Yuriria Iturriaga: No sólo de pan...

Yuriria Iturriaga
S
i los glúcidos, llamados así por ser un derivado de la glucosa (por polimerización y pérdida de agua, cuya raíz griega (glukus) significa dulce, tanto como sacchar en griego es la raíz de azúcares, incluyendo harinas de granos y tubérculos que también contengan almidón o fécula dulces al paladar, almacenan gran cantidad de energía que se libera cuando se oxida la molécula. (…) ya vimos en otra entrega que los glúcidos son un constituyente esencial de los seres vivos, ya sea formando parte de biomoléculas aisladas o bien asociadas unas a otras, como las proteínas y los lípidos, siendo los compuestos orgánicos más abundantes en la naturaleza.
De aquí que la humanización se haya debido al consumo de glúcidos listos para ser ingeridos por un ser superior en complejidad orgánica y aptitudes, del reino animal, y esto, hace 3.5 millones de años, dando ocasión a la transformación de primates en seres bípedos y con manos no sólo prensiles, sino con un dedo oponible. El único tipo de ser vivo que, a medida que la práctica de sus características nuevas le permitieron adquirir la bipedia y el dedo pulgar oponible, se fue perfeccionando con la práctica que hace la conciencia, hasta devenir humano y expandirse por el planeta. En otras palabras, la autoconstrucción de lo humano, desde la bipedia hasta las ciencias exactas, y en su polo opuesto, la autodestrucción y la del prójimo identificable, se debe al azúcar lento de las gramíneas y algunos frutos y raíces, hasta permitirle hacer lo que hacemos en el siglo XX.
De mucho serviría seguirlo a lo largo de su evolución para comprender sus accidentes colectivos y sus designios catastróficos, en una palabra, seguir al hombre genérico y comprender si tiene posibilidades de sobrevivir o va (vamos) directo a la zanja del infierno de Brueghel. En cualquier caso, permítaseme avanzar unas ideas de esperanza.
Si partimos del hecho indiscutible de que la alimentación es la base de la vida, el sitio donde empieza y se renueva cada ciclo vital, sin excepciones y para todas las especies vivas, es la alimentación, fuente de la vida y origen de la muerte, ¿por qué vacilar y no seguir los ciclos cuyas iniciativas fueron virtuosas? Si ya sabemos cuáles son los comestibles (ojo: no escribí alimentos) que comienzan por bajar el nivel de salud de los consumidores, hasta llevarlos a muertes físicas e intelectuales prematuras, ¿por qué no atrevernos a mejorar la alimentación en el planeta Tierra? A menos que el designio de muerte sea algo calculado por la enfermedad mental de algunos y obedecido por sus similares del segundo rango.
El cerebro humano se desarrolló al ingerir glúcidos de buena calidad mediante prácticas que permitieron justamente al cerebro y a los cuerpos responder a los estímulos. Pero pareciera que millones de personas estamos dispuestas a renunciar al pensamiento y al sentido común de los humanos para ir caminando en fila o de a dos o más filas, hacia el infierno de la enfermedad física y mental, y de ahí la oscuridad eterna. Pero, ¿por qué? ¿Qué gran culpa estamos pagando en el mundo?
Pero basta con las culpas, las Iglesias de todo tipo y las falsas esperanzas en lo Divino. Los seres humanos debemos responsabilizarnos de los seres humanos, empezando por los próximos hasta terminar y regresar a la fila en la fila de la humanidad. Si nos equivocamos, re-flexionemos. Pero, ¡hagámoslo ya! Al terminar de leer estas líneas ya es tarde.
La comida es un bien sensual, físico e intelectual. Sencillo o barroco, pero, suficiente o colmado, es un don que nos merecemos sólo por nacer, y la sociedad entera es responsable de cada uno de nosotros o, en otras palabras, todos somos responsables de los demás y es irrenunciable. Asumir o morir.
Cada ser humano por el sólo hecho de haber nacido y estar vivo, necesita comer nutrientes y sabrosuras, es su derecho innato, desde antes de llegar. Y si es un crimen social no darle, cuando no se puede hacerlo por sí mismo, peor crimen es negarle la mitad de lo que uno va a ingerir. No hay Dios que lo haya convertido en obligación, pero la humanidad se ha mandado a sí misma y ya es hora de que contribuyamos, los que hemos tenido la suerte de nacer y mantenernos despiertos hasta morir, sabemos que debemos compartir para que ninguna boca se quede abierta y vacía y ningún vientre estrujado por falta de alimento.
No sólo de pan se vive… pero sí es indispensable tener el pan o sus equivalentes tan necesarios como sus añadiduras… Todos debemos añadir a la mesa de la humanidad nuestro compromiso de luchar por recuperar los cultivos de alimentos y hacer la guerra contra los comestibles, veneno en envoltorios atractivos. Y esto porque al Imperio le interesa que haya menos humanos y más máquinas que arrojen dinero sin causar problemas ni obligar a pensar. Disney adelantó la imagen del ideal de las clase dominantes en el siglo XXI: Ricos Mac Patos revolcándose solos en billetes y monedas. Pero no lo permitiremos. Cualquiera que sea el compromiso con los que viven de la comida chatarra, hágase la guerra contra ese frente. El resultado valdrá la pena. Aunque su poder me desaparezca antes de tiempo.
jornada