, contactos en la defensa individual, posiciones en los bloqueos o la lucha por el rebote. Cambia tanto de un partido a otro, de una terna arbitral a otra, que cada partido es como una caja de bombones, no sabes lo que te va a tocar. Será un tema para otro día.
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En fin, el Madrid venció los cuatro cuartos, con una tasa de acierto que ya la hubiera firmado en Euroliga este año y con una consistencia defensiva que es incluso su mayor garantía. La eliminatoria la tienen de cara y la intentarán resolver en Málaga.
Por parte de Unicaja, la semifinal se le ha convertido en un Tourmalet, larga y empinada, si es que llega a vencerla, que no por improbable deja de ser posible. En un año de éxitos, con una excelente plantilla donde todos cuentan, le vino a tocar en desgracia enfrentar a Barcelona y Madrid en las series finales. El domingo, tercer round.
El Confidencial