La ONU advierte de que las barreras económicas y no la falta de deseo de tener hijos explican la baja natalidad

El mundo lleva décadas experimentando un descenso sin precedentes de las tasas de fertilidad —de 5 hijos por mujer en 1950 a 2,25 hijos en 2024—, lo que ha llevado a los políticos más conservadores en Occidente a alertar contra un “inminente colapso demográfico”, a pesar de que con más de 8.000 millones de personas compartiendo el planeta y la longevidad en aumento, la población humana nunca ha sido tan alta. Al mismo tiempo, alertan contra la explosión demográfica en el Sur Global. La realidad es que millones de personas no tienen hijos o no tantos como quisieran porque se enfrentan a barreras económicas y sociales que se lo impiden. Esta es la principal conclusión del último informe de Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), hecho público este martes, y titulado La verdadera crisis de fertilidad: la búsqueda de agencia reproductiva en un mundo cambiante, donde el organismo denuncia que las decisiones reproductivas más íntimas, como usar anticonceptivos o formar una familia, están siendo socavadas o negadas a millones de personas.
“Esto no es una historia sobre personas que renuncian a la maternidad o la paternidad, sino sobre personas a las que se les está impidiendo ejercer ese derecho por barreras económicas, sociales y sistémicas”, afirmó la directora ejecutiva del UNFPA, Natalia Kanem, durante un encuentro online con la prensa. “Incluso en los países con las tasas de fertilidad más bajas, la mayoría de las personas quiere tener dos o más hijos. El problema es que no pueden”, añadió.
Incluso en los países con las tasas de fertilidad más bajas, la mayoría de las personas quiere tener dos o más hijos
Natalia Kanem, directora ejecutiva dle UNFPA
Para llegar a esta conclusión, el fondo de la ONU realizó una encuesta con más de 14.000 personas en 14 países que representan más de un tercio de la población mundial. Los resultados son contundentes: uno de cada cinco adultos en edad reproductiva cree que no podrá tener el número de hijos que desea. Entre quienes ya habían completado su familia, el 31% afirmó que tenía menos hijos de los que hubiera deseado. Y uno de cada cuatro asegura que quiso tener un hijo, pero no pudo hacerlo en el momento en el que le hubiera gustado.
Las razones son múltiples, pero hay un factor que destaca por encima de todos: la economía. Un 39% de las personas encuestadas declaró que las limitaciones financieras afectaron o afectarán su capacidad para tener la cantidad de hijos que desean. La falta de acceso a vivienda digna, la precariedad laboral, el alto costo de la educación y del cuidado infantil son algunos de los motivos más citados.

Pero también hay otros, como “la preocupación por los conflictos, el medio ambiente o el clima político en el que se vive”, apunta Kanen, que recuerda que una joven ucrania les dijo que quería tener hijos, pero que contemplaba cada día las dificultades a las que se enfrentaban las familias en su país. “No quiero una vida así ni para mí ni para mis futuros hijos”, aseguró, según relata la directora del UNFPA.
El informe desmantela, por tanto, según Kanen, una de las premisas más repetidas por ciertos gobiernos conservadores y corrientes pronatalistas: que la juventud actual ha perdido el interés por formar familias. En cambio, lo que revela es que la frustración de los deseos reproductivos es un fenómeno global. Se produce tanto en países de alta como de baja fertilidad, tanto en mujeres como en hombres, en personas casadas o solteras, heterosexuales o LGBTIQ+.
Amenaza contra la libertadSin embargo, de la misma forma que millones de personas no tienen los hijos que desean, la encuesta del UNFPA arroja a la vez, que una de cada cinco personas afirma haber sido presionada para tener hijos cuando no quería y una de cada tres mujeres mayores de edad ha tenido un embarazo no deseado.
“Muchos países se enfrentan al envejecimiento y la disminución de la población, a la escasez de mano de obra y al aumento de los costes sanitarios y de las pensiones. Son preocupaciones reales que, sin embargo, están llevando a algunos a conclusiones erróneas”, apunta Kanem. La directora del UNFPA alude a la “insistencia de que las mujeres y los jóvenes tengan más hijos”, en lugar de “promover la participación de la mujer en el mercado laboral, que está demostrado que mejora la productividad económica en un contexto de envejecimiento de la población”. Añade que “en algunos casos, puede ser el vecino de al lado el que te inste en que te cases antes de que sea demasiado tarde; en otros, puede ser el Gobierno, con anuncios” que cargan sobre las mujeres el peso de la descendencia, desliza.
Hay Gobiernos que van más allá e “imponen restricciones a la disponibilidad de anticonceptivos”
Natalia Kanen, directora ejecutiva del UNFPA
Pero también hay Gobiernos que van más allá e “imponen restricciones a la disponibilidad de anticonceptivos” o limitan el derecho al aborto, denuncia Kanen. La falta de acceso al aborto seguro, recuerda la directora del UNFPA, “conduce al aborto inseguro”, que es una de las principales causas de mortalidad materna en el mundo. Además, entre las mujeres que sobreviven a un aborto inseguro, muchas sufren infecciones que son una de las principales causas de infertilidad secundaria. “La verdadera amenaza no es el descenso de las tasas de fertilidad, sino la amenaza contra la libertad de las personas y su capacidad de elegir”, zanja.
Y mientras a las mujeres heterosexuales que viven en pareja se las empuja hacia la maternidad, “a las personas LGBTIQ+ y a las personas solteras se les niega a menudo el acceso a los servicios de fertilidad, y a los inmigrantes se les niega a veces el acceso a una atención de maternidad asequible”, denuncia Kanen. Y se pregunta: “¿A quién se considera merecedor de la opción de fundar una familia?”.
En el caso de África subsahariana, la infertilidad, que causa un gran estigma especialmente para las mujeres, es el principal motivo de consulta ginecológica, según el UNFPA. Y sin embargo, “solo el 2% de las parejas afectadas tienen acceso a un tratamiento eficaz”.
Frente a la obsesión por los índices de natalidad y la composición demográfica, el UNFPA propone un cambio de enfoque: en vez de preguntarse cuántos hijos necesita un país, habría que preguntar qué necesitan las personas para poder tener —o no tener— los hijos que desean. Y la respuesta pasa por garantizar servicios de salud sexual y reproductiva de calidad para todas las personas, promover políticas de conciliación (permisos de paternidad o guarderías económicas), promover la igualdad de género en los cuidados o considerar la migración como una estrategia válida ante el envejecimiento poblacional.
Según concluye el informe, “el verdadero problema no es que las decisiones reproductivas individuales no se alineen con los objetivos de un Estado o una economía, sino que los entornos y las políticas están desalineados con los deseos de las personas”.
EL PAÍS