Lorenzin (PD) y los políticos deben regular el acceso de los menores a las plataformas ++ para el lunes 4

Cada vez más niños pequeños caen en las garras de la inteligencia artificial generativa, con chatbots que se comportan como amigos virtuales: omnipresentes, intrusivos, indistinguibles de una persona real. Mejor amigo, padre artificial, un sustituto sintético que ofrece consejos y ánimo, infiltrándose en la vida cotidiana de los niños. Cientos de padres denuncian una situación inquietante y concreta. Beatrice Lorenzin, vicepresidenta de los senadores del Partido Demócrata, escribió en un comunicado: «Desde la rueda Meta que apareció recientemente en nuestros perfiles de WhatsApp hasta los chatbots, una innovación que lo está cambiando todo, sin que aún comprendamos su verdadera importancia. Dado que los padres son el primer y más importante control sobre el uso de los dispositivos —y, por lo tanto, de la IA—, el Garante ha intervenido, iniciando una investigación por abuso de posición dominante. Pero ¿qué están haciendo los políticos y las instituciones?».
Lo diré claramente: un proyecto de ley bipartidista que regula el acceso de los menores a las redes sociales y plataformas digitales lleva más de un año paralizado en el Comité de Infancia. Esto es inaceptable. Mientras tanto, Meta ya se ha infiltrado en los hogares italianos: ataca a los niños que tienen libre acceso a sus redes sociales, fomenta la dependencia emocional y recopila datos sensibles. Además, en algunos de los casos denunciados, la IA interactuó con los niños sabiendo que había un niño al otro lado de la pantalla, por lo que es evidente que las regulaciones actuales no son suficientes ni eficaces», continuó el senador demócrata.
La inteligencia artificial avanza más rápido que el Parlamento, y el sector que la impulsa no se detiene ante nada, ni siquiera ante la infancia. Debemos actuar ya, en nombre del principio de precaución consagrado en nuestro ordenamiento jurídico y de los principios constitucionales consagrados en las convenciones internacionales sobre los derechos del niño. Se necesita una intervención regulatoria urgente para limitar el acceso, definir responsabilidades claras y ofrecer herramientas concretas a las familias.
Los niños deben crecer con relaciones reales, no con robots entrenados para parecer cariñosos. Pero, sobre todo, es necesario concienciar a las familias, educadores e instituciones sobre los riesgos concretos que enfrentan los niños cada vez más pequeños. Se trata de una cuestión ética, educativa y democrática que nos afecta a todos», concluye Lorenzin.
ansa