José María Olazabal: “Jon Rahm podía hacer historia, pero no sé si ahora será capaz”

El golf sigue latiendo fuerte en el corazón de José María Olazabal. El golfista de Hondarribia (Gipuzkoa) acaba de cumplir 59 años y conserva intacto el amor por su deporte, como si fuera todavía el niño que aprendió a jugar junto a la casa familiar en el campo de Jaizkibel, donde su abuelo y su padre cuidaban el terreno. Incluso lagrimea cuando recuerda a Seve Ballesteros. El doble campeón del Masters de Augusta (1994 y 1999) acaba de ser nombrado por el nuevo presidente federativo, Juan Guerrero-Burgos, como asesor deportivo de los equipos nacionales y del programa Pro Spain, que acompaña a los jóvenes en el salto al mundo profesional. De visita en Madrid para tutelar a esa camada, Olazabal reflexiona sobre el pasado y el presente.
Pregunta. ¿Le gusta ese papel de maestro?
Respuesta. Sí, me gusta enseñar. El golf me lo ha dado todo en la vida. Yo vengo de una generación en la que nos teníamos que ayudar unos a otros. Y esa cultura prevalece. En aquella época no teníamos tecnología, ni vídeos. Entrenaba con José María Cañizares, Pepín Rivero, Manolo Piñero…, compartíamos habitación y recurría a ellos cuando estaba perdido. Ahora intento mantener esa cultura con los jóvenes. Ya no voy a tener grandes logros en este deporte, pero sí puedo transmitir lo que he aprendido a estas generaciones, que lo van a tener difícil porque el nivel es altísimo.
P. ¿Qué quiere transmitir?
R. No estoy hablando de técnica. Cada uno tiene su entrenador. Quiero transmitirles el respeto al juego. El golf es una forma de vida. Cuando estás jugando hay una lucha entre el diablo que llevas dentro y la persona positiva que quieres ser. Todos pasamos por ahí, hasta el mejor jugador del mundo ha tenido pensamientos destructivos. Los chicos deben ser conscientes de que no eres el único al que le pasa y que has de convivir con eso, hablar con ese diablo y decirle: “Vamos a hacer este viaje juntos”.
P. ¿Es difícil enseñar respeto?
R. Creo que no. Lo bueno que tiene el golf es que tú eres tu propio juez y si haces trampas, te engañas a ti mismo. Si sales a entrenar solo, ¿de qué te sirve fallar un golpe y decir que has hecho el par? El golf te enseña que no hay atajos. O trabajas duro o nada. Es un gran maestro de la vida. En general los chavales que llegan a este nivel tienen buenos valores porque este deporte se los ha ido inculcando. La humildad es algo intrínseco al golf. No puedes pensar que eres más grande, porque te pondrá en tu sitio. Todos hemos pasado por una crisis en que te cuestionas si volverás a jugar bien.
P. ¿Ve mucha diferencia entre el joven que usted era y los de hoy?
R. Sin duda. Nosotros éramos más inocentes, no teníamos los conocimientos que tiene hoy la juventud. Te tocaba jugar con Nick Faldo o Seve y llegabas cohibido, acojonado. Esta generación no tiene miedo. Están mejor preparados gracias a toda la información que tienen. Y con una confianza brutal en sí mismos porque se basan en números, datos. La duda desaparece. A nosotros la necesidad nos hizo jugadores. Pero si tuviera que escoger, me quedo con la época que he vivido. Era una aventura, no sabías lo que había ahí fuera, sin facilidades. En los primeros años en el circuito europeo yo tenía que viajar con mi talego de bolas, buscarme un hueco entre los caddies, no había hoteles oficiales ni coches de cortesía. Nos buscábamos la vida. Eso es prehistoria. Hoy es todo más profesional, no hay margen a huecos. Y algo me da pena: se ha perdido la convivencia, las relaciones personales. Antes después de jugar nos íbamos al hotel, jugábamos a las cartas y nos contábamos la vida. Hoy no tienen tiempo para nada, es dedicación plena.

