La Doble Guerra de Netanyahu: Victoria Afuera, Crisis Adentro

Para el primer ministro Benjamin Netanyahu, la guerra contra Irán ha terminado, pero su batalla personal está lejos de acabar. Mientras proclama una victoria épica, la política israelí es un campo de minas donde se cruzan su futuro judicial y la influencia de Donald Trump.
En Israel, el eco de los misiles iraníes ha sido reemplazado por el estruendo de una tormenta política interna de consecuencias impredecibles. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, se encuentra en el centro de un huracán, intentando capitalizar una victoria militar en el exterior para sobrevivir a una profunda crisis de legitimidad en el interior. Libra dos guerras simultáneas: una contra los enemigos de Israel y otra por su propia supervivencia política y legal.
Con el alto el fuego aún fresco, Netanyahu se apresuró a enmarcar el resultado de la «Guerra de 12 días» en términos grandilocuentes. En un mensaje a la nación, declaró que Israel había logrado una «victoria histórica» que «perdurará por generaciones». Según su narrativa, la «Operación León Naciente» no solo había frustrado el proyecto nuclear de Irán, sino que había «eliminado la amenaza de aniquilación» que pendía sobre el pueblo israelí.
«Hemos logrado una victoria histórica… Hemos enviado el programa nuclear de Irán por el desagüe.» – Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel.
Este discurso, que busca presentar a Netanyahu como el líder indispensable que salvó a la nación, es una pieza clave en su estrategia para consolidar su poder y silenciar a sus críticos en un momento de máxima vulnerabilidad personal.
La guerra de Netanyahu en el frente interno tiene un actor externo inesperado y de enorme peso: Donald Trump. En un movimiento sin precedentes, el expresidente estadounidense ha pedido públicamente que se cancele el juicio por corrupción que enfrenta Netanyahu. Esta intervención directa en el sistema judicial de un país soberano ha sido interpretada como un intento de proteger a su aliado, pero también ha avivado el debate sobre la instrumentalización de la seguridad nacional con fines personales.
La presión de Trump choca con una corriente de opinión cada vez más extendida en Israel. Editoriales en medios influyentes y analistas políticos argumentan que, precisamente ahora que «la amenaza existencial iraní ha terminado, es hora de que Netanyahu renuncie». Sostienen que el primer ministro intenta utilizar la guerra para proyectar una imagen de fortaleza y desviar la atención de sus problemas legales.
La narrativa de victoria total de Netanyahu se ve socavada por dos frentes que se niegan a cerrar. El primero, y más doloroso, es la situación de los rehenes que siguen cautivos en Gaza. El Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos ha calificado el alto el fuego con Irán como un «grave fracaso diplomático», lamentando que no se haya aprovechado la oportunidad para negociar la liberación de sus seres queridos.
El segundo frente de críticas proviene del propio estamento militar y de analistas que cuestionan si las FDI realmente cumplieron todos sus objetivos estratégicos. Estas dudas siembran incertidumbre sobre la solidez de la «victoria histórica» proclamada por el primer ministro.
Para añadir más tensión al panorama interno, la guerra ha destapado graves fallos de seguridad dentro de las propias fronteras de Israel. Las autoridades anunciaron el arresto de Roy Mizrahi, un ciudadano israelí de 24 años, acusado de ser un espía iraní.
El caso es escalofriante: Mizrahi, reclutado a través de Telegram, habría participado en un complot para asesinar al ministro de Defensa, Israel Katz, colocando potentes explosivos cerca de su domicilio. Este incidente demuestra que la amenaza iraní no solo llega en forma de misiles, sino también a través de la infiltración y el espionaje, una guerra silenciosa que se libra en las calles de Israel.
Netanyahu intenta emular a Churchill, convirtiendo una guerra en su legado definitivo. Sin embargo, se encuentra asediado por la disidencia interna, las crisis no resueltas y la disruptiva influencia de un aliado que, al intentar ayudarle, podría estar complicando aún más su precaria situación.
La Verdad Yucatán