En el mundo de los Pet Shop Boys, ser aburrido es un pecado: en Meo Kalorama, los caballeros del pop electrónico no pecaron

En el "país de los sueños" que los Pet Shop Boys trajeron a Lisboa, hay alegría y esperanza, baile y mucha luz, pero también la crítica mordaz de Neil Tennant, un caballero británico siempre atento a lo que le rodea: amor y sexo, dinero y poder, o como lo resumiría New Order en 1983, "Poder, Corrupción y Mentiras". La crónica de un concierto que fue una película.

Que los Pet Shop Boys han sido un referente de la música pop y electrónica desde los 80 parece ser sabido por todos los que acuden al escenario principal de Meo Kalorama poco antes de las 23:00, esperando escuchar éxitos como "Domino Dancing", "It's a Sin" o "West End Girls". Sin embargo, al preguntarles sobre su edad —"¿Sabían que Neil Tennant tiene 70 años?"—, la gente se queda boquiabierta. Tanto por su juventud en el escenario como por su buena voz —siempre cubierta por esa pátina vagamente metálica, pero a la vez empática—, el caballeroso cantante de los Pet Shop Boys parece varias décadas más joven. A su lado, primero como la mitad del dúo, luego como parte de una banda de varios miembros, el eterno compañero de Tennant, Chris Lowe, es cinco años más joven, pero también demuestra que merece llevar la palabra "boy" en el sombrero que no se quita durante todo el concierto. Aquí la edad no es un factor, sino que se traduce en experiencia y confianza en la gestión de un espectáculo que, además de sus éxitos, contó con impresionantes e invariablemente futuristas proyecciones de vídeo.