Libros no leídos

Siempre es un buen momento para leer cualquier libro de Emmanuel Carrère, aunque sea con 14 años de retraso. Carrère publicó su magno retrato del poeta (y otras muchas cosas) Eduard Limónov en 2011, y ahora Anagrama, que ya lo editó en castellano en 2012 con traducción de Jaime Zulaika, publica la traducción catalana de Ferran Ràfols Gesa. Es un grandísimo libro que sigue la inverosímil biografía del escritor ruso Eduard Limónov (1943–2020), disidente perpetuo nacionalizado francés y fundador del ilegalizado Partido Nacional Bolchevique (cuyos partidarios fueron conocidos como los nazbol). El libro de Carrère oscila entre la biografía novelada y la novela biográfica, en la que el biógrafo es un personaje más al que también vemos evolucionar a lo largo de su cacería. Cuando, a principios de los noventa, Limónov participa en el conflicto de los Balcanes, especialmente en la república serbia de Krajina, el biógrafo cambia su mirada sobre el objeto de estudio, detiene el proyecto y se plantea abandonarlo. El texto actúa entonces como un espejo deformado que refleja la silueta del fotógrafo a punto de lanzar la cámara al mar, asqueado por el giro fascista de su protagonista. Al final, persiste hasta llegar a un gran epílogo, fechado en diciembre de 2009, con el biógrafo buscando un final adecuado para la personalidad narcisista del biografiado, ya que no puede recurrir al final canónico de toda biografía: Eduard Limónov sigue vivo.

Emmanuel Carrère fotografiado en la Noche de los Libros de la Comunidad de Madrid
Tony GuerreroComo todos los libros memorables, Limónov es un ovillo deshilachado que nos incita a tirar del hilo por cualquier parte. Especialmente interesante es el paralelismo que Carrère traza entre dos disidentes tan opuestos como Limónov y Solzhenitsyn, que salieron del país al mismo tiempo, en la primavera de 1974, y regresaron también a la vez, veinte años después. Mientras uno se prostituía en Central Park, el otro escribía dieciséis horas al día en su finca de Vermont La rueda roja, “un ciclo novelesco sobre los orígenes de la revolución de 1917 con el que Guerra y paz parece una narración psicológica superficial al estilo de Adolphe”. Cuando el autor de Archipiélago Gulag regresa, los nostálgicos del comunismo lo ven como un criminal, los demócratas como un ayatolá y los lectores solo hablan de La rueda roja para burlarse. Carrère escribe: “No lo han leído, no lo ha leído nadie”. No me extraña, porque son cerca de seis mil páginas. Solo existe una traducción íntegra al francés, publicada por Fayard entre 1983 y 2017, que supera en páginas a En busca del tiempo perdido, de Proust. En catalán, el ciclo novelístico más extenso es El pelegrí apassionat, de Joan Puig i Ferreter, publicado en 12 volúmenes, que suman 5.982 páginas. Conozco a dos personas que lo han leído completo. ¿Alguien más en la sala?
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