Ruta por el Cañón del Río Lobos, uno de los parques naturales más enigmáticos del mundo

Situado entre las provincias de Burgos y Soria, el parque natural del Cañón del Río Lobos se extiende por un impresionante paraje de más de 10.000 hectáreas modelado por la erosión del agua y del viento. Recorrerlo es deslizarse por bosques mágicos, casi de cuento de hadas, en los que habitan águilas reales, halcones y una importante colonia se buitres leonados. Aquí se esconden colosales cuevas rupestres y una misteriosa ermita templaria, la de San Bartolomé, una iglesia del siglo XII de la orden del Temple.
El parque aglutina una espectacular geología y una enorme diversidad de flora y de fauna protegida, entre la que destacan las especies ligadas a los cantiles rocosos. Asimismo, ofrece preciosas rutas de senderismo, pero la que se lleva la palma en Río Lobos es la Senda de las Gullurías, que arranca desde Ucero. Sin embargo, antes de adentrarse en la Senda de las Gullurías, se impone un paseo por la pequeña villa de Ucero y subir a su castillo, porque rezuma historia, incógnitas y misterios.
Ucero y el Temple
El castillo de Ucero tiene sus orígenes en el siglo XIII, aunque fue reformado en los siglos XV y XVI
Irene GonzálezUcero apenas alcanza los cien habitantes con los que es un placer disfrutar de un buen rato de conversación. La villa, que fue importante en la edad media, se fundó tras la repoblación de Osma en el siglo XII, aunque, según los historiadores, la presencia humana en la zona se remonta a la prehistoria.
La villa tiene un pequeño puente. Tras cruzarlo, encontramos la iglesia románica de San Juan Bautista, que guarda las figuras del Cristo del Castillo -conocido como Cristo de los Templarios- y de la Virgen de la Antigua.
Tras descubrir los secretos de la pequeña villa, hay que subir al castillo construido sobre los cimientos de un antiquísimo castro celtíbero, desde donde antiguamente se dominaban las confluencias de los ríos Ucero y Chico. Esta fortaleza, que data del siglo XIII, ha sido testigo secular de la historia, desde su vinculación con la orden del Temple hasta su transformación en residencia episcopal y cárcel eclesiástica.
La fortificación, que se levanta en un extremo de la muralla y tiene una estructura de triple recinto típica en los castillos templarios, debe ser recorrida tanto exterior como interiormente. Muy cerca hay que visitar las ruinas de una iglesia que podría haber sido templaria y que aún siguen en pie.
Hacia la Senda de las Gullurías
El mirador de Las Gullurías abre un escenario bellísimo de sierras, oteros, montañas y peñas
Irene GonzálezDespués de otear el entorno del castillo, hay que dirigirse a la casa del parque, un edificio de piedra de tres plantas que en su día fue molino, fábrica de papel, e incluso, fábrica de chocolate, situada a la salida de Ucero. La ruta comienza con una subida de gran pendiente desde donde contemplar preciosas panorámicas del castillo. A nuestro paso, encontraremos innumerables colmenas, algunas muy antiguas construidas con troncos, y otras más modernas, que delatan que la zona es un paraíso para las abejas productoras de una excelente miel. La zona también es un oasis para las plantas que se desarrollan sobre terreno rocoso.
La pendiente hará aconsejable descansar en sus pedregales, siendo precavidos con las víboras hocicudas que no son peligrosas porque solo muerden si se sienten en peligro o son acosadas. Una vez superada el implacable ascenso se empieza a disfrutar del fantástico aroma a espliego, a tomillo y a salvia que tanto gusta a las atareadas abejas.
Las caleras, el fuego encendido durante varios días y sus noches
Las caleras se utilizaban para producir cal viva con el sencillo proceso de cocer piedra caliza con leña
Irene GonzálezSiguiendo el camino se llega a la primera calera de la ruta, un pozo cilíndrico usado como horno. Hasta no hace mucho, las caleras se utilizaban para producir cal viva con el sencillo proceso de cocer piedra caliza con leña hasta alcanzar temperaturas de casi mil grados. Esta dura labor requería una constante vigilancia porque el fuego debía estar encendido durante varios días y era preciso controlar la combustión y, al enfriarse, apagar la cal con agua.
Muy a menudo el oficio se transmitía de padres a hijos y la producción de cal era fundamental ya que, hasta la llegada del cemento, en 1824, era el principal ligante en construcción. En la actualidad, se está recuperando el uso de la cal por su gran dureza y por sus propiedades hidrófugas.
Lee tambiénTras la calera hay que seguir por la vereda hasta llegar a un sensacional páramo, dejando a la izquierda frondosos valles cuajados de huellas de jabalíes, corzos, ardillas, tejones y lobos que habitan la zona. Durante el recorrido, la algarabía de los pájaros supone un placer para el oído y la vista. El buitre, con más de 100 parejas criando en los cortados, las escandalosas chovas piquirrojas, el ruiseñor, la abubilla, el cuco, el águila real y el halcón peregrino son algunas de las innumerables especies que habitan este vergel.
Un poco más adelante se llega a una interesante zona con restos de fósiles de ostras, y avanzando, se encuentra se alcanza otra calera. Tras ella, la senda se adentra en una fascinante arboleda de enebros, sabinas y pinos pudios, los típicos del cañón, y que lo convierten en un auténtico bosque encantado. Siguiendo por esta mágica espesura, a la derecha, aparece un camino bien señalizado que lleva directamente al impresionante mirador de las Gullurías.
