El centro de AD

Al posicionarse como el centro de atención, Montenegro advierte que dialoga, pero "no tanto como para que termine en un punto muerto". Una auténtica disputa política de alguien que sabe que no tiene más remedio que esforzarse al máximo para no extenderse demasiado. Parece incongruente, y lo es. Demuestra claramente el dilema del primer ministro.
Dados los profundos cambios sociales, tecnológicos y geoestratégicos que estamos experimentando, el primer ministro se ha comprometido a acortar distancias o, en el mejor de los casos, a encontrar las mejores soluciones para cada una de las partes en conflicto. Si prefiere la postura del Partido Socialista en materia de defensa, negociará con los socialistas; si coincide con la postura del CH sobre inmigración, bastará con un entendimiento con el partido de André Ventura. Se trata de un juego de experimentación que se establece gradualmente en la práctica diaria.
Las tácticas de Luís Montenegro son comprensibles dado el fin del bipartidismo. Pero también suponen un gran riesgo para AD y, por ende, para el país. Desde el principio, Montenegro se presentó como un político reformista, alguien que marcaría la diferencia con António Costa. Montenegro incluso se comparó con Cavaco y comparó su resultado electoral de 2024 con el del PSD en 1985. El propio nombre de la coalición con el CDS pretendía recuperar el impulso de Sá Carneiro, quien prefería recortar gastos en lugar de entablar un diálogo para alcanzar el consenso.
Esta autoproclamada visión de Montenegro fue abandonada por él la noche del 18 de mayo, cuando AD no alcanzó la mayoría absoluta y quedó secuestrada por dos partidos (CH y PS), que juntos forman la mayoría en el Parlamento. Luís Montenegro comprendió que tendría que evitar la mayoría a toda costa, incluso si eso significaba posicionarse entre los dos mayores partidos de la oposición. El dilema de Montenegro es que el impulso reformista (de Sá Carneiro, quien inspiró su coalición, y de Cavaco Silva, quien le confió la estrategia para las elecciones anticipadas que consiguió en 2025) ya ha dado sus frutos. El objetivo ahora es dialogar, atar cabos sueltos y avanzar. Esto no es muy diferente de lo que hizo António Costa con la "geringonça". Los resultados tampoco lo son. La desintegración del Estado, tan evidente en el Sistema Nacional de Salud (SNS), continuará.
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