Manuel Agnelli, en la mente de Bowie: «Un autoanálisis que me hace bien»

Milán – Es fácil decir musical. O más bien teatro musical, como lo llamaba David Bowie. 'Lazarus' , que Manuel Agnelli vuelve a llevar a los escenarios milaneses del 28 de mayo al 1 de junio en el escenario Arcimbold tras su primera experiencia en el Piccolo hace dos años, combina la narrativa de ciencia ficción con el concierto de rock, la estética del vídeo y la introspección psicológica.
Una mezcla tan fascinante como no siempre fácil de descifrar, que intenta golpear los sentidos recuperando el personaje de Thomas Newton, el extraterrestre cerebral de la novela de Walter Tevis “El hombre que cayó a la Tierra” y la película homónima de Nicolas Roeg interpretada por el Delgado Duque Blanco en el 76, para dejar espacio a la angustia existencial que ata con su hilo (negro) la música del rockero londinense, fallecido en enero de 2016 apenas un mes después del estreno de su obra. La versión italiana está editada por Valter Malosti, mientras que el libreto es del dramaturgo irlandés Enda Walsh, elegido personalmente por Bowie impulsado por su entusiasmo por sus obras teatrales como “Ballyturk” y “The Walworth Farce”. El reparto también incluye al ganador de la 14ª edición de X-Factor Casadilego.
¿Con qué espíritu se lanzó Agnelli a la empresa?
Dije que sí a Malosti sin vergüenza, porque para mí también Bowie siempre ha sido un referente. Tenía un poco de miedo, pero al mismo tiempo tenía un deseo mucho mayor de formar parte de esta producción porque, si bien es cierto que hay piezas del repertorio histórico, ya que Bowie no tuvo tiempo de escribir una completamente nueva, también es cierto que la obra tiene su propia contemporaneidad. Está escrita para hoy y para ser llevada al escenario, no por él, sino por otros.
¿Satisfecho?
Para mí, presentar este espectáculo es un gran honor, ya que me hizo entrar al teatro por la puerta principal con algo que me preocupa, dado que hay tanta música que me ha moldeado y me ha impulsado hacia esta profesión. Incluso temas, tratados tanto metafórica como directamente, como la distancia del hogar, la pérdida del afecto, del amor, el hecho de no reconocernos ya en el mundo que nos rodea ni en nosotros mismos, están vinculados a sensaciones que una persona de mi edad ha experimentado varias veces. Así, sobre el escenario, me encontré protagonista de un viaje introspectivo y bastante autoanalítico. Algo que me entusiasma hacer por esa función salvadora de la música, la misma por la que realizo mi trabajo. Cada noche tengo la confirmación de que realmente me hace bien hacerlo.
¿Cuánto de ti pone al interpretar las canciones de Bowie?
No nos diferenciamos tanto en timbre y, conociéndolo bien, su repertorio me resulta familiar. Sin embargo, estoy convencido de que hacer karaoke no es la forma correcta de transmitir la tensión y la emoción de las canciones, pero para alcanzar esa energía hay que apropiárselas, revivirlas. Imitar a Bowie habría sido ridículo.
¿Ha cambiado algo en comparación con las reposiciones de 2023?
“Ahora que la máquina está engrasada estoy un poco más tranquilo, puedo prestar más atención a los matices de lo que hago y divertirme más”.
¿Qué encuentras de ti mismo en “Lázaro”?
A mi edad, uno piensa en ello de vez en cuando, y debo decir que, desde cierto punto de vista, este espectáculo es reconfortante porque habla de la transmisión de energía, algo en lo que creo mucho. También hay metáforas, bastante claras, sobre dejar este planeta, este mundo, esta vida, por otra más adecuada para nosotros, a cómo nos hubiera gustado vivir.
¿Reacciones?
Al ser un espectáculo muy complejo y oscuro, el público no siempre reacciona de la misma manera. Pero el entusiasmo nunca falta. Si hay un denominador común es la emoción; muchos al final me dicen que se emocionaron hasta las lágrimas. Pero siempre en un contexto de gran energía, dada por la tensión del texto, los continuos cambios de situación y el ritmo trepidante.
¿Crees que esta experiencia acabará empujándote hacia otras cosas?
Espero que haya otras oportunidades. Obviamente, el teatro musical me hace sentir más cómodo. Siento que el escenario es mi hogar, aunque no sea un actor con una trayectoria que me haga aspirar a personajes particularmente complejos. En un momento muy afortunado de mi vida, creo que he tomado las decisiones correctas. Hago música, radio, televisión, teatro y, de vez en cuando, incluso me meto en el cine. En resumen, no dependo de nadie y puedo hacer lo que quiera.
Il Giorno