Enfermar por omisión: la deuda del Estado con las infancias

La vigilancia epidemiológica en México muestra que varias enfermedades prevenibles por vacunación se han incrementado de manera preocupante en comparación con el año 2024.
Con corte a la semana 32, se constata que la estrategia nacional de vacunación aún no se ha recuperado tras los recortes presupuestales de los últimos años. Aunque el discurso oficial insiste en que las coberturas se han restablecido, la realidad estadística que los niveles de protección poblacional siguen lejos de ser los idóneos y que la sociedad mexicana enfrenta riesgos innecesarios frente a enfermedades que podrían estar ya controladas o incluso erradicadas.
Un primer dato revelador es el incremento en los casos de tos ferina. Mientras que, en 2024 se registraban 223 casos acumulados, en 2025 la cifra ascendió a 1,283 casos. Este aumento refleja fallas en la cobertura de vacunación DPT y en los esquemas de refuerzo en la infancia. La tos ferina, que había sido controlada durante décadas, reaparece como amenaza. Algo semejante ocurre con la varicela, que en 2024 acumulaba 34 mil 749 casos, pero que en el mismo periodo de 2025 llegó ya a 42 mil 842.
A ello se suma el repunte en los casos de sarampión, del que se reportan 8 mil 977 casos confirmados de sarampión en la semana 32 de 2025, con 14 defunciones, todos en personas no vacunadas. La reaparición de esta enfermedad, erradicada en buena parte del mundo, constituye una señal de alarma sobre la precariedad del sistema de vacunación en México y muestra que los retrocesos en esta materia se traducen de manera inmediata en pérdidas de vidas humanas.
Un caso particular lo representa el virus del papiloma humano (VPH). Según los datos oficiales habría 14 mil 370 casos acumulados en 2025 frente a 12 mil 015 reportados en la misma semana del año pasado. Al respecto, el sesgo de género es evidente: pues, aunque la infección por VPH afecta a ambos sexos, sus consecuencias más graves recaen en las mujeres. La falta de acceso universal a la vacuna contra el VPH refleja una omisión grave del Estado mexicano. Cada año que se retrasa la cobertura universal es un año en el que aumenta la posibilidad de muertes prevenibles.
La falta de vacunación no solo tiene implicaciones médicas, sino también sociales. Las familias enfrentan gastos catastróficos cuando un miembro enferma de una patología prevenible, lo cual profundiza las desigualdades económicas. Además, negar el acceso universal y efectivo a la vacunación vulnera el principio del máximo nivel posible de salud, reconocido en la Constitución y en los tratados internacionales firmados por México.
La reaparición de enfermedades que habían sido controladas durante décadas constituye un retroceso mayúsculo, pues detrás de cada caso hay niñas y niños que sufren fiebre, hospitalizaciones, ausencias escolares, y en algunos casos, secuelas permanentes o incluso la muerte. La vacunación no es una opción individual, sino una responsabilidad y una necesidad colectiva que corresponde al Estado garantizar.
El panorama descrito muestra que México debe reconstruir con mayor celeridad su sistema de salud. Se requiere sobre todo de más hospitales con el personal que tienen en promedio los países de la OCDE, pero sobre todo articular más afirmativamente las políticas para atender los determinantes sociales y la salud.
Mientras ocurre lo anterior, no basta con campañas aisladas de abastos parciales, sino una estrategia integral que garantice cobertura universal; programas permanentes de refuerzo para adolescentes y adultos jóvenes, y mecanismos de transparencia y monitoreo ciudadano sobre las cifras reales de cobertura y la distribución de biológicos en todo el país.
En conclusión, México no puede permitirse seguir acumulando retrocesos en esta materia clave para el desarrollo. Garantizar la salud de las niñas y los niños implica comenzar por la garantía de todas las vacunas del esquema nacional. La negligencia del Estado en esta materia pone en riesgo no solo la salud individual, sino también la del presente y futuro en escala generacional. El reto es claro: recuperar la eficacia en el sistema de vacunación y cumplir, sin excusas, el derecho humano a la salud.
@mariolfuentes1
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