Se cumplen 40 años del hallazgo del agujero en la capa de ozono

Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

Se cumplen 40 años del hallazgo del agujero en la capa de ozono

Se cumplen 40 años del hallazgo del agujero en la capa de ozono

Capa de Ozono

EFE

Jonathan Shanklin tenía 23 años cuando respondió a un anuncio del Instituto Antártico Británico (BAS, por sus siglas en inglés) que solicitaba un físico con interés en meteorología y conocimientos de programación. "Cuando vi este anuncio tenía un interés de aficionado en meteorología, ya que hacía mediciones de precipitaciones y temperaturas en casa. Y en la universidad hice un curso de programación", recuerda.

Puede ver: Cuánto dura un día en los planetas del Sistema Solar en comparación con la Tierra

Corría el año 1977. Su trabajo en el BAS combinaba tres tareas principales: analizar datos de radiación solar, verificar observaciones meteorológicas en la Antártida y procesar los registros de ozono tomados con el espectrofotómetro Dobson, un instrumento prácticamente manual. "Todo se anotaba a mano en hojas de papel que se enviaban a Cambridge una vez al año", explica. Su función era asegurar la correcta digitalización de esos datos, desarrollar programas para convertir las mediciones y calibrar los instrumentos.

En aquel tiempo, existía preocupación sobre el impacto de los gases de escape del Concorde o de los aerosoles sobre la capa de ozono. "Y yo, siendo un científico joven e ingenuo pensaba: ‘¡Qué tontería! Tengo un montón de registros de ozono para comprobar lo contrario’", señala. Con esa idea en mente, decidió graficar los datos recientes junto con registros de una década anterior recopilados por su jefe, Joe Farman. "Los valores serán los mismos y no tendremos que preocuparnos por nada", pensó. Pero los datos no coincidían.

"Lo primero que vi al compilar estos gráficos fue que los valores de ozono en primavera en la Antártida eran mucho más bajos que 10 años antes", relata. Farman le advirtió que no debía apresurarse, citando un proverbio inglés: “una golondrina no hace verano”. Se necesitarían más registros. Pero al año siguiente los valores siguieron siendo bajos. "Pude demostrar que se trataba de una tendencia sistemática a la baja", afirma. La evidencia descartaba errores de cálculo o fallos en los instrumentos. Algo estaba ocurriendo en la atmósfera.

Ese "algo" eran los clorofluorocarbonos (CFC), compuestos ampliamente utilizados en refrigeradores, aerosoles y sistemas de aire acondicionado, que al alcanzar la atmósfera superior, liberaban cloro. "Durante el invierno antártico el centro de la capa de ozono se enfría mucho, lo suficiente como para que se formen nubes en el medio", explica. "Es en la superficie de esas nubes donde se producen las reacciones químicas que convierten el cloro en una forma activa". Cuando llega la primavera, la luz solar cataliza reacciones que destruyen el ozono rápidamente, a un ritmo de aproximadamente un 1% al día.

También vea: Saturno tendría 128 lunas nuevas, según un nuevo hallazgo científico

Capa de ozono

La capa de ozono, u ozonosfera, es una zona de la estratosfera que protege el planeta de los rayos ultravioleta emitidos por el Sol.

En 1984, la capa de ozono sobre la estación británica Halley tenía solo dos tercios del espesor observado una década antes. "Parecía asombroso que pudiéramos cambiar nuestra atmósfera tan rápidamente", señala. "Es una de las lecciones que deberíamos haber aprendido del descubrimiento".

La publicación del estudio en Nature, el 1 de mayo de 1985, causó alarma internacional. Pocos años antes, Mario Molina y Sherwood Rowland habían advertido sobre el daño que los CFC podían causar al ozono. El hallazgo del agujero en la capa lo confirmó. En 1987, los países firmaron el Protocolo de Montreal, que prohibió el uso de CFC. Fue el primer acuerdo de la ONU ratificado por todos sus Estados miembros.

Shanklin atribuye el éxito del Protocolo a varios factores. "La primera fue que a alguien se le ocurrió usar el término 'agujero'. Los agujeros, por supuesto, son malas noticias", comenta. Otro factor fue el riesgo de cáncer de piel por la radiación ultravioleta. "La población exigía que se resolviera". Además, los fabricantes vieron en los sustitutos una oportunidad comercial. Y finalmente, destaca el papel de Margaret Thatcher, primera ministra británica con formación en química, que logró convencer a otros líderes mundiales. "Una vez que se alcanzó una masa crítica, prácticamente todos los gobiernos del mundo se vieron obligados a firmar el Protocolo", señala.

