El Espanyol y su día de reflexión ante una situación límite

Eran las 22.00 horas de la noche cuando Manolo González salió de El Sadar hacia del autobús del equipo. Un pequeño grupo de aficionados, de los más fieles, esperaban para despedirlo a él y a sus jugadores. El técnico, lo hace habitualmente, se paró a charlar con alguno de ellos, pero la situación se volvió tensa y decidió meterse en el autobús. Desde afuera seguían lanzando críticas, así que bajó para afrontar la situación. González defendió a sus hombres y pidió apoyo. Consideró el técnico que el partido de Pamplona no fue tan malo como reflejó el marcador. “¡Mírate el partido!”, le dijo a quien más le atacaba verbalmente. Y se retiró. El Espanyol se marchó de Pamplona con la sensación de haberse metido en un buen lío.
El lenguaje corporal del equipo, sobre todo tras el segundo gol del Osasuna, fue de total abatimiento. Ya en el vestuario, tras el encuentro, los capitanes tomaron las riendas. Había rabia, la acumulada por una semana, más bien un mes, de lo más desgraciado para el club. Reconstruir el convencimiento de los jugadores será la tarea principal que le espera al cuerpo técnico esta semana. Cinco derrotas consecutivas y una incapacidad para ganar, ayer por momentos también para competir, han devuelto a la lona al equipo en lo anímico. Todo lo que ahora parece roto, debe restaurase a contrarreloj.
Manolo González defendió a sus jugadores a la salida del El Sadar ante algunos aficionados dolidosA lo largo de los últimos años, la falta de confianza, el miedo a perder, fue uno de los males endémicos de la plantilla. Una sensación que parecía superada con González al frente de la nave. El técnico se agarraba ayer precisamente a esos momentos, como en la final del playoff contra el Oviedo, en los que su equipo supo estar a la altura. “Jugamos en nuestro campo contra un equipo descendido. Es una oportunidad. Estos jugadores están acostumbrados a jugar finales, como contra el Oviedo, y eso me deja tranquilo. El equipo no se deja ir, se deja todo”, aseguró.
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El vestuario blanquiazul, por su parte, se unió a su entrenador para lanzar el mismo mensaje. “Estoy seguro de que lo conseguiremos. Tenemos que ir con todo”, dijo Pol Lozano, que auguró un duelo claramente “emocional” contra Las Palmas.
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La semana será larga. El equipo, que regresó el mismo domingo por la noche en el chárter que le llevó a Pamplona, volvió a los entrenamientos en la mañana de ayer. El día de descanso será hoy, para recapacitar y retomar el foco. Trabaja a contrarreloj el Espanyol para ser el mejor equipo posible el sábado frente a Las Palmas (no estará Kumbulla, sancionado). Necesita el triunfo, aunque un empate o una derrota podrían servirle si el Leganés no gana al Valladolid, colista ya descendido.
La final contra el Oviedo y el enfrentarse a un rival ya descendido son los clavos ardiendo a los que se agarra una plantilla que este año no ha parado de sufrir. Y quiere dejar de hacerlo con una gran fiesta en el RCDE Stadium, aunque para ello tendrán que lidiar con la presión de un partido a vida o muerte, de nuevo.
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