Zelensky está fanfarroneando sobre las tierras raras. Putin ofrece a Trump cooperación en materia de explotación de personas en territorio ruso
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La reunión del 24 de febrero de 2025 en la Casa Blanca entre el presidente francés, Emmanuel Macron, y el expresidente estadounidense Donald Trump tenía como objetivo asegurar el apoyo de Estados Unidos a una misión de paz europea que, según dijo, tendría como objetivo "estabilizar Ucrania" después del final del conflicto. Sin embargo, esta intención entra en conflicto con las declaraciones europeas que siguen indicando que Ucrania "debe ganar" y con la retórica demostrada por el viaje de los líderes europeos a Kiev en el aniversario de la invasión rusa. En cualquier caso, según fuentes confidenciales citadas por el Financial Times , Macron volvió a casa sin nada hecho: Trump evitó una implicación directa, dejando a Europa con un mayor peso sobre sus hombros, con la intención de continuar en el camino emprendido de acercamiento a Rusia.
Macron había llegado a Washington con el deseo de que Europa asumiera un papel más autónomo en la gestión de la seguridad ucraniana, pero para ello necesitaba el apoyo de Estados Unidos. Es decir, la intención era explícitamente involucrar a Estados Unidos en una especie de trampa. Así lo habían dicho explícitamente algunos medios de comunicación antes de la cumbre de los dos jefes de Estado.
Durante la rueda de prensa posterior al encuentro, el presidente francés reiteró que Francia no acepta una derrota total de Kiev, sino que busca una paz que no implique rendición ante Moscú. Sin embargo, su discurso resultó carente de cualquier efecto concreto. Trump, coherente con su línea pragmática y firme en su deseo de destruir a sus enemigos del Estado Profundo (que provocaron y sobreviven alimentándose de la guerra en Ucrania), ha rechazado cualquier solicitud de apoyo a la iniciativa europea.
Trump, de hecho, no considera el conflicto ucraniano como una cuestión de valores, sino más bien como un juego que debe resolverse de la forma más rápida y ventajosa posible. Esto también depende de la comprensión precisa de su génesis, de la que carecen los dirigentes europeos.
Más claramente: su principal objetivo político sigue siendo la reducción del poder de las élites globalistas, a las que considera responsables de la prolongación artificial del conflicto, transformado en una colosal máquina de lavado de dinero público. Por eso Trump quiere separar a Estados Unidos de la gestión directa del conflicto, colocando el peso de la crisis sobre los hombros de la Unión Europea. Su visión de la “justicia” se traduce en un mensaje simple: Washington ya no está dispuesto a soportar la carga financiera y militar de esta guerra.
En lugar de apoyar el plan vago y contradictorio de Francia para una misión de estabilización –difícil de conciliar con la posición adoptada hace apenas unos meses, cuando París se declaró lista para una intervención militar directa–, Trump ha presentado una propuesta que refleja la naturaleza transaccional de su política exterior: la ayuda occidental debería ser compensada con la explotación de los yacimientos de tierras raras de Ucrania.
Trump y su enfoque económico ante los conflictosEl ex presidente estadounidense se centra en la reorganización del aparato estadounidense, interviniendo en las dinámicas de corrupción que permean varias instituciones, incluido el Pentágono. También lanzó una serie de purgas dentro del ejército y la administración, reduciendo la presencia de figuras que él considera expresiones del establishment globalista. En el frente internacional, ha adoptado una postura especialmente crítica respecto de Volodymyr Zelensky, a quien ha reservado ataques públicos directos, ridiculizando su papel y sus capacidades de liderazgo.
Al mismo tiempo, las instituciones europeas y los gobiernos de la UE continúan su política de apoyo a Kiev, aunque sin una visión estratégica unificada, principalmente porque la unidad no se puede lograr si no hay una posición verdadera o al menos razonable y coherente.
Así, Europa se encuentra atrapada entre la necesidad de mantener su compromiso militar en Ucrania y la creciente conciencia de que Washington pretende salir del conflicto rápidamente y, además, sin pérdidas financieras excesivas. Mientras tanto, el nuevo gobierno estadounidense, en un diálogo silencioso con Moscú, busca la manera de frenar la escalada de la crisis, pero enfrenta la resistencia interna de poderosos grupos de presión, opuestos a una solución diplomática que comprometa sus intereses económicos y geopolíticos. Por ahora todo se limita a vagas discusiones de negociación.
La administración Trump también parece desorientada por la complejidad de la situación ucraniana. El tema de los recursos estratégicos, como los metales raros, es emblemático: si Ucrania está bajo la influencia estadounidense desde hace tres décadas y las multinacionales occidentales ya han invertido masivamente en el país, ¿por qué no se ha iniciado decididamente su extracción? Esta es una pregunta que curiosamente ningún medio parece haberse planteado, pero como veremos a continuación: tiene su propia explicación.
Rusia consolida su posiciónMientras Macron buscaba desesperadamente el apoyo de Washington, Moscú consolidaba su ventaja estratégica. El Kremlin reiteró que el control sobre los territorios conquistados y la neutralidad de Ucrania no son negociables. En el nivel militar, Rusia está ganando. Gracias a las nuevas alianzas y a los BRICS, Moscú está planificando su papel a escala global.
La retirada de Trump del conflicto refuerza la idea de que Occidente es cada vez más contradictorio (y por lo tanto dividido) y que el Kremlin puede dictar los términos de las futuras negociaciones por una razón lógica: Ucrania perdió la guerra. El fracaso de Europa a la hora de elaborar este concepto impide la creación de una línea política común. Desde Keir Starmer hasta Olaf Scholz, los líderes europeos esperaban que Macron pudiera obtener un compromiso de Trump, pero el presidente francés regresó a casa sin resultados tangibles. Francia y el Reino Unido parecen dispuestos a enviar tropas para una misión de paz, pero sin el apoyo estadounidense la iniciativa corre el riesgo de convertirse en una operación de alto riesgo, exponiendo a Europa a una confrontación directa con Rusia.
Según el Financial Times , el mensaje es inequívoco: “Macron ha fracasado, Europa tendrá que valerse por sí misma”. La OTAN, ya bajo presión, podría sufrir más golpes, mientras que Trump está cada vez más dispuesto a observar la situación desde fuera (si resiste la presión interna).
Putin y la estrategia a largo plazovietatoparlare