'Por San Matías cantan las Gullurías...'
La impactante aparición de la ermita de San Bartolomé ubicada en mitad del cañón, hechiza al viajero
Irene González“Por San Matías cantan las gullurías y se igualan las noches y los días”. El refrán se refiere a la totovía, una pequeña alondra forestal común en la zona. Resulta muy fácil verla corretear entre las sabinas, aunque cuando se detiene, se mimetiza con el entorno y resulta imposible distinguirla.
El mirador de las Gullurías abre un escenario bellísimo de sierras, oteros, montañas, peñas y cuevas, donde a sus pies se alzan sabinas, pinos pudios, enebros y encinas que coleccionan todos los tonos de verde imaginables.
Con prismáticos se observan con facilidad águilas reales, los enormes buitres leonados y los emblemáticos alimochesAquí es imprescindible hacer un alto y disfrutar del mirador de las Gullurías mientras se disfruta del canto de las aves y se admira el colorido de la masa arbórea. Además, con un poco de paciencia y unos prismáticos, se observan con facilidad algunos habitantes del cañón, como las señoriales águilas reales, los enormes buitres leonados y los emblemáticos alimoches.
A través del bosque donde no pasa la luzTras un necesario paréntesis para descansar, se retoma el camino que transcurre por el bosque que, ahora en bajada, muestra el incalculable valor de la masa arbórea del cañón, tan apretada que no deja resquicio para que penetren los rayos de sol.
Un magnífico paseo por esta frondosidad hace fácil el camino de regreso hasta llegar a un paso encajado entre la roca y el río que lleva a una colosal explanada. Allí, a la izquierda, se alza la ermita de San Bartolomé, y a la derecha la cueva Grande.
La ermita de San Bartolomé y el mundo esotérico de sus monjes guerreros
Desde la cueva Grande, la panorámica de la ermita es única.
Irene GonzálezLa impactante aparición de la ermita de San Bartolomé, ubicada en mitad del cañón, tiene tanto encanto que hechiza al visitante. Esta pequeña iglesia, construida sobre el año 1200, era de la orden del Temple, la orden militar cristiana que tuvo gran importancia en esta zona. Su brusca e inesperada desaparición ha dado lugar a mitos y leyendas que han mantenido vivo el nombre de los caballeros templarios desde el siglo XIII hasta nuestros días.
La ermita de San Bartolomé, casi adosada a los verticales farallones kársticos que la rodean, está perfectamente conservada y llena de simbología. Con su cruz templaria y la estrella del Sión es, sin duda, una de las más enigmáticas, esotéricas y misteriosas de las edificaciones templarias en la península Ibérica. Y tanto es así, que hasta un documental de la BBC recogió el aura de esta ermita. Hoy, en su interior, se conserva una magnífica talla barroca de la Virgen de la Salud que es objeto de peregrinación, varios exvotos de siglos pasados, y una piedra de rosetón decorativa en el suelo de la capilla norte.
Los hombres de la edad del bronceA la izquierda de la ermita está El Balconcillo, un pequeño espacio en el que se asentaron los hombres de la edad de bronce, de cuya vida quedan algunos grabados y pinturas rupestres.
El interior de la cueva Grande tiene un tamaño colosal, con alrededor de cien metros de profundidadFrente a la ermita, encontramos la cueva Grande, la enorme caverna que ha sido testigo de la presencia humana desde tiempos remotos. Tiene una entrada impresionante de más de 15 metros de altura, y está flanqueada por enormes paredones de piedra, donde casi siempre hay buitres que observan fijamente a los visitantes. El interior tiene un tamaño colosal, con alrededor de cien metros de profundidad. Sobrecoge por su magnitud y por sus grabados rupestres realizados por incisión en la roca.
La vuelta desde el mágico paraje de la ermita de San Bartolomé hacia el punto de partida en Ucero se realiza por Valdecea y por la fuente de Engómez para llegar de nuevo a la casa del parque.
La recomendación Los imprescindiblesUn buen calzado, agua y un tentempié para realizar la ruta. Y los aficionados a la ornitología deben ir preparados con sus prismáticos de observación.
Dónde dormirEn Ucero:Posada Rural Los Templarios. Es una casona del siglo XVII, antigua residencia del cura. Cuenta con 12 habitaciones y un spa en forma de cueva.Glamping Cañón del Río Lobos. Es uno de los mejores entornos de España para disfrutar de las comodidades de las nuevas tiendas geodésicas, con una buena cama y unas vistas de lujo. Cuenta con piscina.
Dónde comerToda la zona es una gran despensa de productos de cercanía, con mención especial a las carnes de cordero, ternera y cochinillo criados en Soria de inmejorable calidad. Además, los embutidos artesanos de chorizo, lomo y morcilla de las ganaderías de la zona resultan una delicatessen, al igual que las verduras de huerta, en especial las alubias y las habas. Las setas silvestres son todo un icono junto a los torreznos sorianos, los mejores del mundo.En Ucero;El Balcón del Cañón. En su acogedora terraza con vistas sirven gastronomía local con opciones vegetarianas y sin gluten. Es ideal para una comida con calma.La Parilla de San Bartolo. Tiene un solete de Repsol. Sirve los clásicos asados con brasas de leña. Sus carnes, embutidos y su lechazo son sensacionales.
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