El lenguaje de la política y el riesgo de la nostalgia autoritaria

Un episodio reciente ha sacudido el panorama político italiano, planteando interrogantes sobre la dirección que está tomando el lenguaje utilizado por los representantes institucionales. El general Vannacci, en un video que causó consternación, invitó a votar por un candidato de la coalición liderada por la Liga, utilizando un término cargado de significados históricos inquietantes: “décima”.
Este término, que evoca prácticas de castigo colectivo, ha suscitado alarma entre los miembros del Partido Demócrata, en particular entre la secretaria provincial de Taranto, Anna Filippetti.
El significado del “diezmo” en la historiaLa “diezmación” ha sido históricamente una práctica brutal, utilizada por ejércitos autoritarios para aterrorizar y someter a las tropas. Filippetti subrayó que el uso de este término en un contexto político contemporáneo no puede considerarse un simple desliz. Por el contrario, representa una señal preocupante de una cultura política que parece mirar con nostalgia los modelos autoritarios, trivializando la historia y coqueteando con símbolos del pasado más oscuro de Europa.
Un lenguaje inaceptableEl secretario del PD afirmó que quienes se presentan en las listas de una fuerza democrática deben distanciarse del lenguaje que evoca violencia y represión. El uso de términos como “diezmo” no sólo es inapropiado, sino que supone un riesgo para los valores democráticos en los que se basa nuestra Constitución. Filippetti instó a los políticos a pensar en las palabras que eligen utilizar, ya que pueden tener un profundo impacto en las percepciones de la democracia y los derechos civiles.
La responsabilidad de la políticaEn un momento de la historia en que el extremismo parece ganar terreno, es esencial que los representantes políticos se distancien del lenguaje y el comportamiento que puedan alimentar las tensiones sociales. Filippetti reiteró que quienes no se posicionan contra estos episodios se distancian cada vez más de los valores republicanos y antifascistas. La memoria histórica es un patrimonio que debe defenderse y cualquier intento de reescribir el pasado debe ser rechazado firmemente.
De cara a las próximas elecciones, es crucial que los votantes respondan a estas provocaciones con una opción civilizada, reafirmando la importancia de la democracia y los derechos humanos. La política debe ser un campo de diálogo y de respeto, no de nostalgia de épocas oscuras.
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