Xabi Alonso se busca, pero el Real Madrid sigue siendo el mismo (y no puede ser una sorpresa)
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Habían pasado 25 días desde el último partido del Real Madrid. En esa ocasión, Carlo Ancelotti se despidió del Santiago Bernabéu con un descafeinado final de liga ante la Real Sociedad. En un mediodía caluroso de Miami se estrenó Xabi Alonso, su primer encuentro oficial en el debut histórico del club blanco en el Mundial de Clubes. Diez días ha tenido el tolosarra para preparar el encuentro, con viaje a Estados Unidos incluido, apenas siete entrenamientos. Y, para sorpresa de nadie, el Madrid exhibió pocas virtudes y muchas de sus heridas, todavía con hemorragias abiertas.
A Xabi Alonso hay algo que le obsesiona. La identidad. Encontrar el fútbol, su fútbol. Conectar con la afición gracias a un juego reconocible. ¿Se puede hacer eso en diez días? Parece difícil. Si algo reconoció el madridista fue al equipo ramplón que tanto aburrió en los últimos meses de la era de Carletto. El ex del Bayer Leverkusen sabía de la dificultad del reto cuando asumió el cargo. En sala de prensa, pidió paciencia. "No hay frustración, necesitamos tiempo".
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El partido contra el Al-Hilal, teóricamente el mayor peligro del grupo, deja todo abierto de cara a los octavos de final con el empate a uno. El Pachuca mexicano y el Salzburgo austriaco son los rivales que le restan al Real Madrid en la fase de grupos. Para el partido contra los americanos del próximo domingo sí debería estar Kylian Mbappé, baja en el debut por culpa de un proceso febril. Gonzalo, canterano, ocupó el puesto de nueve y celebró el tanto —remate fallido que sabe igual bien si el balón entra en la portería—.
El Mundial de Clubes, sin haber alcanzado una semana de encuentros, se ha destapado como lo que todos pensábamos que sería: un torneo menor, sin ritmo competitivo y prestigio por alcanzar. Un pastizal en premios, vale, pero los futbolistas acumulan más de 60 partidos en sus piernas y dicho dinero no alivia su hartazgo. De una multitud de gente cansada, resalta Jude Bellingham.
El británico camina por el terreno de juego absolutamente desconectado. Su calidad con la pelota no oculta que, si al Madrid le faltan dos marchas competitivas, él está directamente en punto muerto. Alonso quiere que sea su creador de juego, pero su necesario paso por quirófano por su problema en el hombro, y un buen descanso, se antojan como el primer paso para el regreso de la mejor versión de Bellingham.
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Xabi calcó de inicio el 4-3-3 clásico de Ancelotti, o al menos eso sintió el espectador. No funcionó. Raúl Asencio provocó un penalti tonto y riguroso, pero pitable. El canterano dio síntomas de fatiga y de bajada de nivel en la recta final de la temporada y, en EEUU, fue el peor de la defensa. De hecho, el técnico tolosarra lo sacrificó para mover el conjunto en la segunda mitad (luego explicaría que arrastra problemas físicos).
Retrasó a Tchouaméni y a Valverde, por momentos incrustados en la línea defensiva de tres, y dio la batuta del equipo a Arda Guler. Ramalazos de buen fútbol gracias a las botas del turco. El balón, en la segunda mitad, fue propiedad madridista. Faltó dinamismo, mucho, pero el cambio táctico mejoró la imagen del equipo. "Estuvimos más rápidos, tuvimos la pelota, me gustó mucho más", aseguraría Alonso.
El nombre que sale más reforzado del Hard Rock Stadium es el de Dean Huijsen. La salida de balón madridista gana enteros con su fichaje. Desparpajo y atrevimiento, incluso cuando un pase salía mal. La creatividad desde la primera línea demuestra que el malagueño no solo ha sido bien recibido por Xabi, sino que será pieza fundamental de su equipo. A mejorar: una confianza en sí mismo que cerca estuvo de costarle alguna mala pasada.
El otro debutante, Trent Alexander-Arnold, estuvo discreto. Le sobraron ganas y le faltaron certezas. Fue uno de los primeros cambios de Xabi. Dani Carvajal espera su oportunidad tras su grave lesión, ya que Lucas Vázquez, en sus últimas semanas como madridista, salió desde el banquillo. El inglés, de momento, está por delante.
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Entre los males del equipo, por otra parte, vuelven a destacar dos brasileños: Rodrygo y Vinícius. Del primero apenas se puede destacar algo. Otro encuentro para olvidar del extremo y con el runrún del fichaje de Franco Mastantuono para su posición. Varios clubes están atentos a su situación, pese a que Alonso haya decido darle una oportunidad en el torneo de Estados Unidos.
Más preocupante, quizás, es lo de Vini. En actitud, el 7 madridista la pidió y lo intentó mucho más que su compatriota. Pero, como lleva pasando meses, no le sale nada. A Alonso se le ha hecho saber que recuperar a la estrella es primordial en el proyecto de club del Real Madrid, con una renovación que lleva siendo inminente desde hace dos meses... que no se acaba de cerrar.
A Inzaghi sí le cunde el tiempoFilippo Inzaghi, que hace menos de un mes se jugaba la final de la Champions ante el PSG, dirigió a los saudíes como uno de los entrenadores mejor pagados del mundo. No es mal premio de consolación cobrar 26 millones de euros. El Al-Hilal posee una ilustre vitrina de trofeos, siendo el club más laureado de la región. Uno de ellos fue tener en sus filas a Neymar Jr. 428 minutos a 100 millones de sueldo al año. Poca cosa.
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Más allá del desfalco brasileño, el equipo de Inzagui demostró tener seriedad en el juego, impulsados por su capitán, Salem Al-Dawsari. El saudí fue un dolor de cabeza tanto para Trent como para Lucas Vázquez, los dos futbolistas que ocuparon el carril derecho. La genial parada del marroquí Yassine Bono —era un portero mayúsculo cuando se marchó del Sevilla hace dos años, lo sigue siendo— al errático penalti de Valverde provocó una auténtica fiesta para los saudíes. Empatar con el Real Madrid merecía celebración.
El Confidencial