Primer año de Sheinbaum: avances en seguridad y retrocesos democráticos

El primer año de Claudia Sheinbaum al frente de México estuvo marcado por un manejo institucional de la política exterior, especialmente frente al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. La cooperación en migración, seguridad y comercio con Estados Unidos, junto con la interlocución con Canadá, permitió fortalecer la posición mexicana rumbo a la revisión del T-MEC. Marcelo Ebrard jugó un papel central en contener tensiones y mantener la apertura al diálogo, evitando confrontaciones retóricas que podrían afectar los intereses comerciales y estratégicos del país.
En materia de seguridad, Sheinbaum impulsó cambios significativos. La incorporación de Omar García Harfuch al gabinete y el fortalecimiento legal de la Guardia Nacional y la SSPC contribuyeron a la reducción de homicidios dolosos en 18% y de robos totales en 14% entre enero y agosto de 2025. Sin embargo, la solidez de estas cifras y la capacidad operativa de las instituciones continúan siendo motivo de debate.
El gobierno de Sheinbaum buscó disminuir la polarización con la iniciativa privada mediante proyectos de asociación público-privada y el lanzamiento del Plan México, enfocado en infraestructura, energía y logística. La estabilidad macroeconómica permitió mantener la calificación crediticia del país, pese a la contracción del gasto público y el costo social derivado de recortes en áreas sensibles, generando debates sobre la efectividad de la política económica.
La presidenta ha privilegiado la planeación institucional y la certidumbre a largo plazo para evitar decisiones improvisadas. El Plan México busca consolidar esta estrategia, aunque su éxito dependerá de la ejecución efectiva y de los recursos disponibles para cumplir los objetivos planteados.
Sheinbaum colocó a las mujeres en el centro de su política pública, creando la Secretaría de las Mujeres y programas como la Pensión Mujeres Bienestar y la Beca Rita Cetina. Se reabrieron estancias infantiles y se impulsaron apoyos para mujeres indígenas y afromexicanas. No obstante, los recursos aún son insuficientes para consolidar plenamente la agenda de igualdad de género.
El llamado “Plan C” desmanteló contrapesos institucionales clave, afectando órganos como el Poder Judicial, Cofece, IFT, CNH, CRE e INAI. Los ataques a la prensa y a la oposición reflejan un retroceso democrático y preocupaciones sobre la concentración de poder en el Ejecutivo, generando críticas nacionales e internacionales.
La creación de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno y la desaparición del INAI debilitaron la fiscalización independiente. Las denuncias de corrupción, aunque en su mayoría heredadas, han sido minimizadas, reflejando un déficit de transparencia en la gestión pública.
El arranque del sexenio estuvo marcado por la contracción del gasto público, caída de la inversión y debilidad en el consumo privado, resultando en la pérdida de más de 100 mil empleos formales. Aunque el sector exportador mostró resiliencia, la narrativa oficial atribuye la desaceleración a factores externos, mientras reformas internas han generado incertidumbre.
El presupuesto reducido de la Semarnat y restricciones a la inversión privada en energías renovables han frenado los avances hacia la transición energética. La expansión de hidrocarburos y la falta de regulación más estricta comprometen el cumplimiento de los compromisos internacionales y evidencian retrocesos en la agenda ambiental.
El primer año de Claudia Sheinbaum combina estabilidad macroeconómica, fortalecimiento de la seguridad y avances en igualdad de género con retrocesos democráticos, económicos y ambientales. Con una aprobación presidencial del 74%, solo 40% de la población considera que México va en la dirección correcta. Los próximos años exigirán consolidar los logros sin profundizar los retrocesos, para garantizar democracia, desarrollo y sostenibilidad.
La Verdad Yucatán