La delgada línea entre la sensibilidad y la ignorancia

Este primer cuarto de siglo ha evolucionado a una velocidad sin precedentes, aunque el concepto de «evolución» puede cuestionarse al analizarlo desde diferentes perspectivas. En términos tecnológicos, el progreso alcanzado es incomparable, aunque algunos lo comparan con el impacto de la Revolución Industrial.
Siguiendo con el foco en la tecnología, quizá valga la pena recordar algunos de sus principales logros desde principios de siglo.
Wikipedia se lanzó en 2001; en 2003 se anunció la finalización de la secuenciación del Genoma Humano; en 2004 apareció Facebook; en 2007 apareció el primer iPhone; en 2009 se lanzaron las primeras redes 4G; 2012 marcó una revolución en la IA, con la red neuronal AlexNet, y en ese mismo año Tesla y SpaceX, ambas propiedad de Elon Musk, comenzaron a vender el Model S y el primer programa de turismo espacial.
Los ejemplos pueden parecer numerosos, pero ni siquiera representan la mitad de ese cuarto de siglo. Son suficientes para recordarnos cuánto ha cambiado cada uno de ellos el mundo en el que vivimos hoy.
Esta aceleración constante, impulsada por la tecnología, ha impulsado el avance de empresas, gobiernos, medios de comunicación , individuos y la sociedad en general. Y este progreso continuo no es sinónimo de progreso multidimensional. La historia ha demostrado en numerosas ocasiones la importancia de pensar para actuar. Descartes llevó esta idea al extremo con su famosa premisa : «Pienso, luego existo». En última instancia, según el filósofo francés, hoy en día habrá una proporción muy significativa de personas que simplemente no existen, que solo reaccionan.
La psicología define la reacción como una respuesta tensional, mayormente subconsciente, a un estímulo externo que genera incomodidad. En esta era de "contenido múltiple", tanto real como falso, reflexionar se ha convertido en un hábito casi lujoso y, en cierto modo, incómodo. Por el contrario, dejar de pensar consumiendo contenido "ligero y familiar" provoca relajación y una especie de apatía.
¿Cómo se relaciona todo esto con una campaña publicitaria de bienes de consumo masivo?
Esta parafernalia en torno al "hacer" ocupaba mucho espacio, no necesariamente en la sala o el garaje, sino más bien en la mente para absorber, procesar y, de ser necesario, juzgar o decidir. Como argumenta Yuval Harari en Nexus (su último libro), los humanos tenemos un espacio limitado para procesar información.
Cuando se llega al límite (un estado en el que vive gran parte de la población occidental), la capacidad de absorción crítica, creativa o constructiva termina. Este es el punto G de la permeabilidad total a la desinformación y la hipersensibilidad; una especie de narrativa dicotómica donde solo existe lo correcto o lo incorrecto, lo bueno o lo malo, el pueblo o la élite.
MARS, la multinacional propietaria de marcas como M&M's y Snickers, quería crear un mensaje sencillo y demostrar que uno de sus snacks más exitosos, Twix, valía el doble. La campaña, creada por Adam&EveDDB, se lanzó hace unos tres meses en más de 70 mercados. Sin embargo, el mes pasado en el Reino Unido, tras media docena de quejas, la ASA (Autoridad de Normas Publicitarias) prohibió el anuncio, alegando que incitaba a la conducción peligrosa o ilegal.
Se trata de una justificación creativa sencilla, sin mucha complejidad, en la que creo que el equipo de Adam&EveDDB se inspiró en el famoso vídeo de Gorillaz " Stylo ", protagonizado por Bruce Willis y dirigido por Jamie Hewlett y Pete Candeland. El escenario es algo distópico, exagerado y, por lo tanto, alejado de la realidad.
Las opiniones pueden (¡y deben!) variar. Desde una perspectiva personal, creo que las agencias de publicidad, en algunos casos, se desvían del briefing y crean productos más acordes con los ideales del director creativo que con los del cliente. Quizás no fue así en este caso, sobre todo porque el anuncio estaba dirigido a múltiples mercados y aborda los típicos disparates de la marca.
Por otro lado, aunque el Reino Unido es un mercado regulatorio tradicionalmente austero, no solo en el sector de bienes de consumo de alta rotación, surge la pregunta de si la sociedad, incluidos los reguladores, está demasiado imbuida de este estado dicotómico e hipersensible. Si el mensaje se desvía del espectro de blanco o negro hacia el gris, no hay margen de interpretación, y el camino al castigo es la castración. Esta actitud obtusa, con asociaciones que a veces solo comprenden quienes deliberan, también moldea el comportamiento social.
Aquí es donde se traza la línea entre la sensibilidad y la ignorancia. En un mundo donde el contenido, la información y, sobre todo, la desinformación se rigen por algoritmos de segmentación, mediante un proceso en el que la elección libre o consciente es cada vez más escasa, el juicio dicotómico prevalece con creces sobre cualquier cuestión sensata.
Un conductor, un vehículo, chocolate y la conducción peligrosa no son compatibles. Si se tratara del alcohol, incluso sería comprensible. Desde otra perspectiva, también es importante estudiar cuidadosamente los mercados donde se desplegarán ciertas campañas, especialmente debido a las diferencias sociales y culturales. En Europa, el duelo suele ser negro; en China o Japón, blanco; en Occidente, el contacto visual directo es señal de sinceridad y confianza, mientras que en Asia, evitar el contacto visual directo puede demostrar respeto y humildad, y cuando es demasiado intenso, puede interpretarse como agresivo.
¿Hay espacio para recomendaciones?
Si existen, no serán innovadores. Análisis crítico, espacio para la reflexión, contrastar partidos y realidades sociales, desarrollar una solución u opinión. Si consumir y digerir información siempre ha sido un desafío titánico para la gente común, especialmente porque su consumo laborioso y relajado suele ser el más popular, hoy el desafío alcanzará su punto álgido.
Hace unos 90 años, durante la Segunda Guerra Mundial, un único medio de información —la radio— logró informar y desinformar a millones de personas. Hoy, la llegada de la multicanalidad, en su apogeo en el mundo digital, tiene un potencial infinito. Las armas más eficaces seguirán siendo la pluralidad y su selección, en plena armonía con los límites individuales del consumo de información.
Contra la hipersensibilidad, ¡marcha, marcha!
observador