En las fuentes no: qué pasa si bañas a tu perro en espacios públicos y por qué no es una buena idea

El verano aprieta para todos, animales humanos y no humanos, especialmente cuando los termómetros superan récord de temperaturas. En el caso de los perros, el riesgo de golpe de calor se multiplica, sobre todo cuando salen a pasear en las horas centrales del día o pisan superficies abrasadoras como el asfalto, y en estos casos es fácil entender que muchos cuidadores busquen soluciones inmediatas para refrescar a sus animales. Pero no todo vale, y hay prácticas que además de poner en riesgo su salud o la del entorno, pueden acarrear sanciones.
Una de las imágenes más habituales del verano es la de perros refrescándose en fuentes públicas, y aunque a simple vista pueda parecer una solución simpática y eficaz contra el calor, lo cierto es que está expresamente prohibida en muchas ciudades. La razón no es por una simple cuestión estética o de decoro, sino debido a una combinación de higiene, salud pública y respeto al entorno urbano.
Qué dice la normativa y por qué se aplicaLas fuentes y estanques ornamentales no son piscinas, ni bebederos, ni duchas improvisadas, están pensadas únicamente para embellecer el paisaje urbano y no reciben tratamiento de depuración, ni clorado, ni sistemas de desinfección aptos para un uso recreativo. Por eso, introducirse en ellas, ya sea una persona, un perro o cualquier otro animal, representa un riesgo sanitario, tal y como ha recordado recientemente la Policía Local de Albacete a través de sus redes sociales.
La ordenanza cívica municipal de Albacete, en concreto su artículo 44, prohíbe de forma expresa bañarse en fuentes, estanques o similares. Madrid, por su parte, incluye en su Ordenanza Reguladora de la Tenencia y Protección de Animales una cláusula similar que también veta el consumo directo del agua de los grifos o caños públicos por parte de los animales.
La Policía Local de Albacete ha intensificado la vigilancia este verano ante el repunte de casos, y no solo con advertencias verbales. Ya se han interpuesto multas por bañar perros en fuentes de la ciudad, y las autoridades insisten en que esta práctica “no es la solución” al problema del calor. En sus mensajes, apelan directamente al civismo y al respeto mutuo como ejes de la convivencia urbana.
Por qué no es buena idea, aunque no te pillenMás allá de la sanción económica, hay otros motivos de peso para evitar que un perro se meta en una fuente urbana. El agua puede contener bacterias, hongos, heces de aves y residuos químicos que supongan un riesgo directo para la salud del animal, así como también lo es para las personas, en especial niños, ancianos o personas con un sistema inmunitario vulnerable que puedan entrar en contacto con esa agua posteriormente.
Además, aunque muchos perros disfruten del agua, no todos los animales se sienten cómodos en entornos urbanos bulliciosos. La experiencia puede ser más estresante que refrescante, especialmente si el animal no tiene una buena socialización o se ve forzado a entrar.
Por otro lado, y no menos importante, el uso reiterado de estos espacios como zonas de baño improvisadas degrada el entorno urbano, obliga a un mayor gasto público en limpieza y puede generar tensiones innecesarias.
Alternativas seguras y legalesLa buena noticia es que existen formas mucho más seguras, cómodas y saludables de ayudar a los perros a sobrellevar las altas temperaturas. La propia Policía Local de Albacete ha recomendado en sus canales oficiales algunas medidas sencillas que pasan por ofrecer agua fresca con frecuencia, garantizar sombra durante los paseos y usar una manguera o bañera en casa, siempre con agua templada y sin agobiar al animal.
También es fundamental ajustar los horarios de salida, evitando los tramos de más calor y vigilando el estado del suelo para proteger sus almohadillas. Un truco útil y accesible para todos es probar con nuestra propia mano la temperatura del suelo: si tú no puedes mantener la mano sobre el asfalto cinco segundos sin quemarte, tampoco debería pisarlo tu perro.
En muchas ciudades, además, existen parques caninos con fuentes y piscinas adaptadas para animales, areneros, zonas de sombra y bebederos, lo que permite disfrutar del aire libre sin riesgos ni conflictos.
Este tipo de recordatorios no son un capricho ni una maniobra de control, sino que tienen que ver con una cuestión de salud pública (One Health), respeto mutuo y, sobre todo, bienestar animal. Los perros no tienen la capacidad de gestionar su temperatura como los humanos y son especialmente vulnerables a los golpes de calor, si además se ven forzados a entrar en entornos no adaptados, corren un doble riesgo, físico y emocional.
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