P. ¿Hay prisas por quererlo todo ya?
R. Lo quieren todo para anteayer. Eso no funciona en el golf. Es un maratón más que una carrera de 100 metros, has de tener una perseverancia enorme. Puedes meter muchas horas y no ver resultados. Necesitas un carácter fuerte para no derrumbarte.
P. ¿Cómo ve el golf hoy?
R. Es una pena como está de dividido. Es muy difícil de solucionar. Lo notamos todos. Antes había un status quo que no era perfecto, pero que cumplía con las necesidades del público. Hoy eso no pasa por la división entre LIV y el resto de circuitos. Me da tristeza. El golf es un deporte maravilloso, atractivo, y ahora al no poder ver a los mejores juntos pierdes un poco de interés.
P. ¿Le gusta LIV como producto?
R. No. Llámeme tradicional pero no me gusta el formato, no me gusta que salgan todos a la vez, en tres días, sin corte, con toda esa parafernalia alrededor, la música… Me da pena que el dinero haya dividido al golf. Es por el dinero, no hay duda. Yo siempre he respetado la decisión de los que se han ido. Si me ponen delante un cheque con un montón de ceros, puede que también lo hubiera hecho. Pero es una pena que el dinero haya derrumbado en tan poco tiempo lo que se había construido en tantos años.
P. ¿Le sorprendió la decisión de Jon Rahm de irse a LIV?
R. Sí, tengo que ser honesto. Me sorprendió un poco. Insisto, respeto que te vayas con esas condiciones, con la burrada de millones que te ponen encima de la mesa. Lo respeto, pero me sorprendió porque Jon había sido muy claro en sus palabras y porque tenía un futuro extraordinario y la oportunidad de hacer historia en este deporte, de escribir páginas doradas del golf. Y no sé si ahora será capaz de hacerlo. No sé si jugar el LIV es la mejor preparación para poder despuntar en los grandes. Desde mi punto de vista no es la mejor opción. Sobre todo le puede perjudicar en la competitividad. El amor propio, el trabajo y la actitud de Jon no los discuto en ningún momento. Cuando este año llegue al Masters lo va a dar todo y se va a preparar de la mejor manera, pero el resto de la temporada, jugar 12 o 14 torneos sin corte, con 54 jugadores… no es lo mismo que jugar contra 150 y saber que te puedes ir a casa. Me da una pena terrible que Jon no esté entre los 50 mejores del mundo [es el 54º]. Es un crack y tendría que estar con Scheffler peleando cada semana por ganarlo todo.

P. ¿Qué pensaría Seve de LIV?
R. Él era defensor de poder jugar donde uno quisiera, pero también era importantísimo para él la historia, dejar huella, marcar época. Y yo creo que LIV eso no te lo va a dar.
P. ¿Cuánto se acuerda de Seve?
R. Mucho. La semana del Masters, nada más entro por la puerta. Cuando veo el Open Británico por televisión. Le echo en falta. Nos abrió muchas puertas, hizo grandes cosas por el golf europeo a nivel mundial, tenía un carisma extraordinario y fue un ejemplo en el campo: actitud, espíritu de lucha, no rendirse nunca...
P. ¿Qué tiene el Masters que ha sido una cadena de transmisión del golf español, de Seve a usted, Sergio García, Jon Rahm?
R. Augusta necesita un jugador determinado. La clave es el control de la distancia con los hierros y el juego corto. Todos esos jugadores hemos tenido un juego corto muy, muy bueno.
P. ¿Qué le parece que Tiger siga luchando por estar arriba?
R. Este deporte engancha de una manera difícil de explicar. No nos retiramos ninguno porque lo llevamos en la sangre. Si Tiger quiere, puede ser la inspiración de mucha gente joven. Él y yo nos hemos respetado mucho.
EL PAÍS