Budapest deslumbra bajo la luz de los fuegos artificiales

Las noches de verano invitan a salir, a pasear. El aire es más suave, hace calor, y al mirar hacia arriba… quizá no siempre se vean las estrellas, pero quién sabe, tal vez nos sorprenda un estallido de colores en el cielo. No es tan raro: a veces, un espectáculo de fuegos artificiales aparece justo donde menos lo esperas. Oscar Wilde decía que “se parecen a la aurora boreal. Sólo que son más naturales. Yo los prefiero a las estrellas, porque sabe uno siempre cuándo van a empezar a brillar…”.
En Budapest, no necesitan demasiadas excusas para hacer que el cielo brille, cada 20 de agosto hay una razón muy especial: el día de San Esteban, que recuerda el nacimiento del Estado húngaro allá por el año 1000, cuando el rey Esteban fue coronado. Han pasado más de mil años y esa fecha sigue siendo un hilo que une pasado y presente. La ciudad entera se transforma durante seis días —del 16 al 21 de agosto— las plazas y avenidas se llenan de conciertos al aire libre, puestos con platos tradicionales reinventados, muestras de street art, mercados artesanales, actividades para familias…
Pero el momento más esperado llega la noche del 20 de agosto, cuando el cielo se convierte en un lienzo vivoPero el momento más esperado llega la noche del 20 de agosto, cuando el cielo se convierte en un lienzo vivo con más de 45.000 efectos pirotécnicos, perfectamente sincronizados con música, que estallan desde varios lugares a la vez, mientras luces y proyecciones dibujan colores sobre edificios icónicos como el Parlamento o el puente de las Cadenas. Y como si fuera poco, más de 1.000 drones se suman al espectáculo, formando figuras que cuentan la historia, los mitos y los símbolos de Hungría.
Aunque no sólo el cielo nos dejará con la boca abierta, su oferta gastronómica es otro festival, esta vez de sabores, con puestos de comida, food trucks y espacios dedicados a los productos locales y a los sabores más representativos del país, como el clásico goulash o el lángos (una masa frita servida con nata agria y queso).

Vale la pena probar la cocina tradicional húngara
Turismo de HungríaPero no debemos dejar de probar (aprovechando la ocasión) el pastel oficial del Día de San Esteban, en realidad son dos pasteles que se selección cada año por concurso: el Pastel de Hungría y el Pastel Sin Azúcar de Hungría. Las recetas ganadoras se podrán probar el 19 de agosto, durante su presentación oficial. Una ceremonia pensada para que locales y visitantes disfruten por igual.

El pastel ganador del certámen anterior
Turismo de HungríaOtra de esas delicias que no se olvidan es el pan del Día de San Esteban. Está hecho con trigo que llega desde distintas regiones del país, como si cada rincón de Hungría pusiera su granito —literalmente— en la masa. El momento cumbre llega con su bendición y corte ceremonial que recuerda el final de la cosecha y el papel del pan como símbolo de unidad y tradición compartida.
Qué visitarSi quieres sentir el pulso más auténtico, la Mesterségek Ünnepe es parada obligatoria. Este mercado de oficios lleva décadas dando vida a las calles con talleres donde puedes ensuciarte las manos, aprender técnicas artesanales y ver de cerca joyería, vestimenta y arte popular que parecen salidos de otro tiempo.

Este es el mercado de artesanía Mesterségek Ünnepe
Turismo de HungríaLa Isla Margarita, en pleno Danubio, se convierte en un paraíso para familias: marionetas que cobran vida, juegos que hacen reír a carcajadas, espectáculos de circo y talleres creativos rodeados de naturaleza urbana. Un respiro verde en medio del bullicio.
Y para un plan más relajado (pero con ritmo), está Flava Beach, en Kopaszi-gát. Un beach club urbano con tumbonas, cócteles que saben a vacaciones y música de dj que acompaña las conversaciones al atardecer.
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La cafetería del Anantara New York Palace en Budapest
Anantara Hotels & ResortsSi lo tuyo es dormir como la realeza, el hotel Áurea Ana Palace 5* es un auténtico palacio húngaro del siglo XIX, justo en el casco histórico y con vistas privilegiadas a la ribera del Danubio.
Otra joya es el hotel Anantara New York Palace, una oda arquitectónica de 1894 que mezcla el glamour del viejo mundo con el confort más contemporáneo.
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