La tradición romana: un legado de identidad y pertenencia

Portugal, inmersa en el contexto global, posee un patrimonio vivo y fértil que nos permite, como seres históricos, trazar caminos civilizatorios que nos conducen al arraigo y la pertenencia, a la vez que unidos y diversos. La tradición romana se (re)viste de un conjunto de prácticas, principios y costumbres arraigadas en la antigua Roma, que se entrelazan en diversas esferas de acción dentro de la política, el derecho, la religión y la cultura, moldeando no solo la sociedad romana, sino también las culturas posteriores, y dando testimonio vivo de la complejidad de la historia humana.
El proceso de romanización
La romanización busca enmarcar el estudio de la difusión de la cultura romana, llevada a cabo principalmente a través de la aculturación y la asimilación cultural. Con frecuencia, encontramos cierta incongruencia en la interpretación de estas formas del proceso. De hecho, la aculturación ocurre cuando distintos grupos o individuos de diferentes culturas entran en contacto e intercambian elementos culturales, como la lengua, las costumbres, las creencias y los hábitos. Los efectos producidos por cada una de estas modalidades suelen ser bilaterales, aunque se observa que una cultura siempre ejerce una mayor influencia sobre la otra, sin que ello implique necesariamente la pérdida de los rasgos principales de la cultura de origen. Por otro lado, la asimilación cultural es un proceso más profundo y tiende a ser irreversible, en el que un grupo cultural minoritario adopta permanentemente la cultura del grupo cultural dominante, y puede ocurrir de forma voluntaria o forzosa, generalmente en contextos de dominación. En casos extremos, la asimilación puede determinar la sustitución completa de una cultura por otra, siendo así un proceso unidireccional.
Analizar nuestra herencia cultural presupone una mirada atenta a los sentimientos y pensamientos que de ella se derivan, desde una perspectiva sociológica y de identidad, y no un mero análisis de los vestigios de monumentalidad que aún subsisten entre nosotros: un legado que nos marca y enriquece nuestra historia, pero que carece de una comprensión global. Un análisis más profundo de la tradición romana, sin embargo, resulta incompatible con breves esbozos como este, que a primera vista pretende constituir un desafío a modo de introducción a este vasto e importante tema que moldeó significativamente la civilización occidental.

Roma logró el dominio hegemónico sobre Lusitania, lo que condujo a un fuerte mestizaje y moldeó la región con rasgos culturales y consuetudinarios distintivos que constituyen las raíces de lo que hoy es nuestra identidad cultural, así como la de todo el mundo occidental, donde es posible identificar elementos culturales perdurables, particularmente en lo que respecta al idioma y las costumbres que han perdurado, no porque fueron impuestas por la fuerza, sino porque tuvieron éxito.
La romanización, enriquecida por la cultura helénica, nos legó una vasta gama de elementos culturales, científicos, arquitectónicos, filosóficos y estéticos que nos han configurado hasta nuestros días. De hecho, el pueblo romano transmitió al mundo posterior un legado inmenso y rico, susceptible de asimilación. La civilización romana contribuyó significativamente al desarrollo de las formas de gobierno, la lengua, el derecho, el arte —especialmente la arquitectura—, la literatura y la religión.
Un legado civilizatorio
El sistema político, fundamentado en conceptos esenciales como derecho, ciudadanía y gobernanza, constituye uno de los pilares de la tradición romana, ejerciendo una profunda influencia en las democracias modernas, basadas en la separación de poderes y la participación ciudadana en la acción política, así como en la organización social y administrativa. La huella del derecho romano en el derecho portugués es tan indeleble que se ha perpetuado entre nosotros durante los últimos dos milenios, ya sea a través de principios jurídicos fundamentales como el Iuris Praecepta de Ulpiano, o mediante la magistral compilación de derecho romano, el Corpus Iuris Civilis, ordenada por Justiniano. Bajo las diversas formas y significados del ius civile y el ius gentium, el legado romano, en el ámbito jurídico, configura ramas como el derecho civil, el derecho de familia y el derecho de propiedad, construyendo así una magnífica cultura y civilización que, aún hoy, constituye la base de las relaciones entre los hombres y entre los pueblos.
En el ámbito religioso, dado que la religión desempeñó un papel central en la vida de los romanos, abarcando una vasta gama de dioses y prácticas religiosas, observamos la incorporación de elementos de diversas culturas a medida que conquistaban nuevos territorios, construyendo templos que permitían una interrelación entre la vida cotidiana y la espiritualidad, promoviendo un sentido de comunidad y pertenencia, del mismo modo que iniciaron la transición del politeísmo al cristianismo, impactando fuertemente la espiritualidad occidental.

En el ámbito del arte y la arquitectura, los romanos, verdaderos maestros de la ingeniería, crearon estructuras ejemplares como acueductos, anfiteatros y templos, calzadas y puentes, revolucionando la construcción con una grandeza que aún hoy impresiona. En las Aquae Flaviae romanas, el Puente de Trajano continúa resistiendo el paso del tiempo y las inclemencias del clima, al igual que la ciudad de Conímbriga y, con similar esplendor, el templo romano de Évora. El arte romano, plasmado en esculturas, mosaicos y pinturas, demuestra asimismo la búsqueda de la belleza, el gusto por el retrato, por la expresión concreta y la representación del ideal humano.
En el ámbito de la filosofía, Séneca y Cicerón, al desarrollar el pensamiento sobre cuestiones éticas, educativas y políticas, establecieron la armonía necesaria entre razón y virtud, hechos y valores, esencial para la construcción de una vida plena. En literatura, cabe destacar la importancia de la crítica social en la sátira, así como la predilección por el epítome o retrato moral, ejemplos de los cuales son los retratos de Marco Antonio y Verres por Cicerón; los de Tiberio y Nerón por Tácito; y los de Jugurta y César por Salustio, entre otros.
El legado de la tradición romana es indeleblemente vasto y multifacético en términos de conocimiento y cultura, revelando la aguda capacidad de observación, el realismo, el idealismo, el dinamismo, el tradicionalismo y la innovación del pueblo romano, impactando diversas esferas sociales y continuando siendo una fuerza determinante en la configuración del futuro. Siglos después de la caída del Imperio Romano, la influencia de la tradición romana se sigue sintiendo a través de continuas y renovadas revisiones y reinterpretaciones, basadas en una profunda inspiración y reflexión, en la medida en que la adaptación y la imitación también definen el espíritu del pueblo portugués.
[Los artículos de la serie Portugal 900 Años son una colaboración semanal de la Sociedad Histórica de la Independencia de Portugal. Las opiniones de los autores representan sus propias posturas.]
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