<![CDATA[ Estudo da Universidade de Coimbra destaca dimensão religiosa associada à guerra na Ucrânia ]]>
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Un investigador que realizó una tesis doctoral en la Universidad de Coimbra (UC) sobre la Iglesia Ortodoxa en las relaciones ruso-ucranianas destacó que la guerra es casi imposible de entender sin mirar la dimensión religiosa.
La tesis doctoral, titulada "La Iglesia Ortodoxa Rusa y el Estado en las relaciones de política exterior ruso-ucraniana: variaciones y ausencias de espacio", explora el papel y el posicionamiento del Patriarcado de Moscú en la política interior y exterior y sostiene que la idea del espacio sagrado es importante para entender la retórica del Kremlin, especialmente después de la invasión rusa, dijo el autor, Pedro Constantino, a la agencia de noticias Lusa.
La investigación sobre esta dimensión religiosa comenzó mucho antes de la invasión rusa, cuando el investigador quería comprender la relación entre el Estado y la Iglesia, y si la Iglesia Ortodoxa Rusa era un instrumento del Estado o tenía su propia estrategia diplomática, explorando también la perspectiva del espacio no sagrado y sagrado (integrado por Rusia, Bielorrusia, Ucrania, los países bálticos, Moldavia y algunos países de Asia Central), explicó.
Para su tesis entrevistó a sacerdotes ortodoxos fuera del espacio considerado sagrado por el Patriarcado de Moscú, analizó discursos, informes y diversa documentación y autores.
A partir de entrevistas con sacerdotes ortodoxos fuera del espacio sagrado, Peter Constantine concluyó que el Patriarcado de Moscú adopta una postura pragmática, promoviendo relaciones con otras religiones e iglesias, lo que no ocurre dentro del espacio sagrado.
Para el investigador, el Patriarcado de Moscú no es sólo una institución religiosa, sino un influyente actor político y diplomático, presente en las reuniones del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, asumiéndose, en ocasiones, como "una fuerza avanzada" del régimen liderado por Vladimir Putin.
Para entender la invasión rusa, Peter Constantine también señala el cisma de 2019, cuando la Iglesia Ortodoxa de Ucrania se separó del Patriarcado de Moscú y comenzó a responder ante Constantinopla.
A partir de ese momento de ruptura, el patriarca Kirill (líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa) "adoptó toda esa agresividad y asertividad del Kremlin" en su discurso, cambiando radicalmente su postura, destaca el investigador, recordando que antes, cuando Putin anexó Crimea en 2014, el patriarcado "permaneció más o menos en silencio".
"Para la Iglesia no había fronteras, porque Ucrania era una continuación de su espacio sagrado. La anexión de Crimea, probablemente, sólo le creó problemas al patriarca", afirmó.
En opinión de Pedro Constantino, cuando Putin habla de una unidad histórica entre rusos y ucranianos, utiliza "un discurso ultrarreligioso", en el que la cuestión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) no asume la misma relevancia que la perspectiva identitaria, transformando la guerra "en una cuestión existencial para Rusia".
Aunque el conflicto es también una cuestión de geoeconomía y geopolítica, también es una cuestión de identidad, subrayó.
En el conflicto mismo, la religión está presente de una manera muy literal, ya sea con los sacerdotes ucranianos asesinados o los sacerdotes ortodoxos rusos expulsados bajo acusaciones de trabajar para los servicios secretos de Moscú, o la intención del Kremlin de bombardear iglesias asociadas con el Patriarcado de Kiev, señaló.
"No podemos desconectar la religión de lo que está sucediendo", subrayó, considerando que esta dimensión también podría jugar un papel en la resolución del conflicto, que no es sólo entre Estados.
"Si analizamos esta dimensión para otros conflictos, como en el caso de Israel, vemos presente también la cuestión del espacio sagrado", afirmó, al considerar que la religión apoya y justifica, en parte, las causas imperialistas que parecen haber regresado en el siglo XXI.
cmjornal