5 por mil: la crisis de la cooperación internacional
El 5 por mil marca un récord histórico en 2024: casi 18 millones de italianos han optado por destinar una parte de sus impuestos a obras de caridad, con 714 mil firmas más que el año anterior. Una muestra sin precedentes de generosidad y participación ciudadana. Sin embargo, detrás de este crecimiento se esconde una realidad menos positiva para un sector crucial: la cooperación internacional para el desarrollo.
Las ONG que operan en proyectos de desarrollo e intervenciones humanitarias quedan al margen del flujo de destinos y donaciones del 5 por mil, incapaces de interceptar plenamente la creciente ola de solidaridad que recorre el país. Hay varios factores que explican esta brecha, empezando por la percepción que tiene la ciudadanía de “grandes necesidades”.
A continuación se presenta la tabla resumen de la evolución de las preferencias obtenidas en los últimos 10 años por las 20 mayores organizaciones italianas de cooperación al desarrollo en base a sus balances de ingresos de 2023 (fuente Open Cooperazione ).
Los datos del 5 por mil resaltan una jerarquía estable y clara: la salud es la prioridad percibida por los italianos, impulsada por la experiencia de la pandemia y la conciencia generalizada del valor de la prevención y el tratamiento. Las organizaciones que operan en el sector salud continúan acaparando una parte importante de las preferencias.
Por el contrario, la cooperación al desarrollo, con sus proyectos dirigidos principalmente a los países del Sur del mundo, se percibe como lejana, menos urgente y poco “cercana” a la vida cotidiana.
En este sentido, no resulta útil la narrativa que cada vez adquiere más importancia en la cooperación, impulsada por iniciativas con un fuerte carácter económico y empresarial, como el Plan Mattei italiano y el Global Gateway europeo. Una narrativa que corre el riesgo de distorsionar progresivamente la naturaleza y los valores de la cooperación al desarrollo y hacer que la opinión pública perciba que su apoyo ya no es necesario ni prioritario.
En los últimos años, el sector de la cooperación internacional ha estado en el centro de un intenso debate público y mediático, a menudo animado por acusaciones sobre la gestión de los recursos, los costos de funcionamiento y los métodos de intervención. La campaña contra las ONG implicadas en operaciones de rescate en el Mediterráneo ha alimentado la sospecha y la desconfianza, con un impacto tangible en la imagen de todo el sector.
Este contexto de ataques y controversias ha minado la confianza de muchos potenciales donantes del 5 por mil, que prefieren orientar sus elecciones hacia organizaciones percibidas como más transparentes, seguras y “cercanas”, dejando a la cooperación internacional en una posición desventajosa.
Sorprendentemente, ni la guerra en Ucrania ni la de Gaza provocaron un aumento significativo de las donaciones a las ONG de desarrollo. Las emergencias humanitarias, que en el pasado consiguieron atraer la atención y la generosidad de los italianos, hoy parecen sufrir una forma de cansancio colectivo.
En un momento en el que asistimos a la mayor reducción de la financiación institucional –en primer lugar Estados Unidos, pero seguido de varios países como Holanda, Alemania y Reino Unido–, la posibilidad de acceder a fondos flexibles como el 5 por mil se vuelve esencial para responder a las crisis humanitarias en curso.
El resultado de 2024 es una clara señal de alarma para el mundo de la cooperación italiana al desarrollo. Necesitamos superar la fragmentación actual del sector y construir campañas de comunicación que creen una narrativa alternativa que represente a los países del Sur global de una manera nueva, descolonizada e igualitaria pero que logre potenciar el papel clave que aún hoy tiene la cooperación al desarrollo en estos contextos.
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Los autores de este artículo son Elias Gerovasi, curador de Info Cooperazione y Tiziano Blasi, director de Programas Soleterre
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