Aznar, Trump y la fuga del PP a Vox
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La Fundación FAES propinó el pasado lunes un puntapié a Vox que ha sido muy comentado en las redes sociales estos días. El ‘think tank’ del expresidente del Gobierno, José María Aznar, publicó un editorial que no por su brevedad, dos párrafos, carecía de contundencia. Este era sólo un extracto: “No parece muy patriótico”, opinaba la organización cercana al PP, secundar la “victoria de un coronel de la KGB”. “Confundir la Rusia de Putin –una cleptocracia mafiosa- con el cumplimiento de las promesas de Fátima es tan pintoresco como fiar al cliente de Stormy Daniels la restauración de la moral tradicional”, añadía. Tremendo.
La nota, en realidad, ajusta cuentas tanto con Santiago Abascal como con Donald Trump. Mención especial merece la ruptura de Aznar, reconocido europeísta y atlantista, con la nueva administración estadounidense. No es el primer editorial que FAES dedica en sentido crítico al trumpismo. Tras el resultado electoral de noviembre opinó esto: “No es buena noticia, ni para España ni para la Unión Europea en su conjunto, ni tampoco para la OTAN, el éxito del discurso que Trump encarna: un populismo adobado de planteamientos proteccionistas, aislacionistas, y de actitudes intemperantes que en su momento llegaron al abierto desafío institucional alentando ni más ni menos que un asalto al Capitolio”. Conclusión: Aznar no quiere saber nada de Trump.
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El repaso de FAES a Abascal también es reseñable. Podría parecer que Aznar marca el camino a Feijóo y que le indica que Vox no es una buena compañía. Que se aleje de este partido, le viene a decir. Se acabó la buena sintonía entre un expresidente que en su día llegó a prologar un libro de Abascal que llevó por título ‘La farsa de la autodeterminación’. Abascal llegó a ser para Aznar “un chico de cualidades”, especialmente tras la cruda realidad que vivía en el País Vasco durante la etapa más dura de ETA.
Pero la buena sintonía entre Aznar y Abascal estalló tras la eclosión de Vox en las elecciones andaluzas del 2018. Ahí se acabó el ‘fair play’. Desde Vox empezaron a emerger mensajes críticos hacia el PP de Casado: “Derechita cobarde” o “veleta azul” eran algunos de los calificativos. Aznar estalló un día. “A mí nadie me dice a la cara derechita cobarde porque no me aguanta la mirada”, respondió.
El comentario de FAES de esta semana consuma el divorcio entre las dos derechas españolas. Vox está subido a la ola de Trump y estos días ha sumado el apoyo ya en público de Elon Musk. La respuesta a Aznar ha sido un “tápese, por favor”, acompañado de una antigua imagen del expresidente con Putin.
¡Tápese, por favor! https://t.co/9nSZFD92Nq pic.twitter.com/aGPDWAvBnP
— Santiago Abascal 🇪🇸 (@Santi_ABASCAL) February 24, 2025
El PP podía haber escogido distintas fórmulas para sellar esta separación de su cúpula nacional con la de Vox (a niveles inferiores las relaciones no están rotas). Podía haber vuelto a recurrir a Esteban González Pons. Podía haber sido su secretaria general, Cuca Gamarra, o su portavoz parlamentario, Miguel Tellado. El propio Feijóo podría haber sido quien diera por finiquitada esta relación. Pero ha sido Aznar, el hombre que, por su forma de entender la política, más cercano podría estar al Vox de hace unos años.
El aldabonazo de Aznar busca hacer ver que el PP no va a transigir con determinados postulados, lo que podría ayudar a frenar la fuga de posibles votantes hacia Vox. El último CIS de febrero arrojaba un saldo neutro en el trasvase entre uno y otro partido. Pero las alarmas están encendidas, ya que en enero (datos brutos de la encuestadora pública, sin cocina) hasta un 12,5% de votantes del PP llegó a manifestar que cogería la papeleta de Vox. La teoría de la manta está ahí: si se tira de arriba se destapan los pies.
El gran dilema del PP sigue siendo el mismo desde hace años: cómo relacionarse con Vox cuando no alcanza una mayoría absoluta. Le pasó al PSOE con Podemos y le ocurre cada día a Génova. Es la gran X de la ecuación, porque si Feijóo quiere llegar a la Moncloa todo indica que tendrá que hacerse entender con Abascal, aunque le pese a ambos.
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