Ángel Di María, la leyenda viviente de Rosario Central que ante Newell's sumó otro capítulo a su vida de película

De repente, el Gigante de Arroyito se transforma en cine. El clásico deja de ser una aburrida remake del cero a cero, tan repetida en la cartelera rosarina, y sobre la pantalla verde aparece un héroe. Protagonista de su propia serie, Angel Di María escribe con su pie izquierdo otro capítulo de “Romper la pared”. Y la pelota viaja empujada por toda su historia en Rosario Central. La calle Pedriel, las inferiores en Granadero Baigorria, el debut ante Independiente hace dos décadas en Avellaneda, una larga pausa en la élite del fútbol mundial y el regreso a esta misma casa que hoy lo abraza.
Entonces el gol, ese grito que anudó en la garganta desde que puso un pie en Europa, es una síntesis de lo que vino a buscar. El reencuentro con los suyos a orillas de Paraná. “La vida me llevó a muchos lados y terminé volviendo a donde soy feliz de verdad”, dice Fideo, con los ojos inundados por las lágrimas. “¿Qué más puedo pedir?”, se pregunta. “Ser campeón con Central”, se responde, como si estuviera frente a sí mismo, mirándose a un espejo.
¿Y qué le devuelve el reflejo? Un partido discreto, en el que empezó a tener mayor influencia en el segundo tiempo y terminó siendo la gran figura por ese tiro libre que se coló en el ángulo de Juan Espínola. El que revolucionó las tribunas y dejó a Rosario Central al frente de todos en la tabla general, el que le permitirá volver a jugar la Libertadores.
"Sufrí mucho hace un tiempo porque quería cumplir este sueño, estar en el Gigante cada fin de semana, disfrutar de esto con mi familia... Sinceramente, no tengo palabras, es solo agradecimiento. Sé que muchos me putearon en su momento, pero nadie supo lo que sufrí, lo que sufrió mi familia. Y esta victoria es para ellos, en especial para mi familia y para mis amigos que me bancaron un año más afuera para que yo pudiera cumplir este sueño", se confiesa Di María, quien estuvo a punto de pegar la vuelta el año pasado, luego de consagrarse bicampeón de la Copa América, pero no vio garantizada su seguridad. Por eso renovó su contrato con Benfica, aunque nunca dejó de tener contacto con el presidente Gonzalo Belloso.
Di María, llevado en andas por sus compañeros de Rosario Central. Foto: Sebastián Granata.
"Es algo muy lindo para mí y para mi familia, yo sé lo que ellos sufren por mí, y hoy darle esta alegría es algo único. Mi jermu (sic) me había dicho que cuando tenga una lo haga, lo hice y se dio. La verdad, el destino es así", cuenta. Otra vez, Jorgelina tenía razón. Y quizá en el beso que le dio a la pelota antes de ejecutar el tiro libre fue un rasgo del amor que lo une con una esposa que lo bancó siempre, incluso cuando nada le salía en la Selección Argentina. La que aplaudía con emoción desde uno de los palcos junto a Mía y Pía, sus hijas.
"No tengo palabras, es increíble, jamás pensé que iba a poder hacerlo. El encargado de los tiros libres y los goles es Nacho, pero me da la posibilidad de hacerlo y bueno, hoy de su zurda pasó para mi zurda y terminamos convirtiendo el gol, que es lo importante”, agrega. Habla de Malcorra, claro, el dueño de cada pelota parada.
"Toda la vida, estos 18 años afuera lo único que deseaba era volver, poder cumplir este sueño y la verdad, con lo que pasó hoy, no sé qué más pedir", enfatiza antes de perderse en los festejos de frente a la popular, de ser llevado en andas por sus compañeros, de escuchar su apodo en ese improvisado coro popular que componen los hinchas.
Será inolvidable este 23 de agosto para Di María, como aquel mismo día de 2008, cuando recibió un pase de Lionel Messi, nada menos, y marcó el gol ante Nigeria que valió una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing. El derrotero de Fideo con la Selección terminó con dos Copas Américas y el Mundial de Qatar después de “comer mierda”, como dijo el propio jugador, por cada final perdida.
Pero Angelito, que la rompió en Benfica, Real Madrid, Manchester United, PSG y Juventus, ganó mucho más que todos esos títulos. Conquistó casi todos sus sueños. Incluso, hacerle un gol a Newell's. Le falta otro episodio, claro. Dar la vuelta olímpica con la camiseta canalla. ¿Se le dará?
Clarin