Nuestros oceános no son el Lejano Oeste

Los pescados y mariscos son un alimento básico en mi hogar; tacos de pescado, ceviche, sushi. Pero sin importar qué tan bien sepan, no puedo evitar preguntarme: ¿fue capturado de manera responsable? ¿O sucedió algo terrible antes de que llegara a mi plato?
Detrás del comercio mundial de pescados y mariscos se esconde un punto ciego peligroso. Actores inescrupulosos se aprovechan de la inmensidad del océano para pescar ilegalmente y blanquear sus capturas dentro de la cadena de suministro, a menudo con consecuencias devastadoras para la vida marina, las comunidades costeras y los pescadores que legalmente ejercen esta actividad.
Esto significa que los pescados y mariscos en tu supermercado o en tu restaurante favorito podrían estar vinculados a estas actividades ilícitas, y vos no tendrías manera de saberlo. Pero no tiene que ser así.
En 2023, Oceana -organización de cual soy parte de su Junta Directiva- analizó la actividad pesquera cerca de las icónicas Islas Galápagos de Ecuador, área marina protegida desde 1998. Lo que encontramos fue alarmante: cientos de barcos pesqueros industriales, en su mayoría con bandera de China, pero también de España, Panamá y Ecuador, se agruparon cerca del borde del área protegida, y luego desaparecieron al desactivar sus dispositivos de posicionamiento satelital.
Este tipo de comportamiento suele ser señal de que algo anda mal. Una embarcación podría estar tratando de ocultar su ubicación para pescar ilegalmente, operar en aguas de otro país sin permiso, o descargar su captura sin ser detectada.
Incluso en lugares donde hay reglas, estas a menudo se rompen. La Unión Europea, por ejemplo, exige que las embarcaciones de más de 15 metros mantengan sus sistemas de rastreo encendidos en todo momento, salvo que exista un problema de seguridad legítimo. Sin embargo, en nuestro análisis de la pesca alrededor de Galápagos, 24 embarcaciones con bandera española desaparecieron por más de 35 mil horas en conjunto, 53 embarcaciones con bandera china desaparecieron por casi 27 mil horas, y casi todas registraron posibles encuentros o actividades de transbordo, donde los barcos pesqueros transfieren su captura a buques de carga refrigerados en alta mar. Aunque esta práctica no es ilegal, a menudo se utiliza para mezclar pescados y mariscos legales con ilegales, lo que hace que sea casi imposible rastrearlos.
Si estas acciones continúan sin control, los pescadores locales pronto podrían volver a casa con las manos vacías.
Sin embargo, hay una mejor manera. En 2023, pescadores artesanales de dorado en San Mateo, Ecuador, donde el 90% de la comunidad depende de la pesca artesanal, implementaron un programa pionero para construir confianza y trazabilidad. Sus embarcaciones fueron equipadas con cámaras y sistemas de rastreo digital. Los datos de las capturas se integraron en códigos QR, permitiendo a los compradores rastrear cada pez hasta la embarcación y las personas que lo capturaron.
Perú también está tomando acción. El gobierno está trabajando para asegurar que toda embarcación que pesque para consumo humano sea rastreada y reporte sus capturas. Esto no es solo una regulación impuesta desde arriba, los pescadores artesanales están liderando estas iniciativas, junto a organizaciones como Oceana.
Ahora, los gobiernos de todo el mundo tienen la oportunidad de seguir este ejemplo.
Los líderes mundiales reunidos en la conferencia Our Ocean que concluye hoy en Busan, Corea, deben comprometerse con una mayor transparencia y rendición de cuentas en la pesca mundial. Esto significa exigir que todas las embarcaciones mantengan sus sistemas de rastreo encendidos en todo momento, sancionar a quienes desaparecen en el mar y apoyar programas que ayuden a los pescadores a demostrar que están cumpliendo las reglas. Ya contamos con las herramientas. Plataformas como Global Fishing Watch permiten a cualquiera rastrear embarcaciones pesqueras en tiempo casi real usando datos satelitales. Pero para cerrar las brechas, necesitamos que los gobiernos actúen.
Nuestros océanos no son el Viejo Oeste. Son un recurso compartido y una responsabilidad compartida. Al comprometernos con la transparencia, podemos proteger los ecosistemas marinos, garantizar condiciones justas para los pescadores honestos y dar a los consumidores la confianza de que sus mariscos son seguros, capturados legalmente y etiquetados con integridad.
El futuro de nuestros océanos depende de lo que hagamos ahora. No podemos perder de vista lo que está en juego.
Actor, defensor ambiental y miembro de la Junta Directiva de Oceana, organización no gubernamental dedicada a la conservación del mar

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