Uno de los aspectos clave del tratado es su carácter dinámico. "Existe un ciclo regular de revisión de lo que la ciencia nos dice", destaca. La próxima revisión será en 2026. Una cuestión pendiente podría ser el análisis de los lanzamientos de satélites. "Se produce una lluvia de óxido de aluminio y esto podría proporcionar un nuevo sustrato para reacciones con el cloro", advierte. Aunque la ciencia aún es ambigua, considera que debe analizarse.

Shanklin insiste en la importancia del monitoreo continuo. Según la NASA, la capa de ozono podría recuperarse totalmente recién en 2066. "Debido a la estabilidad de los clorofluorocarbonos, es probable que los tengamos en cantidad suficiente en la atmósfera durante unos 50 años más", afirma.

"Hoy enfrentamos tantos problemas ambientales", continúa. "Existe el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el plástico en los océanos, la degradación del suelo". Ante esa multiplicidad de crisis, cree que se necesita un sistema de monitoreo global. "Dondequiera que miremos estamos dañando aspectos de nuestro medio ambiente", dice.

También lea: No solo un asteroide: los otros objetos que viajan en dirección al sistema solar

La Luna se aleja de la Tierra

La Luna se aleja de la Tierra

iStock

En un artículo para Nature al cumplirse 25 años del descubrimiento, Shanklin escribió: “Mi verdadera contribución fue mi perseverancia en analizar los datos”. Define su actitud como la de “un perro con un hueso”. "Una vez que creo haber descubierto algo, aunque los expertos digan ‘no te preocupes por eso’, yo sigo adelante", afirma. La independencia de su equipo también jugó a su favor. "No interactuábamos mucho con la comunidad internacional del ozono y eso fue una ventaja", dice. "Es más probable descubrir algo si se aborda el tema con una mente abierta".

El consenso científico de la época sostenía que el cloro de los CFC afectaría primero la capa de ozono sobre los trópicos. "Así que la Antártida no era un lugar donde se suponía que debíamos buscar", recuerda. Pero él no lo sabía. Y estaba convencido de sus cálculos. "Seguí insistiendo con Joe y Brian, y cuando les puse sobre la mesa un gráfico que demostraba que la reducción en el ozono era algo sistemático, se dieron cuenta", cuenta. El gráfico lo dibujó a mano, sin ordenador.

También reconoce el papel del azar. "Si yo no hubiera insistido, otros grupos habrían hecho el descubrimiento", afirma. Escribió a dos equipos en EE. UU. que tomaban mediciones de ozono. Uno le respondió que habían detenido sus mediciones con globos. El otro, que operaba satélites, no contestó. "Si hubieran mirado los datos, habrían hecho el descubrimiento".

Más allá del impacto sobre la capa de ozono, el Protocolo también tuvo efectos sobre el clima. "Los clorofluorocarbonos son gases de efecto invernadero que pueden absorber la energía solar en ciertas longitudes de onda", explica. Aunque sus sustitutos también lo son, su permanencia en la atmósfera es menor.

Frente a la falta de acción en la lucha contra el cambio climático, Shanklin opina que los tomadores de decisiones deberían actuar con más altruismo. "Uno de los problemas actuales es que en muchos países los líderes solo se interesan por su círculo cercano de colaboradores", sostiene. "Debemos considerar tanto a los pobres como a los ricos".Un estudio estima que el Protocolo de Montreal evitará hasta 2030 unos dos millones de casos de cáncer de piel por año. Shanklin reconoce el impacto de su trabajo, aunque al principio creyó que pasaría desapercibido. "Pensé que se trataba solo de una faceta desconocida de la ciencia antártica que probablemente no interesaría a mucha gente", dice.

"Me sorprende que sea uno de los momentos clave de la ciencia ambiental, con un impacto tan abrumador que prácticamente todo el mundo en el planeta ha oído hablar del agujero en la capa de ozono", señala. Pero también expresa preocupación. "Mi tristeza radica en que no se está adoptando el mismo enfoque con respecto a los demás temas ambientales".

En su opinión, el modelo de crecimiento económico actual es insostenible. "Cada año debe haber un 2% más de PIB que el año anterior y eso solo se puede lograr si hay recursos ilimitados. Pero tenemos un solo planeta", advierte. "Necesitamos realmente cambiar ese modelo económico para que sea sostenible".

"Veo el futuro bastante sombrío en este momento porque no miramos a largo plazo", concluye. "Necesitamos adoptar esa perspectiva. De lo contrario, no habrá un planeta que gestionar".

PORTAFOLIO

Portafolio

Portafolio

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow