Un cambio radical

El orden económico mundial ha saltado por los aires y a la Unión Europea le ha pillado con los deberes sin hacer. Ya conocíamos los intentos rusos de usar la energía como arma de presión o la estrategia china de controlar las cadenas de suministro de las nuevas tecnologías, pero ahora ha sido nuestro tradicional aliado, Estados Unidos, el que ha decido saltarse las reglas y aplicar elevados aranceles a los productos europeos.
La UE se enfrenta a estos cambios estructurales en una situación delicada. En dos décadas, la distancia en PIB per cápita con Estados Unidos ha aumentado del 15% al 30%, un dato que evidencia el progresivo deterioro de la economía europea. Esperemos que la visita a París de Friedrich Merz nada más ser elegido canciller sirva para confirmar el renacimiento del eje franco-alemán, que va a ser clave para acometer el cambio radical que requiere el proyecto europeo y mantener el grado de prosperidad del que disfrutamos.
Al margen de la eólica y la solar, es indispensable disponer de otras tecnologíasPara volver a la senda del crecimiento, la Europa de los 27 necesita ser más competitiva. Esto supone invertir más en innovación para acortar la enorme brecha tecnológica respecto a China y Estados Unidos, limitar nuestra fuerte dependencia de terceros países en el suministro de materias primas estratégicas y, sobre todo, aplicar medidas urgentes para reducir los elevados precios que la industria lleva años pagando por la energía.
Otro requisito imprescindible es contar con una matriz energética diversificada que contemple todas las tecnologías necesarias para garantizar la seguridad del suministro, incluido el almacenamiento de energía renovable, que tiene en el bombeo hidráulico una de sus principales vías de desarrollo para los próximos años. Se trata de que empresas y ciudadanos puedan acceder en todo momento a la energía que necesitan, un objetivo que en nuestro país ha quedado en entredicho tras el apagón del pasado 28 de abril.
La caída de la generación obligó al operador a reiniciar el sistema apoyándose en la hidráulica y los ciclos combinados de gas natural, las dos tecnologías que ofrecen más estabilidad, ya que dependen directamente de la gestión humana y no de factores externos como el sol o el viento. En el caso de los ciclos combinados, el apagón puso de manifiesto el papel estratégico que siguen cumpliendo estas plantas, que en el 2024 fueron la cuarta fuente de generación y sobre todo se usaron para dar respaldo al sistema en momentos de falta de sol, agua o viento e indisponibilidad de las nucleares.
La contribución del gas natural al sistema demuestra que todas las fuentes de energía son necesarias para garantizar el suministro. Por eso, el Gobierno español no puede seguir poniendo el foco solo en la reducción de emisiones de CO2sin tener en cuenta que, al margen de la eólica y la solar, es indispensable disponer de otras tecnologías para dar estabilidad al sistema. Es la única forma de garantizar un suministro seguro para la sociedad y seguir avanzando hacia una economía más competitiva.
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