"Veo cuando la gente tiene hambre": la ayuda alimentaria de agosto continúa la solidaridad, incluso en verano

En los sótanos abovedados de la iglesia de Notre-Dame-de-la-Croix en Ménilmontant, al este de París, una docena de voluntarios trabajan en cadenas de montaje, en silencio, casi con devoción. Armados con bolsas de plástico rosas, recogen los artículos de primera necesidad que componen casi 750 paquetes de comida destinados a los beneficiarios de la ayuda alimentaria. Leche, pasta, arroz, frutas y verduras enlatadas: ninguno de estos preciados alimentos se olvida.
Si los voluntarios de la Asociación de Ayuda Alimentaria de Agosto (ASA) llevan trabajando desde las 10 de la mañana es porque, en pocas horas, cientos de personas vendrán a recoger estos suministros para alimentar a sus familias. Ya han llegado más de treinta. A las 8 de la mañana, ya formaban fila frente a la pequeña puerta que bloquea el acceso a la parte trasera del edificio.
Suzanne, de 75 años, destaca entre el grupo con su pañuelo turquesa. Antes diseñaba y vendía su propia ropa y ahora espera tranquilamente en una sencilla silla de plástico. Con cáncer de mama y en tratamiento para la osteoporosis, esta jubilada no puede estar de pie durante horas.
Para esta ex comerciante y su marido, la ayuda alimentaria es absolutamente esencial: "Ambos somos discapacitados y soy la única de nosotros que recibe una pensión. Así que vengo aquí aunque sea físicamente complicado, porque con el alquiler que pagar,
Libération